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La operación política impulsada por el PP para que Juan Cassá asuma responsabilidades de gobierno en la Diputación de Málaga con el objetivo, indirecto, de ... dar estabilidad al equipo de gobierno de PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de la capital –en minoría desde que el político asturiano dejó a principios de mayo la formación naranja– se presenta como un complejo puzle donde encajar piezas antagónicas.
El primer escollo que debe salvar el PP es con su socio de gobierno en la institución provincial, Ciudadanos. La formación naranja ya mostró sus reticencias a que Cassá se integrara en el equipo de gobierno de la Casona del Parque cuando el alcalde, Francisco de la Torre, ofreció en público esa opción. ¿Aceptará la formación naranja en esta ocasión? Por el momento, los liberales guardan silencio, pero cabe recordar que en la institución provincial no es necesario el apoyo de Cassá ya que populares y liberales tienen mayoría absoluta con 16 escaños. En el lado anverso de la moneda y si no acepta que el político asturiano asuma estas responsabilidades de gobierno en la Diputación está el hecho de que la espada de Damocles de la moción de censura continuará amenazante sobre el Ayuntamiento de la capital.
Por ello, De la Torre vio ayer como «positivo» esas negociaciones con Juan Cassá en la Diputación, mientras que el presidente de esta institución, Francisco Salado, confirmó que se trabaja para que Cassá «tenga el sitio que siempre ha tenido aquí, ni más ni menos».
El segundo elemento que entra en juego en esta complicada ecuación son las condiciones del exnaranja. Al principio del actual mandato, hace un año, Juan Cassá ya dejó clara su intención de no asumir ninguna delegación ni área de gobierno ni en el Ayuntamiento ni en la Diputación. Asimismo, está el hecho, según varias fuentes consultadas, de que pretende mantener su actual nivel salarial, que asciende en la institución provincial a 71.932 euros brutos anuales, ya que hasta ahora era portavoz adjunto del cogobierno, y su pretensión de contar como asesores con algunos de sus colaboradores.
Sabedor de que tiene la sartén por el mango, Cassá está haciendo valer su posición de fuerza en el Ayuntamiento para conseguir sus pretensiones en la Diputación. De ahí que en esta maniobra se esté hablando de que asuma responsabilidades de gobierno pero no una delegación o un área de gestión concreta. ¿Y cómo se articula esa especie de cuadratura del círculo? Por el momento no ha trascendido cuáles serían esas responsabilidades, pero algunas fuentes apuntan a que una fórmula, para que tenga validez jurídica, pasaría por su continuidad como portavoz adjunto del cogobierno, lo que crearía, cuanto menos, una situación insólita ya que sería la voz de un gobierno donde está el partido del que se ha marchado.
Mientras se terminan de encajar las piezas y de ver la reacción de la oposición, lo único cierto es que desde las 9.20 horas de este miércoles, Cassá es oficialmente integrante del grupo de los no adscritos en la Diputación de Málaga. Así lo ratificó in pleno extraordinario, que convirtió a Cassá en el diputado número doce que a lo largo de la historia democrática del ente supramunicipal abandona el grupo político por el que fue elegido.
En una breve sesión el PP, Ciudadanos y Cassá votaron a favor del único punto del orden del día, que era el paso del exdiputado naranja al grupo de los no adscritos, mientras PSOE y Adelante Málaga se abstuvieron.
Cassá formará parte de las dos comisiones informativas (la de Cuentas y Economía y la de Ciudadanía), formará parte de las juntas generales de los organismos dependientes de la Diputación (la sociedad Turismo Costa del Sol y el Consorcio de Residuos Sólidos) y podrá presentar una moción ordinaria y otra extraordinaria en los plenos.
Asimismo, el pleno acordó que el grupo de Ciudadanos quede constituido de manera unipersonal por Juan Carlos Maldonado, vicepresidente primero.
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