Vecinos de Peñarrubia, desaparecido bajo el Guadalteba, reunidos en Santa Rosalía, en la capital. enrique miranda

Casi la mitad de los emigrantes de pueblos en Málaga capital volverían si tuvieran un trabajo allí

Una encuesta de la Diputación Provincial refleja que la posibilidad de teletrabajar desde casa animaría a los jóvenes a volver a sus raíces

Ignacio Lillo

Málaga

Lunes, 26 de diciembre 2022, 00:46

Los pueblos de Málaga tienen una oportunidad para hacer frente a la despoblación por el camino inverso que muchos residentes de la capital con raíces en el interior estarían dispuestos a hacer... Siempre que se dieran las condiciones adecuadas. Una encuesta realizada por la Diputación ... Provincial aporta pistas interesantes sobre esas cláusulas que los municipios de la Málaga vaciada deberían cumplir para captar a esos pobladores que en algún momento lo fueron (bien por nacimiento o por vínculos familiares) y que tuvieron que marcharse.

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El sondeo, realizado dentro del programa supramunicipal para hacer frente al éxodo rural, ha recabado un total de 3.700 respuestas de malagueños que se encuentran en esta situación. El vínculo que une a los encuestados es por nacimiento (33%) y por crianza (26%) en un pueblo, lo que suma el 59%. Seguido del origen de su padre o de su madre (35%). Ser el lugar de origen de los abuelos o de la familia ya es menor (5%), al igual que ocurre con la elección personal, como un lugar que se visita con frecuencia (1%).

¿Y por qué se fueron? El 54% responde que lo hizo por trabajo; un 22% por motivos familiares y un 15% para terminar sus estudios. Pero hay más razones: la escasez de servicios, la poca oferta de ocio y las mejores comunicaciones también están ahí, aunque con un peso menor.

Cuando se les pregunta qué necesitarían para volver, la primera respuesta es encontrar un trabajo allí (27%), lo que, sumado a la posibilidad de teletrabajar desde casa (18%) refleja que casi la mitad se plantearía mudarse de vuelta a su pueblo si se pudiera ganar la vida allí. Otras razones de peso son tener una casa (21%); mejorar los transportes, la oferta de ocio y la conciliación familiar. En cuanto a los mayores, un 18% se plantea regresar cuando se jubile.

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La vida rural ofrece numerosos atractivos: el paisaje aparece en primer lugar (47%); seguido de cerca por la tranquilidad (42%); el estilo de vida de sus gentes (35%); las fiestas patronales (33%); la gastronomía y el clima.

La encuesta ha sido respondida por un 64% de mujeres y un 35% de hombres, la mayor parte en la franja de edad entre 31 y 51 años; seguida de los menores de 30 (25%) y de los mayores (21%). Los encuestados residen mayoritariamente en Carretera de Cádiz (19%); Centro (17%); Cruz del Humilladero (15%) y Teatinos (11,5%).

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Vínculo con el municipio

La encuesta fue abierta, a través de una campaña de captación en los medios de comunicación y en redes sociales, de forma 'online', en la que los interesados han dado sus opiniones de forma anónima, según explican fuentes técnicas de la Diputación. La iniciativa surgió tras tomar conciencia de que las personas vinculadas con estos municipios tienen más posibilidades de mudarse de vuelta a ellos. «Mucha gente en su momento se fue para buscar otra vida mejor en las ciudades, y queríamos conocer por qué lo hicieron, qué necesitarían para volver y qué vínculos mantienen», comenta Natacha Rivas, vicepresidenta segunda de la Diputación y diputada de Despoblamiento.

El principal problema para analizar esta cuestión es que no existe un registro donde clasificar a los malagueños por su lugar de origen o el de sus familias. De ahí surgió la idea de la campaña, que en esta primera etapa ha pretendido hacer una radiografía de la situación; mientras que en una segunda fase pretende ir a los barrios donde se han identificado más personas con este perfil; así como de la mano de las peñas de Málaga, que es la institución que trabaja más de cerca con este colectivo. «Queremos conocer mejor a las personas que querría volver pero que tienen alguna necesidad que no está cubierta, para trabajar esas oportunidades».

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La diputada es optimista sobre los resultados. «Años atrás en los pueblos a la juventud nos educaban en que había que salir y estudiar para buscar un sitio mejor, que estaba fuera» (ella es originaria de Mezquitilla, en Algarrobo). «Eso no es así y lo tenemos que revertir: por un lado, hay que asentar a las que ya están, y por otro ayudar a las que volverían al pueblo o adoptarían uno, sobre todo si el empleo se lo permite». A lo que añade: «La gente que tenga ganas de vivir en un pueblo debe ver que es una alternativa real, se vive bien y hay oportunidades».

Perfil deseado

Por su parte, los ayuntamientos han manifestado a la Diputación que les gustaría recibir a personas «que quieran a los pueblos», esto es, que se adapten a su realidad; y no guetos de personas extranjeras que no llegan a integrarse. «Se trata de que el municipio siga creciendo, con ayuda de los que vienen, pero con una aportación para generar más vida».

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De ahí surgió la posibilidad de dirigirse a los que tienen alguna añoranza de sus raíces, tales como personas próximas a la jubilación o jóvenes que quieran más calidad de vida para sus hijos. «Los urbanitas pueden tener el pueblo idealizado, pero desconocen la parte negativa». Además, se pretende fomentar una economía estable, que dinamice el pequeño comercio y los servicios cercanos.

Las peñas, el lugar de encuentro de los vecinos que llegaron del interior

La Federación Malagueña de Peñas es la institución que trabaja más estrechamente con las personas residentes en la capital que proceden de pueblos de la provincia. Su presidente, Manuel Curtido, señala que la mayoría de los miembros de las entidades están relacionadas con otros municipios, tales como Álora, Cártama, Alozaina, Algarrobo, etc.

«Las peñas surgen por eso, como la forma de tener un arraigo en la ciudad de muchos grupos de amigos, hombres y mujeres que vienen de la provincia y suelen ser afines por un origen común», explica. Como ejemplo, indica que en la Cruz del Humilladero reside mucha gente originaria de Álora que trabajaba en la antigua fábrica de Intelhorce.

A modo de referencia, las 110 peñas tienen influencia en una masa social de unas 40.000 personas residentes en la ciudad, y más del 50% tienen su origen fuera de esta, según los cálculos de la entidad.

Sobre la posibilidad de volver, Curtido advierte de que las personas mayores mayoritariamente no tienen interés. «Se venían por necesidad, porque en los pueblos no había trabajo, de forma dramática algunos de ellos; pasaron una etapa dura y ya están acoplados en la ciudad». Muchos mantienen una residencia en el pueblo, «pero las van vendiendo o dejando en herencia».

En cambio, son más proclives a mudarse los jóvenes, en busca de tranquilidad y un medio ambiente mejor. «La segunda generación sí empieza a pensar en esa opción, por la calidad de vida de las zonas rurales, sobre todo en la Serranía de Ronda y en la alta Axarquía».

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