Virginia Rodríguez es licenciada en Filología Hispánica y en Derecho. Desde 2002 es funcionaria y en 2008 llegó a la dirección del IES Concha Méndez. Desde 2010 ha sido la coordinadora provincial de la Asociación de Directoras y Directores de Institutos de Andalucía (ADIÁN) hasta ... este mes de noviembre, cuando ha sido elegida presidenta regional. Ha sido presidenta y secretaria de tribunales de oposiciones de Secundaria y miembro de dos comisiones de selección de directores. Como madre de tres hijos, asegura que lo que más le importa es «enseñarles el valor del trabajo, del esfuerzo y la lucha por conseguir sueños y objetivos, ayudando siempre en su paso por la vida a quienes lo necesitan, además de no perder nunca de vista el valor de la familia, la amistad y la ética personal».
Publicidad
–Usted acaba de ser elegida presidenta regional de la Asociación de Directoras y Directores de IES de Andalucía. En primer lugar, enhorabuena por esta elección...
–Bueno, tengo que decir que llevo en la junta directiva regional más de 13 años, como coordinadora provincial aquí, en Málaga, por lo que el trabajo de fondo de la asociación lo conozco bien y he participado siempre de las iniciativas que hemos planteado, de manera bastante activa, aunque en un segundo plano. Ahora, es cierto, que el peso de ser cabeza de la asociación no hay que olvidarlo, y supone una gran responsabilidad añadida, pero seguimos trabajando en redes y con una entrega que conocen bien los que forman parte de nuestra estructura y también los que están al frente de la Administración educativa.
¿Qué objetivos se marca desde la dirección de ADIÁN?
Me planteo seguir luchando con todas mis energías por la Educación pública, por nuestros centros y comunidades educativas y por nuestros equipos directivos, que son la base de nuestro trabajo, por los que tenemos razón de ser y por los que merece la pena cualquier desvelo, pero siempre desde la lealtad institucional y el diálogo permanente. Y esto no se puede hacer de otra manera que junto a los miembros de una junta directiva regional con peso y muy valiosa, además de comprometida y trabajadora. Como verá, los 'Quijotes' de la Educación, porque es importante decir que no recibimos remuneración alguna por esta dedicación y que nuestro único pago es que las cosas funcionen mejor, que ganemos los centros y que la calidad educativa de los institutos andaluces sea de referencia. Eso es lo que nos mueve. Los equipos directivos de los centros educativos son clave para el éxito a todos los niveles y hay que cuidarlos e intentar que puedan ofrecer en sus contextos los mejores recursos y las mejores herramientas. En manos de los centros está el futuro de nuestra sociedad. Esto no habría que olvidarlo nunca.
–El reciente informe PISA coloca de nuevo a Andalucía a la cola de las comunidades españolas, ¿Cuál es su análisis sobre estos resultados?
–El análisis que hacemos viene siendo el mismo: una sociedad que no cesa de cambiar normas educativas cada dos por tres, que tiende a la burocratización constante, que no entiende el protagonismo que debe tener la figura del docente y que le resta control sobre el propio proceso de enseñanza-aprendizaje; que penaliza la cultura del esfuerzo y que quiere llevar la enseñanza competencial a todos los niveles, áreas y circunstancias, minusvalorando lo academicista, la memorística y la dificultad que supone la mejora y el progreso; que no impulsa de manera clara y sostenida en el tiempo la autonomía y la autoridad de sus maestros y profesores; que tiende al 'parcheo' en lugar de afrontar una regeneración global y atendiendo a la voz, ya desesperada, de sus profesionales; que no se plantea, antes que cualquier otra medida, la bajada necesaria de ratios en el aula; que escatima en recursos para la atención a las necesidades educativas especiales… es una sociedad que recogerá siempre estos frutos y que no entenderá qué es realmente lo importante y el fin último: formar a los mejores profesionales para la sociedad, pero también a los mejores ciudadanos comprometidos con un futuro sostenible y cargado de valores. Esto es producto de una doble realidad: la normativa que parte del gobierno central y la gestión de recursos que se hace a nivel regional. No podemos pretender ofrecer arroz con bogavante, sin una buena base y sin bogavante.
Publicidad
–Sin embargo, tenemos los presupuestos más elevados en Educación, hay más profesores y más medios que nunca, ¿cómo es que la educación andaluza no levanta el vuelo?
