Ridruejo en uno de los balcones de la Alameda del Tajo. SUR

Los días de destierro de Dionisio Ridruejo en Ronda

El poeta falangista fue deportado por Franco tras criticar al régimen, con el que rompió. En la Ciudad del Tajo permaneció ocho meses dedicados a pasear, leer y escribir

Lunes, 22 de febrero 2021, 00:38

Viernes 16 de octubre de 1942. Primera hora de la mañana. El tren expreso Madrid-Algeciras para en la estación de Ronda. Se abre la puerta de uno de los vagones, de donde baja un hombre de poca estatura y enjunto con una maleta en ... la mano; detrás quien había sido su particular sombra desde que a medianoche salieron de Atocha, un policía de la temida 'secreta' de la dictadura. Aunque estaba acostumbrado al frío tras haber pasado por el frente ruso en las filas de División Azul, el frío seco de la Serranía hace que Dionisio Ridruejo se suba las solapas de su abrigo. Es su primer encuentro con la Ciudad del Tajo, adonde ha sido desterrado por sus críticas al régimen de Franco, que él contribuyó, desde las filas falangistas, a instaurar en España.

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Un día antes, en su casa de la calle María de Molina de la capital madrileña recibió un oficio de la Jefatura Superior de Policía donde se le notifica la imposición de la sanción de «confinamiento» (el eufemismo para no hablar de destierro) en Ronda y que debe ser ejecutada de inmediato. Es el castigo que el dictador Franco le impone tras la carta que le envió el 7 de julio de ese año en la que fue su ruptura con el régimen y donde, en seis puntos, describe la «terrible» realidad del mismo, según se recoge en su libro 'Casi unas memorias'.

«Primero: Fracaso del plan de gobierno y de la autoridad en materia económica. Triunfo del 'estraperlo'. Hambre popular desproporcionada. Segundo: Debilidad del Estado, que sufre las intromisiones más intolerables en materias que afectan a su propia contextura política, mientras enajena el apoyo popular con una política excluyente de estilo conservador. Tercero: Abandono de una política militar de previsión eficiente y, en cambio, permanencia del Ejército como vigilante activo de la vida política; cosa que se justifica por la inestabilidad del Régimen, en la tradición intervencionista, no superada, procedente de un siglo de guerras civiles. Cuarto: Confusión y arbitrariedad en el problema de la justicia, con agudización del encono rojo en extensas zonas del pueblo. Quinto: Conspiración incesante de los sectores reaccionarios, anglófilos de ocasión, que invita a la intriga a las gentes que defienden privilegios y toman posiciones enfrente del Régimen y más concretamente contra la Falange. Sexto: Olvido total de la verdad fundacional falangista. El Movimiento inerme y sin programa. Los mandos poco auténticos y sobradamente vulgares. La masa a expensa de los demagogos», escribe el poeta nacido en El Burgo de Osma en 1912.

No es la carta de un cualquiera o de un opositor de izquierdas, sino de quien fue amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, integrante de Falange (a Ridruejo se le atribuyen dos versos del Cara al Sol: 'Volverán banderas victoriosas / al paso alegre de la paz'), donde fue Consejero Nacional y miembro de su Junta Política, fundador de la revista 'Escorial' y voluntario de la División Azul. Aquella «manera de hablar claro», según destaca el cronista oficial de Ronda, Faustino Peralta, fue el motivo que le llevó a su destierro a la Ciudad del Tajo.

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Además, aquel año su nombre era el favorito para ganar el Premio Nacional de Poesía (con su correspondiente asignación económica), pero el jurado -integrado entre otros por Manuel Machado, Gerardo Diego o José María Alfaro- recibió una sugerencia sobre que el poeta había caído en desgracia política y lo declaró desierto. «Que es todo cuando podía hacer para afirmar su independencia», según escribe Ridruejo en su libro de memorias sobre la decisión del jurado.

Fachada del edificio donde estuvo la comisaría de Ronda. SUR

Retomando el hilo de su llegada a Ronda, tras bajarse del tren, su primera visita fue a la comisaría policial, entonces ubicada en la calle Virgen de la Paz, número 21 -a medio camino entre la plaza de toros y la Alameda- donde el 'secreta' lo puso a disposición del comisario que le leyó las condiciones de su destierro. «Podía elegir el alojamiento, pero tenía que pagárselo él. Mientras permaneciera en el mismo podría estar sólo, pero cada vez que saliera le acompañarían dos policías», explica Peralta, quien añade que en la elección de la Ciudad del Tajo como lugar de confinamiento pudo pesar las ventajas de su clima, recomendado por los médicos para los enfermos. Y es que Ridruejo, tras la campaña rusa, de la que había regresado tan sólo unos meses antes de enviar la carta, su peso era de 35 kilos; medía 165 centímetros.

