Joaquina González Marina, rodeada de su familia, celebrando su noventa cumpleaños este miércoles en Benalmádena. Ñito Salas

La embajadora de la cultura malagueña en Londres vuelve a casa

Joaquina González Marina, poeta, pintora y profesora siempre vinculada a Málaga, vivió más de medio siglo en el Reino Unido, donde difundió la cultura andaluza y española y desde donde escribió para Diario SUR

Lunes, 24 de febrero 2025, 00:32

«Parece imposible», ríe Joaquina González Marina, que ahora reside junto a su segundo marido, Desmond Savage, en una residencia de Benalmádena en la que ... los rótulos están escritos en inglés y en castellano dando cuenta de lo multicultural del ambiente, en sintonía con lo que ha sido toda su vida: vibrante, creativa y políglota. El milagro al que se refiere Joaquina es al de haber logrado reunir a una familia que está repartida por medio mundo para celebrar su noventa cumpleaños este pasado 19 de febrero. Una efeméride muy especial, porque se conmemora además con la exposición en las paredes de la residencia de varias decenas de sus obras pictóricas que podrían pronto encontrar acomodo en la Academia de San Telmo, de la que fue miembro y en nombre de la cual escribió en Diario SUR desde Londres, ciudad en la que vivió durante más de cincuenta años, entre 1970 y hasta hace tres años cuando regresó a España, primero a Alicante, y después a Málaga, provincia en la que no nació, pero con la que toda la vida ha tenido una ligazón muy especial, de sangre y emocional.

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Este periódico le lleva a Joaquina un particular regalo de cumpleaños: una selección de artículos de prensa que narran fragmentos de su vida como escritora y artista y otros tantos, la mayoría, de los que ella misma es autora. «No había visto nunca esto. Esta es una mujer que nunca deja de sorprenderme», dice Desmond admirado mirando a una coqueta Joaquina que lleva un pañuelo primorosamente anudado al cuello, con la manicura recién hecha y los labios bien pintados y delineados. «Siempre va perfecta», constata su hija. Es y era una belleza, como da fe la portada de la revista Semana que protagonizó. Incluso Salvador Dalí quedó prendado de ella cuando junto a una periodista alemana lo visitó en Cadaqués para entrevistarlo. Joaquina, mientras, entre modesta y por la ausencia con que la castiga la edad, con cuidados modales británicos que ha adoptado, va a lo que le interesa de verdad: «Me gustaba mucho escribir, pintar y dar clase».

Fue una mujer adelantada a su tiempo: viajaba sola y fue a visitar a Dalí, que se quedó prendado de su inteligencia y de su belleza, lo que también le valió ser portada de la revista 'Semana'

Joaquina, a la derecha, junto a Salvador Dalí, cuando fue a entrevistarlo con una periodista alemana. SUR

«Nace una poetisa». Corría el año 1953. Así se presentaba en SUR Joaquina González Marina, que había escrito su primera obra, 'Dieciocho segundos'. «Ahora asistimos los malagueños al admirable espectáculo de una poetisa que va a dar mucho que hablar (…) Aunque nacida en Madrid, es malagueña porque, hija de Rafael González Sáenz, malagueño de corazón, y de una Marina Bocanegra, y lleva este amor y desazón por Málaga que le toca en sangre», decía el cronista, que también entrevistaba a una Joaquina que contaba que entonces residía en Barcelona, donde al año siguiente comenzaría estudios de Filosofía y Letras y que todos los veranos visitaba la Costa del Sol.

Dos décadas más tarde, a mediados de los setenta, la hemeroteca de este periódico nos trae otro gran hito de su vida: José Luis Estrada Segalerva, entonces presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, informaba de que Joaquina se encontraba en Londres y daba más notas biográficas de su vinculación con Málaga: «Es sobrina de dos prestigiosos médicos malagueños, especialistas puericultores, Salvador y Gregorio Marina. Es hija del que fue gran pintor y se malogró en su relativamente prematura muerte, Rafael González Sáenz, catedrático de colorido en la Escuela de Barcelona y enamorado de Málaga, que perpetuó en muchos de sus dibujos, de sus lienzos y en general de toda su obra». Si lo habitual había sido –y sigue siendo- que los británicos vinieran de vacaciones, a vivir o a pasar temporadas a la Costa del Sol, Joaquina hizo lo contrario: se fue a vivir a Inglaterra, donde fue embajadora de la cultura española, dando charlas sobre los principales literatos patrios, y donde también tradujo al castellano a autores británicos como a los tres de Liverpool –Adrian Henri, Brian Patten y Roger McGough-.

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Joaquina fue portada de la revista 'Semana' en 1961. Ñito Salas

Desde Londres, además, Joaquina colaboraba en la revista cultural malagueña 'Caracola'. Y, por supuesto, escribía artículos para SUR, muchas veces como académica de San Telmo –ahora es miembro honoraria-, pero no sólo; sus textos versaban especialmente sobre cuestiones culturales y poesía –incluso con creaciones dedicadas a la ciudad, como esos versos a la madrugada de Málaga: «la luna cálida lanzaba una luz extraña y hasta mí llegó el perfume de Málaga antigua»- aunque no únicamente, ya que por ejemplo, el periódico da cuenta de su hallazgo de un extraño diente de león con siete cálices y corolas unidos, que dio nombre a una revista literaria que creó, 'Dandaleon', que recibía colaboraciones de toda el mundo.