–Parece que es más una cuestión de organización de los recursos y de estructura. De nada me sirve, tener más que nunca, si no se emplea de manera óptima, atendiendo a las necesidades particulares de cada centro y, además, extemporáneamente. El café para todos no es un recurso de igualdad. Siempre defenderé que hay que escuchar con atención a los centros educativos y a sus comunidades. Sé que es complicada la organización de tantísimos servicios educativos, de tantos centros, de tanta casuística, pero sólo de esa forma, y con una organización del tiempo y de los recursos ad hoc, será cómo las cosas comiencen a cambiar. Es cierto, que los recursos han mejorado mucho en estos últimos cursos, y que vislumbramos la voluntad positiva de los que gestionan la Educación, pero nos topamos con situaciones que desconciertan mucho: fondos sociales europeos que se gestionan rápido y veloz, sin una planificación sosegada y eficaz; tiempos de ejecución que se eternizan, cuando hablamos de obras de ampliación o mejora; y otros, que requieren un cumplimiento por parte de los centros del todo insuficiente; pérdida, desde hace años, de la partida de inversiones para los centros, que tanto facilitaba atender, con todas las garantías, las necesidades del contexto más próximo y de la realidad de los centros, y que economizaba gastos y prevenía intervenciones más costosas en el futuro (cuando con las extraordinarias por el COVID los centros tuvimos la oportunidad de demostrar lo bien que supimos gestionar esas partidas que, aunque no muy amplias, sí que nos daba oxígeno para las intervenciones más urgentes…), etcétera.
–¿Cuáles son, en su opinión, los principales problemas de la enseñanza andaluza?
–Sin lugar a dudas, las altas ratios por aula (y no vale acudir a las medias, que incluyen aulas rurales donde esta ratio, generalmente, es mucho menor, porque las capitales de provincia, la costa, los núcleos de concentración de habitantes, etcétera ven cómo sus aulas no tienen espacio para una silla más). Una clase de secundaria con 33 alumnos/as o una de bachillerato con 38 no es el mejor contexto para pedir el éxito educativo. Y si sacamos la media de un aula rural de once alumnos, por ejemplo, con una de costa o capital de treinta y tres, nos da que las aulas están a veintidós… pero no es la realidad que vivimos en muchas zonas. Y, sobre todo, cualquier medida será 'de segundas', si no se empieza por bajar las ratios de las clases.
Publicidad
–¿Cómo afrontan los profesores esta situación?
–Los docentes hacen lo que pueden, pero nos están agotando a burocracia y los procedimientos hacen que perdamos el control de nuestra propia docencia y del proceso de evaluación del alumnado. Y poder hacer las cosas mejor es viable. Recientemente, la Dirección General del Profesorado y Gestión de Recursos Humanos nos presentó en Sevilla un nuevo sistema de gestión electrónica de los anexos por ausencias del profesorado. Algo sencillo que comenzará a funcionar en enero y que nos va a facilitar bastante la carga en papel de este tipo de permisos. Desde nuestras asociaciones profesionales ADIÁN y ASADIPRE lo valoramos mucho y pedimos que se extendiera este tipo de iniciativas, que van en la línea de la desburocratización. Ese mismo día, ADIÁN entregó un documento con una relación de procedimientos que requieren con urgencia de una simplificación. Ésa es una de las soluciones para poder dedicar más tiempo a nuestros alumnos, que es lo que realmente importa.
–¿Hay falta de recursos?
–Cada vez encontramos más necesidades educativas especiales que hay que atender y no tenemos los recursos suficientes, ni conocemos los criterios para su dotación. Las relaciones de puestos de trabajo del personal funcionario administrativo y del laboral (administrativos, ordenanzas, cocineros, personal asistencial…) no van acorde con la realidad de los centros: están obsoletas, o tienen puestos desdotados, o amortizados. El caso es que en cada vez más centros, los equipos directivos se cargan con un trabajo que no les corresponde, que no se reconoce en ningún sentido y que distrae del suyo propio. No puede haber liderazgo pedagógico, coordinación, implantación de nuevas ideas, seguimiento de planes y proyectos estratégicos, atención personalizada y toda la larga lista que se espera de nosotros y que no para de crecer cada año, sin dotación horaria suficiente, sin reconocimiento administrativo ni económico, en muchos casos, y sin empezar la casa por los cimientos de los recursos mínimos. Ahí están los principales problemas.
Publicidad
–Presenta usted una larga lista de demandas, ¿cómo habría que afrontar estos problemas?
–Nadie dice que sea fácil. A veces, incluso los intereses pueden estar enfrentados, pero lo cierto es que hay que buscar grandes soluciones para los grandes males de nuestro sistema educativo que sufre, y eso pasa sí o sí, por minorar las ratios como sea y por plantearnos un entorno normativo alejado de políticas, consensuado y estable. Queremos parecernos a otros sistemas educativos europeos más exitosos y nadie se para a reconocer que la herramienta principal es que sus docentes pueden volcarse personalizadamente en su alumnado porque el número lo permite, y que ese profesorado es reconocido a todos los niveles y sus decisiones respetadas y amparadas por la administración. Y ese mismo profesorado debe tener la dotación horaria suficiente para las competencias que se espera que desempeñe. La expectativa del constante buenismo en el personal de Educación debe tener una caducidad próxima, si se pretende que cambien las cosas.
