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Al margen de todo el sufrimiento humano, la guerra en Ucrania revela como las empresas, en una economía globalizada, se pueden convertir de un día para otro en la bola de juego de los conflictos geopolíticos. Entre esas empresas también se encuentran las compañías malagueñas ... que se ven afectadas de manera directa o indirecta por una agenda que ha deparado un nuevo conflicto bélico en territorio europeo. Los tiempos del comercio abierto y del clima de estabilidad pertenecen al pasado. El libre mercado ahora está amenazado por sanciones y una guerra comercial que ya afecta a las relaciones con Rusia. Algunos de los principales empresarios malagueños corroboran a SUR este nuevo escenario y temen pérdidas millonarias para la economía de la provincia.
Si bien el mercado ruso no es el principal mercado para la economía malagueña, el alza de la luz, los combustibles fósiles o el gas sí afecta a todo el tejido empresarial. Todo está interconectado y cuando los costes de producción aumentan se estrecha el margen de los beneficios.
Mayoral, el gigante de la moda infantil, es una de las empresas malagueñas que mantiene relaciones comerciales tanto con Rusia como con Ucrania. El presidente de Mayoral, Rafael Domínguez de Gor, cifra el actual volumen de negocio que suponen estos dos países en 20 millones de euros anuales. «Nuestras ventas en Ucrania y en Rusia están ahora mismo amenazadas. La campaña de verano la hemos medio mandado. Pero, por ejemplo, teníamos un camión de camino a Ucrania y ahora no sabemos muy bien si va a pasar la frontera», detalla Domínguez de Gor. «En Rusia, aparentemente, no pasa nada pero tampoco sabemos muy bien».
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También apunta a las consecuencias que tienen las sanciones que se han impuesto al sistema financiero de Rusia, con el veto a las principales entidades bancarias del país: «Ahora mismo no sabemos si nos podrán pagar».
Mayoral no tiene tiendas físicas propias en Rusia ni en Ucrania. Lo que vende lo hace a través de tiendas multimarca. Domínguez de Gor señala como la guerra ya ha empezado a afectar a la distribución y logística. «Mandar la mercancía es complicado. No sabes si la vas a cobrar. Si tratas de asegurarla con seguros de cobro te sale carísimo. Y eso que nosotros llevamos 20 años haciendo negocios en Rusia», precisa.
La segunda compañía malagueña que más opera en el mercado ruso es Dcoop. La cooperativa exportó en el año 2020, según los datos aportados a SUR, aceituna de mesa y vino por un valor de 8,9 millones de euros. El trozo de la tarta es pequeño si se compara con el total de exportaciones, que ese año fue de 473,1 millones de euros.
«Vamos a ver cómo queda esto. A nivel económico, lo que más me preocupa es la guerra comercial que pueda venir el día después. Si se imponen sanciones económicas a Rusia… pues ya sabemos como funciona esto. Lo vivimos con Trump y la aceituna de mesa. Los países se devuelven las sanciones. Ucrania no nos afecta pero Rusia sí es un mercado más importante. Vendemos algo en vino y algo en aceituna», explica el presidente de Dcoop, Antonio Luque, a este periódico.
A la incertidumbre de qué va a pasar ahora con el mercado ruso, el máximo responsable de la cooperativa con sede en Antequera advierte de los incrementos en los costes de producción.
Este encarecimiento en toda la cadena producción ya lo están percibiendo en la industria cárnica de Málaga. Rusia impuso un veto a la carne española en 2013, por lo que esta guerra no afecta a las exportaciones porque, directamente, no existían. Pero Rusia y Ucrania son países exportadores de grano y cereal que se utiliza para la alimentación de los animales.
Guillermo Beltrán, adjunto a la dirección de Famadesa, detalla cómo la subida de precios de las materias primas ya está afectando a la producción. «El gas ha subido debido al conflicto, así como la materia prima para la elaboración de piensos para nuestras granjas. También se ha incrementado precio del gasoil y nosotros contamos con una flota de más de 100 camiones propios.
«En el tema de exportación no nos ha afectado, ya que Rusia vetó a la Unión Europea hace varios años. Ucrania no es un mercado al que estábamos suministrando. Nos afecta indirectamente porque con los países que sí han exportado a Ucrania, ahora habrá más excedente en Europa», apunta a este periódico.
Ramón Soler, el director de operaciones de Prolongo – Faccsa cree también que el principal problema de esta guerra, a nivel económico, viene por el incremento de costes y vaticina un encarecimiento de los productos que afectará, finalmente, al consumidor. «¿A qué nos afecta a nosotros? Rusia y Ucrania son de los principales productores de cereales, por lo que habrá un incremento seguro en los precios. Por lo tanto habrá un aumento en los costes de producción de la proteína. Luego el precio del gas, que nosotros tenemos mucho consumo por el tema de la esterilización de bacterias. Esterilizamos con fuego. Y la subida de la gasolina, que nos perjudica en la distribución».
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