El código QR recuerda un poco a una pieza de arte abstracta, a lo Victor Vasarely. Pero es una imagen que trabaja. Conecta el mundo físico con los datos digitales que están almacenados en algún servidor y ofrecen información. Un giro desenfadado con la muñeca es ahora suficiente, quién lo iba a decir hace algunos años, para validar un billete de autobús en la EMT. Desde hace una semana, los 300 vehículos que circulan por la capital están equipados con lectores que leen estos códigos desde los teléfonos móviles. Unos lectores que se convierten así en los nuevos aliados del pago sin contacto y que escriben una nueva página en la historia de la movilidad. Este nuevo hito también es una oportunidad para realizar un viaje que comienza en blanco y negro. Sirve para ilustrar la evolución tecnológica de la propia empresa a través de sus diferentes métodos de pago, que se han ido sucediendo desde 1906, un año clave. Entra en funcionamiento la primera línea del tranvía eléctrico que circulaba por El Palo. A bordo, un operario con un uniforme elegante se dedicaba a cobrar cada viaje. Con la figura del cobrador y su bandolera de cuero empezó todo.
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El germen de la actual EMT
Los tranvías eléctricos no fueron el primer medio de transporte colectivo de Málaga. Antes, allá por 1890, ya funcionaban los llamados tranvías de «tracción por sangre» o «tranvías de mulas» por las calles malagueñas. La primera línea de la existe documentación como «línea municipal» salía desde el boquete del muelle y recorría las calles del Centro. En 1906 llegan los tranvías eléctricos. La población de la ciudad era entonces de 136.000 habitantes. En 1923, ya se disponen de 37 vehículos y se operan las siguientes líneas: Alameda - El Palo; Alameda - Estación; La Victoria - Huelin; Alameda - Bellavista; Alameda - Baños del Carmen y Circunvalación Casco Ciudad.
La figura del cobrador: El libro 'Historia del Transporte Público en Málaga' reseña a lo que se se podría denominar el primer método de pago. Lejos del 'contactless', era alguien de carne y hueso porque el cobrador era un operario que viajaba en el interior de los vehículos y lucía un elegante uniforme con su correspondiente gorro. Estaba provisto de una bandolera de cuero en la que guardaba la recaudación diaria. A cada usuario se le entregaba unos billetes que, al mismo tiempo, servían como soportes publicitarios. «Le interesa visitar los almacenes de tejidos de Sobrinos Félix Saénz Calvo», se podía leer. También había billetes que ya contemplaban un viaje de ida y vuelta como, por ejemplo, de la Alameda a los Baños del Carmen.
Miguel Ruiz, el gerente de la EMT, atiende a SUR para hacer un repaso a todos los métodos de pago del transporte público en Málaga. «El origen del tranvía en Málaga hay que buscarlo en la compañía Tramways de Málaga, que tenía sede social en Bruselas», resalta. Había dos grupos motor dinamo en las cocheras que tenía la compañía en La Malagueta. Desde ahí se conseguía generar la tensión de 500 voltios utilizada en la tracción de los tranvías. En caso de que fallase el suministro, los vehículos también contaban con un motor de 350 caballos. Tenían una capacidad para 42 pasajeros. Como se puede observar en las imágenes, algunos incorporaban, además, una jardinera en la que podían viajar otros 24 más.
La figura del cobrador persiste
El año 1949 es otra fecha clave en el transporte urbano de la ciudad. El Ayuntamiento crea la Sociedad Municipal de Transporte Urbano, reemplazando a la compañía Tramways de Málaga, que había entrado en problemas económicas. No solo por los efectos de la Guerra Civil. El tranvía, en estos años, ya se encontraba en retroceso en toda Europa y empezaba a ser sustituido por los autobuses. El Ayuntamiento adquirió los primeros autobuses del fabricante Daimler. Estos vehículos conservaban un espacio reservado al cobrador. Una pequeña mesa facilitaba las labores de cobranza. Los billetes venían en taco y ya se dividía al viajero en varias clases: ordinario, escolar, universitario y jubilado.
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En esta época también surge el primer bono-bus. Un formato que persiste hasta hoy. Era un librito de diez billetes y cuando el viajero se subía al autobús se entregaba uno y el cobrador le daba a este un billete de canje.
Los primeros Daimler dieron paso al mítico Pegaso 6035. Fue el autobús urbano por excelencia en España en la década de los 70. Fue bautizado popularmente como «oruga» o «gusano». En Málaga, acabó dando refuerzo para la entrada y salida de los colegios de El Palo y Pedregalejo. Pero, sin duda, supuso un antes y después para el transporte público en Málaga.
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El año 1984 es otra fecha clave. Se crea la Empresa Municipal de Transportes (EMT). La intención es la de modernizar su gestión cara al público. Aquí también surge un nuevo método de pago, que consiste en instalar en los autobuses máquinas para cancelar los bonos. Es el tiempo del bono-bus que se divide en tres colores, según la categoría: ordinario, jubilado y estudiante.
Miguel Ruiz, el gerente de la EMT, insiste en que la empresa siempre ha destacado por su «vocación innovadora». Eso también explica que en esta época se probara por primera vez un sistema para que el conductor no tuviera que entrar en contacto con el dinero. La llamada línea de los 90, compuesta por prototipos de autobuses que daban servicio en la línea número 12 (Muelle Heredia – San Andrés), contaba con seis vehículos en los que se instaló un sistema de cambio automático. En 1984 también desaparece de manera definitiva la figura del cobrador. Este grupo se reconvirtió luego en conductores.
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El año 2002 supone un hito para la EMT y las formas de poder pagar un billete. Entra en vigor por primera vez el sistema de pago sin contacto. «Fue algo revolucionario porque fuimos los primeros en tener este sistema en España». Cualquier usuario de la EMT en Málaga conoce el sistema. Las tarjetas, que se pueden adquirir en las oficinas de la EMT, estancos o quioscos, se pasan por las máquinas desarrolladas por la empresa INDRA. Como curiosidad: cada tarjeta emite un sonido diferente para que al conductor, por ejemplo, no se le «cuele» un joven con la tarjeta de un jubilado.
En 2012, las EMT contaba con las siguientes modalidades de pago con tarjeta: tarjeta bus ordinaria, tarjeta del consorcio, tarjeta oro (jubilados), tarjeta universitaria, tarjeta joven (para menores de 25 años) y tarjeta estudiante.
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Para el siguiente hito hay que viajar hasta 2022. Los hábitos en la sociedad han cambiado y cada vez son más personas las que realizan cualquier pago con tarjeta. La EMT dio el paso natural de implantar el este sistema de pago en sus autobuses y enseguida obtuvo una gran acogida. Desde que está en vigor, el pasado mes de julio, se han realizado más de 600.000 validaciones por un importe de más de 1 millón de euros. Cerca del 20% de los usuarios que pagaban en efectivo ahora lo hacen con tarjeta. Por ahora, se aceptan tarjetas Master Card y Visa, aunque en breve la EMT también quiere incorporar la American Express.
Ni billetes, ni tarjetas ni cartera. Para viajar con los autobuses en Málaga ya basta con tener un móvil que tenga la aplicación de la EMT. El proceso de compra se realiza de forma rápida y sencilla, pulsando en el ícono de billetes QR.
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Posteriormente, se realiza el pago con tarjeta de crédito y el título de transporte queda almacenado en el móvil. «Esto también facilita que se puedan regalar viajes. Compras el billete y pasas el pantallazo del código por el móvil», señala el gerente de la EMT y puntualiza: «La abuela le puede pasar el billete al nieto para que ya no tenga una excusa para no ir a verla».
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