Su obra pictórica se expone ahora en la residencia en la que vive. Ñito Salas

Pero, ¿cómo es que Joaquina llegó a Londres? Su hija, Teresa Jacobson-González, nos cuenta su azarosa vida: Joaquina nació en Madrid y a las tres semanas la familia se trasladó a Barcelona donde el padre había ganado una cátedra; éste en todo momento mantuvo muy buena relación con Málaga, hasta el punto de que llegó a retratar a algún alcalde de la ciudad, lienzos que deben de estar colgados en La Casona, aunque con anterioridad había vivido en Granada, donde estuvo muy bien relacionado en el rico ambiente cultural de la ciudad a principios del siglo XX, hasta el punto de que Federico García Lorca llegó a hacer alguna carantoña a la pequeña Joaquina cuando era un bebé, saludo que predestinaría al poeta granadino como el favorito de esta mujer a día de hoy. Tras Granada el siguiente destino del cotizado pintor y su familia sería Madrid y, a continuación, Barcelona. En la Ciudad Condal Joaquina estudió Filosofía y Letras y aprendió varios idiomas –llegó a dominar cinco-, que combinó con estancias en Bonn y en Viena: «Disfrutaba mucho de viajar y de aprender culturas nuevas», dice la hija. Que una mujer en los años cincuenta estudiara, viajara sola, disfrutara de becas… dice mucho tanto de su determinación como de las ideas avanzadas que se respiraban en su familia.

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Joaquina, revisando los recortes de prensa sobre su obra en Londres. Ñito Salas

Precisamente, viajando sola Joaquina conoció a su primer marido, Antony Jacobson. Dio la casualidad de que éste trabajaba en el Instituto Británico, en Barcelona, así que la relación pudo prosperar. A las cinco semanas él le pidió la mano. «Fue un enamoramiento de mentes», afirma Teresa. Los dos eran brillantes, con grandes inquietudes intelectuales; los dos habían visto mucho mundo y verían más aún juntos. En Barcelona, por ejemplo, participaban de la ebullición cultural de la ciudad y entablaron relación con los Lara y su editorial Planeta. Antony Jacobson fue director de derechos de autor extranjeros y ella también ocupó gran parte de su vida en la edición de textos y libros. Los dos además formaban equipo en sus colaboraciones con la BBC. De Barcelona se mudaron a Suiza, a Ginebra, donde la familia vivió cerca de un año. De ahí, con Joaquina embarazada de Teresa –antes habían nacido Max (1963) y André (1968)- partieron a Londres, donde Antony trabajaba para una multinacional estadounidense.

«Era poeta, artista, periodista, escritora, profesroa, era todo eso, sí. Tenía un mundo muy creativo. Yo la recuerdo siempre escribiendo o pintando»

Joaquina, que hablaba y escribía en inglés como una nativa, siguió dedicándose a la docencia universitaria en Londres, que era el trabajo que había desempeñado también en España –había sido número uno de su promoción en las oposiciones a la docencia-. Y tampoco soltaba el pincel para pintar cuadros ni la pluma para escribir versos y para realizar sus colaboraciones literarias. Asimismo, fue miembro de la Royal Academy of Arts y pronunció muchas conferencias y realizó numerosas presentaciones sobre artistas españoles. Ejerció, por tanto, de embajadora de la cultura española en Londres durante las cinco décadas que allí residió, pero también de informadora para Málaga de lo que acontecía al otro lado del Canal de la Mancha. «Era poeta, artista, periodista, escritora, profesora, era todo eso, sí. Tenía un mundo muy creativo. Yo la recuerdo siempre escribiendo o pintando», afirma Teresa. «Vivíamos en Hampstead, el sitio más bohemio de Londres. Nuestros vecinos eran todos artistas. Los padres de mis compañeros de colegio eran muy interesantes», continúa la hija de la homenajeada por su cumpleaños en Benalmádena.

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«Vivíamos en Hampstead, el sitio más bohemio de Londres. Nuestros vecinos eran todos artistas»

Repasando su obra literaria. Ñito Salas

La pareja formada por Joaquina y Antony terminó rompiéndose. A continuación, a principios de los años ochenta, Joaquina se casó por segunda vez con Desmond. Con él, directivo de General Motors, viajaría a China, Japón, Corea, Nueva Zelanda, Sudáfrica… Además, a partir de entonces, con Joaquina, Desmond se enamoró de la idea de España, se compraron una casa en la Costa Blanca y estuvieron años viviendo a caballo entre Alicante y Reino Unido. Y también en el ambiente cultural alicantino se hizo un hueco Joaquina: allí no sólo siguió dando clases de idiomas, sino que también exponía su obra pictórica.

Hace tres años los achaques de salud trajeron al matrimonio a la residencia de Benalmádena en la que viven. Es un ambiente cosmopolita, europeo, el que ha caracterizado toda su vida. Y, al tiempo, a Joaquina le vienen muchos recuerdos de los veranos de su infancia en la Costa del Sol. Desmond la cuida. Se cuidan el uno al otro. Pero él deja claro que con sus 95 años, «tiene cinco años de superioridad». Ahora a él le toca cuidarla un poco más a ella, aunque compartan, como todas las parejas, además de amor, catarrillos contagiados mutuamente, que ahora ya están venciendo con la complicidad de esta primavera adelantada que vive Málaga en febrero. La fidelidad de Joaquina a Andalucía a la que nunca ha faltado continúa sólida: «Siempre he sido muy andaluza», zanja la cumpleañera.

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