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La vida les llevó por unos derroteros, pero ellos se han rebelado contra ese destino. Dejaron los estudios por diferentes motivos, pero en un momento ... determinado de sus vidas se armaron de valor y tomaron una decisión que les ha abierto nuevos horizontes: retomar los estudios. Ahora, León, Cintia, Vanesa Amidda y Jesús han visto reconocido su esfuerzo y su dedicación a los estudios con un premio de la Consejería de Educación y Deporte. Los cuatro han estudiado la Educación Secundaria Obligatoria para personas adultas en el mismo instituto, el IES Vicente Espinel (o Gaona, como se conoce por la calle en la que está situado).
Cada uno tiene detrás una historia personal, pero coinciden en la capacidad de trabajo, en el esfuerzo y el afán de superación. Y también en las ganas de seguir estudiando: la Secundaria no eran el fin, sino más bien el medio para seguir creciendo.
Cintia Ruz Judas nació en Barcelona, pero desde los 12 años vive en Málaga. Por circunstancias familiares tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar en la hostelería. Hasta que llegó un momento en el que «paré, reflexioné sobre mi vida y lo que quería ser». La conclusión de aquel autodiagnóstico fue la necesidad y conveniencia de retomar los estudios. «Tenía la sensación de que sin el título de la ESO se estaban aprovechando de mí, me han fastidiado bastante, y me convencí de que tenía que tomar otro rumbo», señala la joven, de 27 años, que tras el Bachillerato quiere seguir estudiando. Como ha hecho su madre, que se apuntó a los cursos de adultos de la Universidad, y como animará a su hermano. Cintia es una de las premiadas, con un 10 en su expediente académico. En toda Andalucía han sido 18 premiados, que tendrán una recompensa económica de 500 euros.
La directora del Gaona, Julia del Pino, destaca el mérito de estos alumnos, que han sido capaces de superar los «muchos obstáculos que les ha puesto la vida» y han encontrado en los estudios el camino hacia un futuro mejor. Los premiados valoran y agradecen la dedicación de sus profesores, los ánimos que les han dado en los muchos momentos de dificultad que se plantean a lo largo del curso. De hecho, casi la mitad de las personas que comienzan la Educación Secundaria o Bachillerato de adultos lo abandonan antes de que termine el primer trimestre, según indica el jefe de estudios, Francisco Pareja. «Pero de los que consiguen continuar sus estudios, titulan el 90 por ciento», apunta.
En la provincia, 24 centros imparten la Secundaria para adultos a unos 2.900 alumnos. Según el nivel, se puede hacer en un curso o dos. El Bachillerato para personas adultas se imparte en 15 centros a 2.800 estudiantes. Son dos cursos, aunque con algunas asignaturas menos, como Educación Física o Religión.
Jesús Sánchez Hernández, de Venezuela, lleva 20 años en Málaga. Una operación en la pierna que le dejó «peor de lo que entré en el quirófano» le apartó de su trabajo en la hostelería. «Con tanto tiempo libre me pregunté qué hacer, y me recomendaron estudiar, y en el Gaona», comenta. Se vio obligado a dejar los estudios antes de tiempo porque fue padre muy joven y se puso a trabajar para mantener a su familia. Su 9 de expediente le ha servido para hacerse con uno de estos premios, de los que ellos no tenían constancia. «Estudiar ha sido muy gratificante, era una meta personal y es algo que me ha dado fuerzas para continuar. No me había planteado volver a estudiar, pensaba que no sería capaz, y ha sido muy satisfactorio y estoy orgulloso de lo que he hecho», comenta.
Jesús ha seguido estudiando: está matriculado en un ciclo medio de Electromecánica en el IES Rosaleda, porque la mecánica era algo que siempre le había gustado. También continúa estudiando Cintia, en su caso el Bachillerato en el turno de tarde. Como hace León Sverda –en el turno de mañana–, también en el mismo instituto Gaona. Con 48 años, llegó de Ucrania con el objetivo de trabajar «uno o dos años», y ya lleva 18. Ha tenido trabajos en la hostelería, pero sabe que para mejorar laboralmente necesita estudios. «Hay muy buenos cursos de formación de la Junta, pero no los he podido hacer por la falta del título», lamenta.
Conseguir el título de Secundaria ha sido para ellos una inyección de autoestima. Y no solo para los premiados. «Todos los titulados del curso pasado, los 48 de Secundaria y los 51 de Bachillerato, han comprobado que se abren sus horizontes profesionales y personales», señala el jefe de estudios. Y para los profesores «supone la satisfacción de ver que nuestro trabajo da sus frutos, gracias al esfuerzo que realizan, pues es difícil conciliar trabajo, familia y estudios», señala Cristina Reglero, jefe de estudios adjunta para la enseñanza semipresencial.
«Volver a estudiar y sacar un 10 en los exámenes era algo que no imaginé ni en sueños», dice Vanesa Amidda Kajjal Sahli. De padres marroquíes, nació en España y muy joven, con 19 años, tuvo a su primera hija, por lo que dejó los estudios para ponerse a trabajar. La suya es también una historia de superación, de hacer frente a todo tipo de adversidades y de sacar tiempo para estudiar de donde no lo hay: su hija ha estado enferma y tenía que llevarla a diario al hospital. Aún así, ha tenido las mejores notas y ha sido premiada por este gran esfuerzo. «Tenía el graduado, pero ya no me servía para mejorar laboralmente. Mi marido pasó por el Gaona, preguntó y me animó a que viniera. Después todo han sido facilidades de Paco Pareja y del resto de profesores», señala. Estudió en la modalidad semipresencial, por lo que iba al instituto dos días a la semana. También les pusieron clases de refuerzo. «He llorado mucho, de los nervios, de las ganas de sacar esto, porque después de 21 años sin coger un libro, se hace muy difícil». Por esto se levantaba a las 4.30 o 5 de la mañana para ponerse a estudiar antes de ir al trabajo.
Su amiga y compañera de estudios, tanto en el Gaona como ahora en el ciclo Medio de Hostelería en La Rosaleda, Alicia del Carmen Suárez agradece la labor de los profesores del Gaona, que «nos animaban constantemente, nos ayudaban y arropaban, comprendían las circunstancias personales de cada uno de nosotros». Algo que echan de menos en el nuevo instituto, donde son un alumno más. Pero la directora les anima a «romper lazos» y ganar en autonomía. «Es cierto que aquí se les quiere y se les cuida, los profesores son muy sensibles a sus necesidades y se comprometen al máximo», señala Julia del Pino.
Vanesa y Alicia del Carmen llevan bien el curso en su nuevo instituto, y por sus buenas notas han sido seleccionadas para participar en una próxima feria gastronómica. «Me he dado cuenta de mi capacidad, de que puedo, y ahora no me pongo límites», dice Vanesa. La educación, la formación, le ha abierto nuevos caminos y oportunidades que, ahora sí, quiere explorar.
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