Boceto del monumento proyectado en la plaza de la República (hoy la Constitución) en homenaje a los caídos en las revueltas. Firma: Archivo Municipal. ARCHIVO MUNICIPAL

El encargo 'revolucionario' al que los Heredia dijeron no

La ferrería La Constancia, de la familia Heredia, fue una de las más importantes de España y se opuso a forjar un monumento en homenaje a los caídos de la revolución que supuso el destierro de su amigo y paisano Martín Larios, primer marqués de la saga

Domingo, 22 de abril 2018

Que los lazos personales pesan a veces más que los retos profesionales es una realidad que no escapa al relato que salta hoy a este capítulo de la historia de Málaga. Su protagonista, Manuel Agustín Heredia, sin duda uno de los empresarios e industriales con más peso en la segunda mitad del siglo XIX, y no sólo en la escena local, sino también en la nacional: considerado el primer capitalista español, sus negocios en el sector de la ferrería lo catapultaron a lo más alto de la escala industrial (y social) y sus trabajos de forja eran imprescindibles en los grandes proyectos de ciudad. Su fábrica, La Constancia, fundada en 1833 en las playas de San Andrés de la capital, llegó a dar empleo a casi 2.500 personas y desde su apertura registró una actividad imponente, convirtiendo a Heredia en el primer fabricante de hierros de España.

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Pero no todo valía para esta saga. Al menos así se desprende de un detalle que no ha pasado a los libros de historia pero que resulta muy ilustrativo sobre su forma de hacer y de pensar. Y sobre todo de la fidelidad a sus ideas. Para ponerlo en su contexto, hay que remontarse al año 1868: en aquel momento se desencadenaba en España la revolución de 'La Gloriosa', la revuelta que terminaría con los Borbones en la España de la época y cuyos ecos llegaron a Málaga ese mes de septiembre con importantes levantamientos de la clase obrera contra sus patronos y contra el sistema de clases. Aquellas revueltas tuvieron importantes réplicas en los años posteriores (1869 y 1872), y dejaron varios muertos en enfrentamientos callejeros antes de que se instaurara la I República en España (1873).

Imagen de la plaza de la Constitución a finales del siglo XIX. SUR

Para recordar aquellos acontecimientos trágicos, las autoridades locales acordaron impulsar un monumento en la plaza de la Constitución -por entonces ya había asumido el nombre de plaza de la República- como homenaje popular a aquellos ciudadanos anónimos muertos en las revueltas. El proyecto fue aprobado en el pleno municipal del 1 de abril de 1873 y su boceto se encuentra hoy custodiado en el Archivo Municipal. La obra le fue encargada al entonces arquitecto municipal, Joaquín de Rucoba -a quien se le deben también otras obras como la plaza de toros de la Malagueta o el Mercado de Atarazanas-, pero sacar la idea adelante no iba a resultar nada sencillo.

Para sufragarla, las autoridades propusieron una cuestación popular, es decir, que los ciudadanos que quisieran aportaran una cantidad para levantar el monumento. Sin embargo, la idea se encontró con el rechazo frontal de una buena parte de la burguesía dominante en Málaga, que vivió como una afrenta aquel levantamiento obrero de la revolución de 'La Gloriosa' y, por lo tanto, no estaba de acuerdo con el monumento en la plaza principal de la ciudad. La familia Heredia, convertida ya en la representante de los clanes políticos y económicos del momento, también estaba entre los que se oponían al proyecto. La familia no olvidaba que aquellas revueltas del 68 había llevado al exilio a su paisano y amigo Martín Larios, el primer marqués de la casa Larios, con quien no sólo compartía cuna -ambos nacieron en el valle de Cameros, en La Rioja- sino intereses laborales y personales. En efecto, una de las consecuencias más recordadas de aquellos días de furia en las calles de la capital fue el asalto del palacio de Los Larios (situado al principio de la Alameda Principal, coincidiendo con la entrada de la que después sería la calle Larios meter enlace) por parte de los obreros de su propia fábrica, hasta el punto de que tanto la familia como el servicio tuvieron que huir por los tejados del palacio y de ahí, con la ayuda del gobernador militar de la época, comenzar un exilio del que ya no regresaría el primer marqués de la saga. Ni siquiera sus descendientes acudieron para presidir la inauguración de su calle, la principal de la ciudad, el 27 de agosto de 1891

Entrada a la ferrería La Constancia, la industria del hierro que Heredia fundó en las playas de San Andrés. . SUR

Una cuestión de honor

Con estos antecedentes, el 'no' de los Heredia a aquel proyecto que consideraba revolucionario fue casi una cuestión de honor. La saga recibía el encargo formal de que realizara en su ferrería La Constancia aquel monumento en la plaza de la Constitución (o de la República), pero declinó la petición argumentando que su fábrica carecía de las técnicas necesarias para ello. Sin embargo, muchos asumieron que la verdadera razón era la otra. De hecho, el proyecto no contaba con una dificultad especial: consistía en una columna de hierro fundido y colado, en cuyo remate se proyectó la estatua de una mujer que simbolizaba a la República. Rodeando a la escultura se habían previsto grandes farolas de gas en forma de piña.

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La negativa de los Heredia a colaborar con aquel monumento representó una curiosa excepción a su concurso permanente en otros grandes proyectos de la ciudad. Por establecer una similitud con un proyecto similar a éste, pero anterior en el tiempo, la ferrería de la Constancia fue la encargada de fabricar las 49 coronas de laurel y las enormes placas que unos años antes, en 1842, habían servido para dar lustre y prestancia al monumento en memoria al general Torrijos y a sus hombres en la plaza de La Merced . También en aquel caso fue necesaria una cuestación popular para sacar adelante la financiación de la obra, pero la suerte de aquel primer proyecto fue completamente distinta y el monolito a la causa liberal es hoy aún el santo y seña de la céntrica plaza.

Fotografía del empresario e industrial Manuel Agustín Heredia.

La 'vecina' Constitución, sin embargo, se quedó sin su monumento a pesar de estar aprobado por el Ayuntamiento y la comisión correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Y no fue solo a causa de la negativa de los Heredia, ya que sus impulsores podían haber recurrido a otra ferrería, sino también a otras circunstancias que -estas sí- aparecen en los libros de historia y que se refieren a la corta duración de ese periodo republicano: entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874. Con el proyecto ya olvidado y la plaza 'desnuda' en su zona central tras la retirada de la antigua Fuente de Génova, el plan 'B' de las autoridades locales llegó pocos años después, también con nombre propio: la Fuente de las Tres Gracias. Pero esa es ya otra historia.

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Fotografía del arquitecto Joaquín de Rucoba, a quien le fue encargado el proyecto del monumento. SUR

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