María Altamirano
María Altamirano
María Altamirano, profesora titular del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA), es la nueva directora de la cátedra de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) y la UICN de Conservación de la Naturaleza, una institución desde la que se ... propone mejorar la concienciación social y la transferencia de conocimiento a las instituciones para frenar la pérdida de biodiversidad en el mediterráneo.
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– ¿Para qué es necesaria una cátedra de conservación de la naturaleza como esta en Málaga?
– La conservación no tiene que ser exclusiva de las administraciones o de los científicos, sino una unión de fuerzas en la que también participe la ciudadanía. Para la conservación hace falta formación especializada, investigación, sensibilización y divulgación; y mucha transferencia a los gestores, a las administraciones y a los profesionales. Esa especialización tiene que ser de alto nivel, para lo que la cátedra UNIA-UICN une a dos organismos de excelencia: la Universidad Internacional de Andalucía, con su oferta de enseñanza de posgrado; y el organismo referente en conservación de la naturaleza a nivel internacional, y en concreto en el contexto mediterráneo, que es la sede de la UICN en Málaga.
– ¿Hacia dónde quiere dirigir la cátedra?
– Esta es la segunda singladura de la cátedra y queremos darle un nuevo rumbo, marcado por la internacionalización, con sinergias entre estados e instituciones en el contexto mediterráneo e iberoamericano. Queremos trabajar mucho en conservación terrestre y marina en el Mediterráneo, dando prioridad al eje norte-sur, es decir, también con el norte de África. Aquí, el trabajo que lleva ya por adelantado la UICN es muy importante. Y por otro lado, queremos extender brazos con la UNIA en Iberoamérica, empleando el idioma español como vehículo para abordar la conservación y como herramienta para llegar a un público más amplio. Esta cátedra está en la sede tecnológica de la UNIA en Málaga, y eso tiene un sentido, tanto por la ubicación geográfica como por los recursos de formación que ofrece. Y coincide en la misma provincia con la sede del Mediterráneo de la UICN. Ese tándem tiene un potencial enorme. En esta singladura queremos que la cátedra apoye a la UICN-Med en sus objetivos de conservación, contando con los recursos y la experiencia de la UNIA. De hecho, ya estamos trabajando para identificar las necesidades en las que la cátedra puede dar apoyo.
– ¿Cuáles son las grandes amenazas para la conservación de la naturaleza en el entorno mediterráneo?
– Si hablamos de factores que amenazan la diversidad, sin duda el cambio climático. Hay que saber gestionar los recursos naturales que tenemos, y en muchos casos falta una gestión basada en el conocimiento científico. En este sentido, la cátedra quiere ser un vehículo de transferencia tanto para los gestores como para los profesionales. A la hora de abordar el uso de los recursos, el sector privado tiene que entender la importancia de la conservación y la sostenibilidad: que nosotros somos solamente los depositarios de unos recursos que tenemos que mantener como mínimo intactos para las siguientes generaciones. Y transferir esa información a la administración para que tome la mejor de las decisiones en cada momento. Sin olvidar que falta mucha información y sensibilización, y si la ciudadanía no entiende la necesidad de conservar, no vamos a alcanzar ningún objetivo. Tenemos que llegar a todos los sectores, y la cátedra tiene como un pilar dentro de sus objetivos la sensibilización de la ciudadanía.
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– ¿Cómo nos está afectando el cambio climático?
– El cambio climático afecta a muchísimos niveles económicos y sociales, pero como hablamos de la cátedra de conservación, por poner dos ejemplos, por un lado afecta en los patrones de distribución de las especies, con especial preocupación por las que están amenazadas. Y por otro lado, por la amenaza que supone la ampliación de la distribución de las especies exóticas invasoras. Estos son dos aspectos que queremos desarrollar en la cátedra: ahondar en el impacto del cambio climático en la distribución de especies amenazadas; y la importancia que tiene en el contexto mediterráneo la invasión de especies exóticas, especialmente en el medio marino.
– Habla de concienciación de la ciudadanía. ¿A qué nivel estamos?
– La percepción es que, de manera indirecta, entiende la necesidad de conservación en el momento en el que se toca algún recurso que para la ciudadanía es importante. Pero hay que ahondar, ir más allá, no trabajar solamente en determinadas especies sino con hábitats, entender que el bienestar que tenemos depende del buen uso que hagamos, y no ser egoístas, no solamente el ciudadano de a pie sino los gestores, que deben entender que su responsabilidad es mantener y no comprometer la conservación por un beneficio inmediato, sino pensando en el futuro. Que cada euro que ahora se invierta en conservación, se multiplica por más de cien en el futuro.
