Un delfín merodea alrededor de una red de pesca en la Bahía de Málaga, grabado con cámara submarina. sur

Un proyecto científico en Málaga ayuda a los pescadores a reducir los ataques de delfines a sus redes

Investigadores prueban varios materiales baratos para ahuyentar a los cetáceos, que rompen las mallas para robar las capturas

Ignacio Lillo

Málaga

Lunes, 6 de junio 2022, 00:43

Todo el mundo ha escuchado hablar del conflicto en el norte de España entre los ganaderos y los lobos, que cazan algunas piezas de ganado para comer. Pues en el Mediterráneo ocurre algo parecido entre los pescadores artesanales y los delfines mulares, que a menudo ... rompen las redes para robar las capturas. No es algo de lo que se hable habitualmente fuera del gremio, y la comunidad científica ha decidido actuar antes de que los afectados tomen represalias.

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Un proyecto científico, en colaboración con pescadores de Caleta de Vélez y Fuengirola, está estudiando fórmulas para ahuyentar a los cetáceos mediante el empleo de varios materiales baratos. José Carlos Báez, investigador del Centro Oceanográfico del IEO y vocal de la Asociación Herpetológica Española, lidera este estudio, que lleva a cabo el citado colectivo, con la financiación de la Fundación MAVA y del Acuerdo sobre la Conservación de los Cetáceos en el Mar Negro, el Mar Mediterráneo y la Zona Atlántica Contigua (ACCOBAMS).

Daños causados por delfines en una red de pesca. sur

«Al estudiar las interacciones entre los delfines, las tortugas marinas y la pesca, se puso de relieve el problema que sufre la flota artesanal por la depredación de los delfines mulares», explica Báez. Hasta ahora, la solución había sido el empleo de 'pingers', emisores de ultrasonidos, pero estos ya no disuaden a los cetáceos, sino que, al contrario, tienen un efecto llamada: «Acuden porque a ese ruido saben que hay comida fácil, y no se quedan enganchados porque pesan 200 kilos».

«Lo peor es que los delfines acometen a lo bruto y atraviesan las redes, con lo que causan daños brutales». Una red vale unos 3.000 euros, mientras que el científico ha calculado entre 600 y 2.000 euros, en términos de materiales y sobre todo de horas de trabajo, el gasto necesario para el arreglo cada vez que se produce un ataque. Este problema se une al del alga asiática, que inunda las mallas; así como a la subida de precios, especialmente del gasóil, que deja a estos pescadores artesanales sin ingresos y abocados a desaparecer.

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Salmonetes, sus preferidos

José Carlos Báez subraya que esta actividad artesanal de trasmallo, que se lleva a cabo cerca de la costa, es totalmente legal y permite capturas de salmonetes, jibias y lenguados, besugos, brecas, doradas, pargos, sargos, dentones y herreras, entre otras especies. Precisamente, el pez que más le gusta comer a los delfines es el salmonete, de ahí que muchas veces los pescadores renuncien a cogerlos para evitar los destrozos, lo que hace que se exploten más otras especies, como el pulpo, que no tiene estos problemas.

Un CD colocado en las redes sirve para ahuyentar a los delfines, al menos de forma temporal. sur

En este escenario, el grupo de investigación está probando métodos de mitigación baratos y fáciles de aplicar, que se colocan en la red y que permiten ganar tiempo, antes que el animal coja confianza, se acostumbre a ese objeto y se vuelva a acercar. Los que mejor están funcionando son los discos de CD, que tienen un efecto disuasorio inicial, como ocurre en las terrazas con las palomas, pues «la ecolocalización les hace percibir que hay algo raro». Otra propuesta es poner una botella vacía, a modo de burbuja de aire, aunque esta también disuade a la pesca. «Estamos en un continuo ensayo y error, y seguimos trabajando; hemos tenido algunos resultados prometedores con los CD, pero necesitamos ensayos a largo plazo y más cooperación con pescadores en distintas zonas para poner en práctica las ideas». Si estas soluciones funcionan, también podrán servir para evitar los ataques de orcas a veleros en el Estrecho.

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De momento, el proyecto lleva un año en marcha, con voluntarios de las cofradías de pescadores de los puertos de Fuengirola y Caleta de Vélez, que son los más grandes y los que tienen más interacciones con cetáceos, aunque también hay problemas en otras zonas. Báez es contundente a la hora de fijar el objetivo: «Hay que evitar a toda costa que los afectados acaben atacando a los delfines, como ocurre con el lobo». Aunque en Málaga todavía no hay constancia, en Almería ya han aparecido varios animales muertos con signos evidentes de haber sido atacados por humanos. «Debemos armonizar la conservación y la pesca».

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