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En la calle coronavirus, dentro de casa la felicidad de una joven familia. Mientras que fuera de las cuatro paredes el mundo se ha inclinado de forma vertiginosa hacia el desastre en tres, cuatro, cinco días, poco ha cambiado en la rutina de Francisco Alameda ... (27) y Marina García (24). Es la única que admite un bebé con menos de dos meses y que consiste en: dormir poco, consolar, hacer guardia al lado de la cuna, cargar, llevar, sostener, cambiar la ropa, dar de comer, poner el oído, escuchar los latidos y volver a empezar por el principio. Enzo todavía no lo sabe, pero es uno de los bebés que han llegado al mundo en un año que será recordado para siempre. Como los del 73, con la primera crisis del petróleo o los del 89 con la caída del muro de Berlín. Hoy sólo es noticia el coronavirus y en el ambiente se respira cierta sensación de peligro.
Es aquí donde Francisco reconoce que Enzo está permitiendo a esta joven familia abstraerse de lo que está pasando en la calle, como si fuera un escudo protector frente a los malos augurios. «Enzo es un entretenimiento constante. Sin él, me imagino, todo cambiaría muchísimo. Tendríamos que reinventar el aislamiento. Mi madre me llamó antes y le tuvo que colgar, que no tenía tiempo, porque el niño quería comer. No tener tiempo en estos momentos. Si lo piensas, es casi de locos».
Aunque pueda parecer que no, las limitaciones que impone el estado de alerta también están afectado al propio Enzo y a su comodidad. «Ya no podemos sacarle a la calla dar un paseo. Me paso el día con el pequeño en brazos de una esquina del piso a la otra. Veo que le está afectando al sueño. Los paseos le relajaban mucho. Quizá, ahora esté un poco más inquieto», explica Francisco, aunque al mismo tiempo reconoce que Enzo no es uno de esos bebés que funcionan como la relojería suiza.
Otra curiosidad. Este joven padre está viviendo ahora mismo una particular vuelta al pasado. Su confinamiento empieza después de llevar solo una semana trabajando, tras incorporarse de la baja por paternidad, en Padel Málaga Indoor, donde es profesor. Ayer, ambos tuvieron que llevar a Enzo al pediatra y tuvieron que salir a la calle. «Dicen que a los niños no les afecta el virus, pero es imposible no pensar en ello», reconoce Francisco.
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