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– Sin embargo, vemos el caso de las cotorras, que son una especie netamente invasora, que casi nadie quiere que se toquen y las administraciones no hacen prácticamente nada...
– Eso es un ejemplo de la necesidad de sensibilización y de educación a la ciudadanía. Si a una persona, de manera razonada, se le explica los daños que produce una cotorra, que es una especie que amenaza a otras y a recursos necesarios para el ser humano, y que hay maneras con las cuales se puede controlar sin que sea dañina para la misma... Esa persona entiende la necesidad. Pero hay que llegar a cómo se comunica esta información a la mayor población posible y de una manera entendible, y ahí la cátedra puede hacer un trabajo de sensibilización y de educación.
– Ahí se enfrentan a las redes sociales, donde los impactos que se puedan hacer desde los ámbitos científicos y los medios se topan con muchas resistencias.
– En muchos casos lo que pasa es que unos pocos hacen mucho ruido y se hacen dueños de la voz popular, cuando no es cierto. Ahí también hay que insistir al ciudadano para que no deje que otros se apropien de su voz, que sea dueño de su opinión y de sus actos. Y algo que como docente me gusta inculcar a mis estudiantes es que cada uno de ellos es amplificador de una información y de un mensaje. El mensaje que alguien reciba, hay que darle la responsabilidad de que lo amplifique. Cada niño es una semilla en cuanto a conservación, entiende y tiene un alcance en su entorno que no se debe subestimar.
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– ¿Cómo valora la gestión que se hace del medio natural?
– La gestión es muy complicada, porque depende mucho de los recursos de los que se disponga. Hay cosas que se hacen bien, y en otras se hace lo que se puede. No quisiera ponerme en el papel de un gestor, pero lo que sí estoy viendo es que, cada vez con más frecuencia, se recurre al ámbito científico para la toma de decisiones. En este sentido, la cátedra quiere servir como ente de referencia para las administraciones que quieran tener ese fundamento científico, porque nosotros podemos ofrecérselo, bien de manera directa, bien poniendo en contacto con profesionales en temas determinados en investigación.
– Hablando de gestión, ¿qué está ocurriendo con la sequía?
– En términos de conservación y de sostenibilidad, lo que no se debe es comprometer el futuro por un beneficio inmediato en el presente. Ahí nuestros gestores son los responsables, y a pesar de que a veces tengan que tomar decisiones impopulares, tienen que pensar más allá de lo que ocurre el año que viene. Si España está cambiando en sus recursos hídricos, tiene que ser capaz de adaptarse, no se puede hacer un uso ineficiente para el beneficio de unos pocos y que luego nuestros hijos se vean afectados. Conservación es mirar a largo plazo y a veces tomar decisiones impopulares.
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– Decisiones impopulares que afectarían al turismo, a la agricultura...
– Hay que saber encontrar la solución para mitigar los impactos y tener capacidad de adaptación. Todas las nuevas circunstancias ofrecen también nuevas oportunidades, y hay que encontrarlas. España no deja de tener esas bondades que tanto atraen al resto del mundo, pero tenemos que ofrecer algo que sea sostenible, y la gente que visita España va a demandar esa sostenibilidad, no quieren grabarse con un impacto en la naturaleza tan maravillosa que tenemos.
– ¿En qué estado de conservación está el Mediterráneo?
– Voy a hablar del medio marino, que es el que más conozco, ya tengo cierta edad como para tener un referente de cómo eran nuestros fondos hace 20 años y cómo son ahora. La pena es que, debido a las especies invasoras, vamos perdiendo diversidad, y lo que más me preocupa es que perdemos comunidades, ecosistemas y espacios de referencia. Es muy difícil mantener prístino todo el litoral: España tiene una cuenca mediterránea muy amplia pero no podemos perder los sitios de referencia, que es hacia donde tenemos que mirar si en algún momento tenemos la oportunidad de restaurar y reforestar. Eso tenemos que mantenerlo, y ahí es donde tenemos que centrar todos los esfuerzos, además de seguir frenando la pérdida de diversidad. El estado ahora mismo es preocupante, pero soy optimista: los ecosistemas tienen una capacidad de recuperación, si se les deja tranquilos, que nos sorprende. Creo también en los compromisos de conservación que se están adoptando, con buena voluntad, y confío en que logremos frenar la pérdida de diversidad.
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