Da igual estos días. En todos los estudios que se lean o se quieran analizar, se confirma que los adolescentes y los jóvenes empiezan a sentirse muy hastiados. Según uno reciente, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la pandemia los castiga especialmente. ... El 32,5% de los jóvenes entre 18 y 29 años califica su estado de ánimo de «malo o muy malo». Eso significa que uno de cada tres no se siente bien en estos momentos. El dato es preocupante.
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Entre los que esperaban otra cosa está Pablo Ortega. Es de Alhaurín de la Torre y está a punto de cumplir 19 años. Sonríe cuando se le pide que se coloque para la foto, pero le entran ganas de llorar cuando empieza a contar cómo han sido los últimos meses para él. Hay algo de resignación en su voz. Admite que está siendo ahora mismo un poco complicado, que nada se parece a lo que él se había imaginado que iba a ser su primer año de carrera.
Y eso que el plan sonaba perfecto. Ahí estaba el paso del instituto a la universidad, conocer gente nuevo, explorar otra ciudad y estudiar en la carrera deseada. El único consuelo que le queda es que al menos lo último se ha cumplido. «Todos los días son un poco igual me paso las horas en el cuarto de mi casa, pegado al ordenador. Los compañeros de clase no los conozco físicamente, los conozco a través de la pantalla y los grupos de whatsapp», cuenta.
Verdaderas relaciones interpersonales en la universidad no existen en estos momentos. La mayoría de grupos de whatsapp, dice Pablo, «ya los tengo silenciados». «Ha sido un semestre muy raro», asegura. Todos los días le persigue la misma sensación. La de que se está perdiendo algo que no va a poder recuperar.
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Pablo representa a millones de jóvenes en todo el mundo a los que la pandemia ha frenado en seco. Es como si una generación entera estuviera sentada en la sala de espera de la vida, sin saber cuándo será su turno.
El catedrático de Psicología en la Universidad de Málaga, Pablo Berrocal, asegura que los jóvenes están sufriendo la interrupción de una de las fases más importantes en sus vidas: «Hablamos del momento en el que tratan de desconectarse un poco de sus padres».
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Laura Castillo tiene 20 años y está en su segundo año de carrera. El contraste entre docencia presencial y docencia telemática, asegura, «es enorme». «Temo que me pueda perjudicar en un futuro. Entre alguien que ha finalizado sus estudios de manera normal y alguien que lo ha hecho durante la pandemia, las empresas creo que van a elegir al primero», lamenta. «La motivación no es la misma y cuesta más concentrarse», explica. La procrastniación crece.
Las clases telemáticas o las discotecas cerradas son daños directos para los jóvenes. Visibles y palpables desde el minuto uno. Los daños indirectos, aseguran expertos, se notarán en los próximos años. Proclamar ya una «generación corona» y darla por amortizada sería exagerado, pero sí se puede dar por seguro que la anulación de contactos y los meses de docencia online han supuesto peligros para un desarrollo saludable, más aún para los jóvenes que viven en entornos precarios.
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