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Los delirios febriles en niños o adolescentes, por norma general, no suelen tener consecuencias graves: «Lo habitual cuando ocurren es que el crío diga algunas palabras inconexas, o algo que en el momento no tiene coherencia, por lo que son fácilmente reconocibles por los padres; ... las desgracias por este motivo son excepciones». Así lo explica el pediatra y presidente del Colegio de Médicos de Málaga, el doctor Pedro J. Navarro, al ser consultado por SUR después del trágico desenlace del menor de 12 años fallecido este miércoles tras caer en la pasada madrugada del martes por el balcón de su vivienda en Mijas cuando, al parecer, sufría este cuadro.
Como detalla el facultativo, estos episodios generalmente están asociados a la fiebre alta en niños, aunque también «depende del dintel» que presente cada menor. «Hay casos en los que si el crío es más sensible y tiene 38 de fiebre ya puede empezar a presentar algún comportamiento que no es habitual», apunta.
En este sentido, Navarro explica que los delirios provocados por la fiebre suelen tener una duración de pocos minutos y aconseja a las familias que no se alarmen e intenten conversar con sus hijos para que mantengan la calma si empiezan a mostrarse confusos. «En cuanto baja la temperatura, el niño ya recupera la normalidad y en muchas ocasiones ni lo recuerda, porque pasan por un estado parecido a la ensoñación», indica.
En caso de que este cuadro se prolongue durante más tiempo sí es recomendable que los progenitores lleven al menor al pediatra para que el profesional estudie si hay alguna otra circunstancia clínica como trasfondo de los delirios. Asimismo, el facultativo explica que los niños son los más propensos a padecer estos delirios en casos de fiebre alta -aunque no sucede siempre que se alcanza un estado febril alto- debido a que el cerebro se encuentra en una fase más inmadura que cuando la persona ya es adulta.
Esto es así porque se produce una actividad cerebral inadecuada, en la que la fiebre puede llegar a alterar el proceso normal de envío y recepción de señales debido a la infección o al virus que padece el menor y que provoca estas alteraciones transitorias, que en algunos casos pueden traducirse el alucinaciones. En cualquier caso, como sostiene Navarro, la mejor manera de afrontar estos episodios es desde la calma y la vigilancia al pequeño.
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