–Parece que les asfixia la burocracia...
–Por otro lado, el sistema debe ser garantista, pero también permitir que los centros realmente puedan poner en práctica, desde una mayor autonomía, los medios y las acciones necesarias para buscar ese éxito escolar. La normativa, tan tasada como la actual, con un panorama de nomenclaturas nuevas, de relaciones y resultados poco inteligibles para las familias, rebuscada en su puesta en práctica, complicada para una evaluación acorde a lo exigido, que, como decía, no contempla lo academicista, ni en los cursos de posobligatoria… no ayuda. Estoy convencida de que llegará un punto en que volvamos a un momento pasado, en que la docencia vuelva a tener ese sentido, con las mejoras y avances necesarios, pero donde dejemos de ser más administrativos que docentes. Escuchar a algunos compañeros más veteranos, con desilusión, decir que no quieren prorrogar la edad de jubilación, por ejemplo, porque esto se ha convertido en algo en lo que no creen, es descorazonador…
Publicidad
–¿Cómo valora la nueva ley educativa? ¿Cómo está siendo su aplicación en los institutos?
– creo que nos equivocamos, que, a veces, complicando los procedimientos no se acierta, como he ido exponiendo. Hay partes de la norma que tienen mucho sentido, pero otras, no mucho. Enseñar desde la práctica, la razón, la aplicación, con una enseñanza significativa es básico, trabajar coordinadamente, no desligadamente; impulsar el aprendizaje basado en proyectos, las situaciones reales de aprendizaje, etc. tiene mucho sentido. Sin embargo, con la nueva ley se quedan muchas cuestiones atrás y se generalizan otras a todas las etapas, cuando no debería ser así. La asociación de criterios de evaluación, con el mismo valor, a las competencias específicas, o antiguos contenidos, deja todo a un mismo nivel, cuando esto no es real; el mismo peso en los instrumentos varios que se utilicen, etc. es restar decisión al profesorado sobre su propia competencia docente. Y ahora lo estamos comprobando en las evaluaciones: los resultados que se obtienen, en muchos casos, no parece corresponder con la realidad del aprendizaje. Además, esta manera de trabajar va perdiendo su operatividad conforme avanzamos en los cursos. Un bachillerato no puede ceñirse a esta forma de enseñanza-aprendizaje, no todo se puede explicar desde la práctica y lo competencial; los saberes básicos se quedan cortos y darle cabida a una ampliación necesaria para que el alumnado tenga una visión completa de la materia y pueda defenderse con propiedad y seguridad, por ejemplo, en la PEvAU, es fundamental para el sistema, pero ni se contempla evaluativamente hablando, ni hay tiempo… La formación del profesorado, en la mayoría de los casos, se ha dado cuando ya teníamos obligación de trabajar así. La flexibilidad por parte de la Inspección educativa a la hora de ir trasponiendo a nuestros planes de centro todos estos cambios ha ayudado, sin duda. Pero la sensación de continua modificación, cambios permanentes y pérdida del control docente de sus propios procesos es una realidad incontestable.
–Aprobar y titular con suspensos ha sido una de las medidas más polémicas de la Lomloe. Como directora se enfrentará en cada sesión de evaluación a esta disyuntiva, promocionar o no a un estudiante. ¿Cómo suelen actuar los equipos docentes en estos casos?
Noticia Patrocinada
–Este es un tema que provoca gran preocupación. En su momento, la noticia tan mediática de que se podría pasar de curso con más de dos materias pendientes, incluso titular con pendientes, fue un mensaje que llegó a la sociedad sin letra pequeña. La competencia de decidir esta cuestión es de los equipos docentes, que son soberanos a la hora de valorar cada caso individualmente, y, créame, que no hay dos casos iguales. Los equipos docentes, para cumplir con este precepto normativo, hace dos cursos con unas aclaraciones de mínimos, y ya el curso pasado con el procedimiento más consolidado, han ejercido una labor de responsabilidad y han asumido una carga que sabían era una tarea extremadamente delicada y de cuya resolución dependía el buen aprovechamiento y el éxito del alumno en sus estudios posteriores, o en el curso siguiente, si ese era el caso. Pero volvemos a lo de antes, todo se reduce a una cuestión de recursos. La norma prevé que todo el alumnado que pasa con asignaturas pendientes o que repite con pendientes tiene que tener un plan personalizado de refuerzo para esa materia. Imagínese la misma clase de antes de hasta 33 alumnos, o 38, si se trata de Bachillerato y 12 alumnos con un plan personalizado, con su atención y seguimiento individual para cada una de esas asignaturas, con el mismo docente de materia para todo.
