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Si usted quiere pasar los días más señalados de la Navidad con otras personas, lo podrá hacer. No serán, en teoría, encuentros multitudinarios y los que se sienten en una misma mesa deberían pertenecer a un círculo relativamente cercano. Todos los responsables políticos en ... España están meditando en estos momentos relajar algunas de las restricciones que aplican para el control del covid. El objetivo a corto plazo pasa por que las fechas más señaladas del año se acerquen a algo parecido a la normalidad. La moral de la ciudadanía está muy tocada y la salud mental necesita de algún paliativo.
La economía está igual, arrodillada desde marzo. Los comercios y la hostelería necesitan la Navidad para elevar una facturación que este año está siendo raquítica por culpa de todo tipo de restricciones. La determinación de levantar algunas barreras inquieta, sin embargo, a los profesionales sanitarios que estiman que los actuales números no justifican el relajamiento de medidas que se está contemplando. Margarita del Vals, viróloga del CSIC, ya lanzó la propuesta de posponer cualquier celebración hasta que la situación mejore. Su voz siempre es la del coro discordante. Pero no es la única. La preocupación sobre los riesgos de una posible tercera ola, como consecuencia de las reuniones familiares, se extiende también entre los profesionales en Málaga. Francisco Caro es médico en el Hospital del Guadalhorce. «Ayer estuve de guardia y recibí cinco pacientes con covid en un plazo de dos horas», expone que la situación en los hospitales sigue siendo crítica.
Para este médico malagueño, el levantamiento de las restricciones a la movilidad constituye el principal factor de riesgo. Si el virus sigue latente, argumenta, también viaja y se puede extender entre la población. «Tiene que ser todo muy limitado. Si se relajan las restricciones, se espera que haya otro rebrote del rebrote, tercera ola, o como se quiera llamar. Por desgracia, la cosa está así», añade Caro. Al final, resume, el marco que se perfila por parte de las administraciones determina el comportamiento de las personas.
Las repetidas llamadas a la responsabilidad individual tendrían un efecto escaso: «Es algo muy personal e imposible de controlar. Si a ti te dan para cenar hasta las una de la mañana, tú vas a intentar cenar con tu familia. Si el límite es hasta las diez de la noche, pues no te vas a ir a cenar porque no vas a salir a la carrera».
El epidemiólogo y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, también advierte sobre los riesgos que puede traer la Navidad para el control de la pandemia. «Tenemos que disfrutarlas todo lo que podemos, pero hay que disfrutarlas de una manera que no implique un incremento de casos en una semana o quince días después de las fiestas», dijo en su última comparecencia rutinaria ante los medios de comunicación.
La Navidad constituye un dilema no sólo en España. Los gobiernos de todo el mundo desarrollan en estos momentos modelos, hacen cálculos y solicitan la información de los expertos para crear posibles escenarios con fundamentos razonables. El mantenimiento o no de los toques de queda o las restricciones a la movilidad se tienen que sostener sobre una base científica. Italia, por ejemplo, ha decidido mantener sus restricciones vigentes.
Los expertos sanitarios coinciden en expresar que el coste de un relajamiento de las medidas puede ser mayor que el beneficio. ¿Para qué sirve celebrar la Navidad si viene aparejado a un crecimiento exponencial de los contactos que luego amenaza con colapsar al sistema sanitario? Las vacunas son una fuente de esperanza, pero ahora mismo el distanciamiento social ha demostrado ser la única medida que funciona con total certeza. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, suele comparar en sus comparecencias a la movilidad con un grifo: si se abre más de la cuenta puede salpicar más de lo deseado.
La Navidad devuelve al primer plano otro debate que acompaña a la pandemia desde el principio: ¿Hasta qué punto es ético seguir infringiendo daño a la economía y llevar a personas al abismo de sus existencias? Al Gobierno, ha quedado claro, le falta capacidad de fuego para abonar las facturaciones perdidas a cuenta. Las próximas semanas se moverán entre dos polos: preparar la movilidad de la población e incidir en la conciencia de cada uno.
El presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Javier González de Lara, siempre ha llamado a no caer en la falsa disyuntiva de «tener que elegir entre salud o economía». Para el representante de los empresarios, ambos aspectos son tan necesarios como compatibles. De ahí que De Lara siempre ha pedido que se valore el esfuerzo que han hecho las empresas de todos los sectores en el desarrollo de conceptos de seguridad. Lo mismo sucede en la hostelería, que sufre por partida triple. A la limitación de los aforos y las restricciones horarias se le suma la merma de clientes por culpa de la falta de movilidad.
Hay otros números al margen de los contagios que también alimentan el dilema en el que se encuentra el país y toda Europa. ¿Cómo influye un aislamiento tan prolongando sobre las personas? ¿Durante cuánto tiempo se puede prohibir el contacto entre familiares? Los psicólogos ya empiezan a tener lista de espera en sus consultas. La Navidad puede ejercer como el mejor calmante.
La incertidumbre, es de las pocas cosas a las que se puede apostar sobre seguro, acompañará a los ciudadanos en las próximas semanas. Las restricciones a la población seguirán bailando al son de la curva epidemiológica del momento.
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