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Con 3.000 pesetas en el bolsillo, se decide finalmente por el hotel Victoria para alojarse. Cada mes son 2.000 pesetas lo que tiene que pagar por la pensión completa; sus escasos recursos y la prohibición de poder colaborar en prensa y revistas o dar clases en una academia le impide conseguir ingresos. Medita irse a una pensión más barata o incluso alquilar una casa, pero ninguna le gusta. Al final, sale adelante con las ayudas de sus amigos, algunos de los cuáles como Juan Ramón Masoliver o David Jato le visitaron en Ronda.

«Cuando me encontré en mi habitación del hotel Victoria y abrí la ventana, todas mis preocupaciones e incomodidades se disiparon. Aquella ventana valía el viaje, el confinamiento y cualquier cosa. Tenía a mis pies un jardín espacioso, que aún estaba florido, lleno de palmeras, pinos y cipreses. Su borde era el de la gran falla o cortadura que levanta a Ronda. Más abajo se veía, delgado, al riachuelo, y las casas eran como la de un belén. Enfrente de mí, el campo iba ganando en altura, ancho en su gran hemiciclo coronado por las dentadas montañas de plata», describe en su obra 'Casi unas memorias' y que, junto a su experiencia posterior en la ciudad, le hacen enamorarse de Ronda.

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Ridruejo descansando junto a una palmera en los jardines del hotel Victoria. SUR

Alojado en el mismo establecimiento donde un par de décadas antes residió Rilke, cuya figura conoció y en cuya obra profundizó mientras estuvo en Ronda, el día a día de Ridruejo se resume en su vida en el hotel, sus lecturas (en especial la poesía de Antonio Machado) y la escritura en la habitación, los paseos por la ciudad y la ventana al exterior que eran la correspondencia con sus amigos.

Faustino Peralta destaca que Ridruejo paseó mucho por la ciudad, también por sus alrededores ya que le gustaba ir al campo, y llegó a tener un gran conocimiento de su historia y de sus monumentos, analizó antropológicamente cómo la topografía de la ciudad explicaba los estatus sociales (la alta sociedad vivía en la parte vieja de la ciudad; la burguesía en la zona nueva, mientras que en los arrabales estaban los labradores en el barrio de San Francisco y los obreros, en el de Padre Jesús), pergeñó uno de sus libros de poesía, 'Cancionero de Ronda', donde compuso versos a la ciudad, y tuvo algo de vida social.

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El hotel era uno de los centros sociales de la ciudad y allí el poeta conoció a rondeños (aunque en sus escritos no menciona a ninguno en concreto) y compartió estancia con otros viajeros, especialmente con una pareja que en algunas ocasiones lo arrastraba a las tabernas a escuchar flamenco, aunque Ridruejo era un hombre introvertido al que le gustaba la soledad, según Peralta, uno de los rondeños que junto a Antonio Garrido Domínguez más ha profundizado en la estancia del poeta en la ciudad.

En la Alameda, el poeta junto a su amigo David Jato que vino a visitarlo. SUR

En esos meses que está en Ronda coincide en una ocasión con el general Queipo de Llano, que también había caído en desgracia dentro del régimen, así como con un equipo de cine que rodaba una versión de la película 'Carmen' en escenarios de Ronda, entre ellos una corrida de toros, y el protagonista era «el pequeño de los Bienvenida, quien estaba acompañado por su padre, el Papa Negro».

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Con el paso de las semanas, la monotonía se fue apoderando de Dionisio Ridruejo. Sus amigos se percataron y por ello movieron sus influencias en el entorno del régimen, en especial Masoliver, para que encontrarle un nuevo lugar de destierro. El 18 de mayo de 1943, el poeta falangista y contestatario con el régimen abandonó Ronda hacia su nuevo destino: Barcelona. Ronda fue la primera de una serie de ciudades en las que estuvo desterrado a lo largo de su vida por su oposición al régimen, que fue in crescendo, hasta el punto de ser uno de los participantes en el llamado Contubernio de Múnich en 1962.

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