Podría ser la historia de un 'nerd', Bernardo Quintero (Vélez-Málaga, 1973), y cómo logra cambiar el mundo con la ayuda de un ejército reducido de supercerebritos. Acabar en Google no es solo formar parte de un pulido engranaje del conocimiento, con centros de datos y conexiones de fibra óptica por todo el mundo. De manera simultánea, es aterrizar en una especie de taller de ideas para genios que cuenta con recursos cuasi ilimitados. Al menos, así es como se percibe en el mundo de los profanos.
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Por eso 'Infectados' (editado por la Fundación Unicaja) es mucho más. Como nunca antes, este libro ofrece una visión de lo que se mueve en el interior de la máquina. De paso, desmonta en sus 354 páginas algunos mitos y clichés que rodean al gigante tecnológico de Mountain View, con sede ahora también (aún hay que pellizcarse a veces) en Málaga.
Porque el autor es el propio Quintero, que se estrena como escritor y deja claro otra cosa: incluso el poder visionario de solucionar problemas tremendamente complejos tiene algo de circunstancial y azaroso. «Crear una 'startup' e innovar es un proceso complejo en el que no existe un método para garantizar el éxito. Siempre nos encontramos una cantidad de factores y variables que escapan de nuestro control», afirma. O dicho de otra manera, según Quintero: «Bendita serendipia».
Cuando Quintero, el Aula SUR y la Fundación Unicaja se unen para un llamado, acuden todos. Las solicitudes para asistir a la presentación de 'Infectados', en las oficinas malagueñas de Google, eclipsaron los registros. Hace días que el aforo colgó el cartel de completo. Quintero, vaquero Levi's y jersey azul marino de cuello alto, tiene muchas horas de vuelo en charlas, conferencias y escenarios de todo tipo. Hablar de ti y hacerlo a través de unas memorias autobiográficas es escalar de categoría.
El ingeniero de Google demostró luego que goza de un lenguaje cáustico, en el buen sentido, para llevar las cosas al punto que se necesitan para que sean didácticas. La conversación, guiada por la periodista Nuria Triguero, la Kara Swisher malagueña, mutó enseguida en un encuentro ameno y cálido.
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Ese lenguaje directo y sin rodeos tiene reflejo en el propio libro, que huye de la tentación de convertirse en algo ininteligible y pedante. Algo que podría pasar teniendo en cuenta la materia por la que se navega. Todo lo contrario. Incluso un 'tecnomendrugo' militante va a poder disfrutar de la lectura.
'Infectados' es una cronología de los acontecimientos 'tech' más importantes de los últimos 30 años. Pero también es la historia personal de un niño que nace en Vélez-Málaga y crece en el seno de una familia humilde, sin grandes alharacas en la cuenta corriente. La carrera de Quintero se desarrolló en paralelo al boom tecnológico que se inició en los años 90. El tiempo en el que los ordenadores, internet y los móviles empezaron a salir del nicho para penetrar en el conjunto de la sociedad, revolviendo la vida de todos.
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En 1998, lanzó Hispasec como una mera continuidad a una vocación que necesitaba materializarse de alguna manera. Quintero habla de «hobby» cuando se remonta a esa época. El gran golpe llegó en 2004, con VirusTotal. Solo el nombre ya fue genialidad en sí: juguetón, simple y pegadizo.
Simplificando mucho, es como con el ébola o el covid. Los virus surgen a través de las mutaciones y apenas se pueden erradicar ya del planeta. En el mundo digital, una vez en circulación, los gusanos, troyanos y ransomware ponen en peligro a empresas, ayuntamientos, personas y estructuras de todo tipo. Quintero y su equipo perfeccionan el antídoto para ello. Lo demás es historia.
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Este miércoles fue también un viaje en el tiempo. Amazon aún se llamaba Cadabra y Jeff Bezos mendigaba atención a los periódicos, antes de poseer él mismo el 'Post'. Cuando empresas como Netscape instalaban de repente un tobogán en sus oficinas. Un emprendedor, Steve Case, con fama de bocazas, proclamaba que AOL iba a ser más grande que Time Warner.
Seguramente aun si saberlo, Quintero estaba estableciendo los cimientos para que el nombre de Málaga pueda formar parte hoy de eso que se llama «ecosistema» (perdón por la palabreja). Y sin ese complejo de salvador del mundo que tanto caracteriza a algunos emprendedores de nuevo cuño.
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Las descripciones de Quintero ofrecen una experiencia pedagógica y una lectura repetidamente divertida. Porque, eso es verdad, los 'techies' se encargan de suministrar de manera fiable historias llamativas –a veces bizarras– que dan muy bien en una crónica.
Entre ellas, la manera en la que Quintero aproximó a Google. «No se fijaron en nosotros, nosotros nos fijamos en ellos», recordó como mandó un correo a puerta fría a uno de los ingenieros de Google y le dio acceso total a VirusTotal. O las botellas de whisky que se apuestan para estimular el alcance de grandes logros. Esas entrevistas de trabajo en las que la chaqueta y corbata no sumaban y sí lo hacían unas manos grasientas, resultado de arreglar discos duros.
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¿Mente brillante? ¿Visionario? ¿Adelantado a su tiempo? Si la pregunta de quién es Bernardo Quintero existe, este libro ofrece muchas respuestas. Un anticipo lo dio este miércoles Dolores Domínguez, aquella profesora 'hippie' que fue clave en su desarrollo académico: «Le gustaba ayudar a los demás». En un mundo en el que todo se tiende a digitalizar, es de agradecer que los valores humanos aún cotizan alto. Quintero, un niño de Vélez-Málaga, es el ejemplo personificado.
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