Antonia, Jennifer, Eva y Carmen, en la sede de la AECC de Málaga. Salvador Salas
Día Mundial contra el Cáncer de Mama

La difícil vida de una superviviente de cáncer de mama

Las curaciones son casos de éxito, pero tras ellas quedan múltiples secuelas físicas y psicológicas que afectan en el día a día de las mujeres que han pasado por la enfermedad

Iván Gelibter

Málaga

Viernes, 18 de octubre 2024, 23:39

A Jennifer (33) le llegó la carta de despido de su trabajo literalmente cuando estaba dentro de un quirófano en el que le estaban implantando ... una mama tras pasar por un cáncer. Carmen (46) tuvo que firmar una salida pactada de su empresa porque no podía seguir realizando el trabajo (y tampoco se lo facilitaban) que hacía antes de pasar por el cáncer de mama. Antonia (60) espera con una «incertidumbre terrible» la decisión del tribunal médico sobre su vuelta al trabajo. Ha sido cocinera toda la vida, pero desde que pasó por el cáncer de mama ha perdido el olfato y el gusto, y encima no puede levantar peso. Eva (59) acaba de terminar el tratamiento de radioterapia, pero no sabe cuándo volverá a ingresar dinero en casa porque es autónoma y ahora mismo su estado físico y mental no le permite seguir en su negocio, el de la artesanía.

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Jennifer, superviviente de cáncer. Salvador Salas

Estas cuatro mujeres de Málaga, a pesar de sus circunstancias, son casos de éxito. Al menos para la estadística, porque se encuentran entre ese grupo de pacientes de cáncer de mama que han sobrevivido a la enfermedad. De hecho, este cáncer –el que tiene más prevalencia entre las mujeres con mucha diferencia– es uno de los que mayores tasas de supervivencia tiene a cinco años, en torno al 85 por ciento. Sin embargo, que la medicina considere que se han curado no quiere decir que sus vidas hayan vuelto al punto de partida antes de la enfermedad, sino todo lo contrario. «Desde fuera puede parecer que una vez que te dan el alta todo ha terminado. Pero no es así, la vida ha cambiado y no somos las mismas», recalcan juntas y por separado.

Esta situación no es algo nueva, aunque desde la Asociación Española contra el Cáncer recuerdan que, por ejemplo en términos mediáticos, siempre que se habla del cáncer se hace en términos de datos, de prevención o de innovaciones médicas. Por esto, en este 2024 han querido poner el foco en las necesidades depacientes y supervivientes de cáncer de mama para concienciar a la sociedad lo que significa vivir y sobrevivir a él. Para ello, el Observatorio del Cáncer ha realizado un estudio cuantitativo con el nombre de 'Necesidades y calidad de vida en supervivientes de cáncer de mama' para dar a conocer la realidad de las mujeres que superan la enfermedad.

Carmen, de 46 años. Salvador Salas

El temor, la incertidumbre, el intentar mostrar que lo están llevando bien... son cuestiones que estas cuatro mujeres tuvieron en común durante el proceso de la enfermedad. Pero lo que viene después también lo comparten. «Mi miedo a día de hoy es que vuelva a aparecer a enfermedad, pero también que nadie note en mi cara que a veces no estoy bien. No quiero que mis hijos, mi marido y mis hijos sufran, aunque tenga que sonreír cuando sienta dolor», reconoce Carmen.

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A Jennifer, que el cáncer le tocó cuando estaba comenzando a vivir la vida adulta, le sucede algo parecido. «Me he tenido que ir a vivir con mis padres, pero me preocupa cómo les afecta a ellos todo esto», relata.

En esta conversación en la sede de la Asociación Española contra el Cáncer en Málaga está también presente Jaime Mena, psicólogo de la entidad. «Mostrar que estás bien cuando realmente no es así no es algo positivo, aunque a veces es inevitable», señala. Mena, que atiende tanto a mujeres que están en proceso de curación como a otras que ya han superado el cáncer, recalca que más allá de las situaciones particulares de cada una, los miedos (a que un familiar pase por lo mismo, al parón laboral o a los problemas económicos) son comunes.

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Volver al trabajo

El temor, precisamente, es algo más abstracto. Pero el trabajo –o la vuelta a él– es algo mucho más prosaico, más concreto y además con muchas dificultades. Los casos de éxito lo son porque desaparece el cáncer, pero aparecen otras cosas. «Yo cogí la vuelta al trabajo con muchas ganas, era como volver al principio. Pero no se puede. Tenía un expansor que me hacía daño cuando cogía peso, pero si el tribunal médico dice que tienes que volver porque aún no hay quirófano para quitártelo... El caso es que volví, pero no era la Jennifer de antes porque el cuerpo no me respondía. En mi trabajo no lo entendieron, yo solo era un número, un problema», lamenta la más joven de las cuatro. El peor momento, sin embargo, llegó durante la segunda operación. «Me llegó la carta de despido cuando estaba en quirófano. Mi madre no sabía si contármelo, me lo dijo cuando estaba recuperándome y me dio un ataque de nervios».

La historia de Carmen fue parecida. Ella nunca llegó a volver. Su trabajo era bastante manual, y las secuelas no le permitían realizarlo. «La empresa me planteaba que me diera de baja por otra cosa o que me jubilara, pero nada más», lamenta. «Me ofrecieron una salida pactada, pero al mismo tiempo me avisaron de que si no aceptaba y luego no podía realizar mi trabajo, el despido se produciría en otras circunstancias más negativas. Acepté, claro», relata. «Tengo 46 años, limitaciones, en paro y no puedo coger peso. Esa es mi realidad».

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Hace pocas semanas que Eva terminó el tratamiento de radioterapia que llegó después de la operación. Aún no sabe qué se va a encontrar, pero la perspectiva no es buena. Es autónoma, dedicada al mundo de la artesanía, y de momento lleva sin trabajar desde que le detectaron el tumor el pasado mes de julio. «Me hicieron una prueba de fuerza y la conclusión es que he perdido mucha. Por supuesto que nadie me va a contratar ahora, pero he hablado con psicóloga y vamos a intentar ir paso a paso», cuenta.

Antonia, de 60 años, es cocinera. Salvador Salas

Antonia también tiene miedo de la vuelta al trabajo. Lleva toda la vida como cocinera en un comedor, lo que implica esfuerzo físico y cambios de temperatura. «El lunes pasé el tribunal médico. No sé lo que va a pasar conmigo, pero tengo 60 años y en mi casa me tienen que hacer las cosas porque yo no puedo. No tengo olor, no tengo gusto. Yo no estoy para reincoporarme, porque además que si lo hiciera mis compañeras tendrían que hacer parte de mi trabajo. Y lo peor es esta incertidumbre», reconoce.

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Es cierto que no todas las mujeres que han pasado por un cáncer de mama tienen las mismas circunstancias, pero las biografías de Jennifer, Carmen, Eva y Antonia no son aisladas. Son casos de éxito en la medicina, pero historias olvidadas una vez que el cáncer ha remitido. «Hay muchas cosas concretas que podríamos proponer. Pero sin empatía hacia nuestra realidad no vamos a avanzar jamás», lamentan.

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