Ana Belén Maldonado no olvida el miedo que la invadía cada vez que llegaba a casa tras finalizar su jornada laboral. Como empleada de la empresa de limpieza de Málaga, en las semanas más duras del confinamiento y en las que menos se sabía del ... riesgo de contagio del coronavirus siguió trabajando tanto o más. «En cuanto entraba por la puerta empezaba el ritual de quitarme los zapatos y la ropa para echarla a lavar y me iba directa al baño para ducharme sin que ni mi marido ni mi hijo me tocaran», relata esta malagueña que formó parte del dispositivo creado por Limasa (ahora Limasam) para desinfectar las calles de la ciudad en general y en el que se daba prioridad a los entornos de hospitales, centros de salud, farmacias, residencias de mayores, mercados y supermercados.
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Una labor que los vecinos de la zona en la que está destinada, Nueva Málaga, han sabido agradecer. «Por las barriadas en las que he estado la gente me conoce y la verdad es que siempre me han tratado bien, pero es cierto que a raíz de todo lo que ha pasado tanto mis compañeros como yo hemos notado el cariño de los malagueños, algunos de los cuales incluso nos aplaudían. Aunque a los que estábamos desinfectando se nos veía más, el resto también han estado ahí», apunta Ana Belén, que lleva 9 años como empleada de limpieza viaria.
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