–Algunos países que fueron pioneros en implantar la educación por competencias, la que ha fijado como objetivo la LOMLOE, hacen ahora un análisis crítico y vuelven a una enseñanza más académica, ¿cuál es su análisis?
Publicidad
–Hay cambios que no tienen sentido si se generalizan a todo el procedimiento. Hay situaciones, materias, contenidos que pueden ser más aptos para un aprendizaje competencial, práctico y significativo, pero no todo es así. Un planteamiento más académico, más teórico, más de 'fondo de armario educativo' es necesario también. Quizás la virtud está, como decían los clásicos, en el medio. Y también nosotros volveremos sobre nuestros pasos. Es cuestión de tiempo.
–La Consejería ha prohibido recientemente los móviles en colegios e institutos, ¿ven acertada esta medida?
–La verdad es que este tema ya se venía regulando, dentro de nuestros planes de centro, en nuestro reglamentos de organización y funcionamiento y en nuestros planes de convivencia. En general, su uso libre no estaba permitido, y sí aquel uso pedagógico con supervisión del profesorado, previa autorización, en muchos casos, y dependiendo de los niveles. Son muchos los problemas que se nos han planteado en los centros, como consecuencia del mal uso de estos dispositivos, además de otras consecuencias a nivel de salud por el exceso de uso de las pantallas o dificultades de socialización, por destacar algunos ejemplos. La medida ha homogeneizado la realidad de los centros, teniendo que prohibirse allí donde estaba permitido su uso no pedagógico; y confirmándolo en aquellos otros donde ya era así. Lo único que no entendíamos bien es que se regulara con tanto detalle el momento de posible retirada del dispositivo; entendemos que esa regulación es algo que encaja mejor en la autonomía de los centros. El fin de la norma es positivo y pretende evitar problemas derivados, pero una consulta a los representantes de los centros hubiera permitido un texto más ajustado a las necesidades generales.
–No solo el móvil provoca problemas de convivencia en los centros. Desde fuera se tiene la impresión de que ha empeorado en los últimos años, ¿es así? ¿Cómo es la realidad diaria en los institutos?
–Es cierto. Los problemas de convivencia acaparan un tanto por ciento altísimo de nuestro trabajo, tanto de tutores, profesorado en general, y equipos directivos y responsables de convivencia, en particular. Desde que se regularan los temas de convivencia y se abriera la posibilidad de tratamiento también de aquellos que, ocurriendo fuera del horario escolar y del espacio del centro, tuvieran algún tipo de efecto en la convivencia y día a día del centro, esto no ha hecho sino aumentar: cuestiones relacionadas con 'ciberbullying', casos de presunto acoso escolar, prevención de conductas de autolesión y suicidas, violencia de género, casos de maltrato infantil, inultos, agresiones físicas, etc. todo debe terminar en expedientes administrativos, con numerosos pasos y con unos requerimientos muy garantistas, por lo que acaparan mucho de nuestro tiempo, por lo delicado de estas situaciones y de su tratamiento. Falta más educación emocional y más atención a la salud mental. Nuestro alumnado requiere de toda la preparación preventiva que sea posible y, en los últimos tiempos, podemos comprobar cómo ellos mismos demandan este tipo de formación y atención. Y las pantallas no son la solución, sino buena parte del problema. Tendríamos que concienciarnos como sociedad en que hay que enseñar a nuestros jóvenes a usar estos recursos y otros, como la propia inteligencia artificial, desde la ética y la moderación, asimilando que su abuso atenta contra el normal desarrollo social e intelectual de cada uno. El curso pasado contamos con unas horas para la dedicación a estos y otros temas relacionados, dentro de lo que se llamó la coordinación de salud. Fue una medida práctica, bien recibida y muy útil para implementar planes de salud en los centros y poder detectar problemáticas al respecto. Este año ya no existe. Esos paquetes de horas, que normalmente asumían las jefaturas de estudio, y que nos suponía a los equipos un respiro y un poder tratar estos temas con más atención, han desaparecido, sin saber por qué. Los centros llevamos tiempo requiriendo enfermeros in situ. Si no se puede uno por cada centro, sí uno zonal, que vaya atendiendo las crecientes necesidades de nuestro alumnado en temas de salud. También requerimos de intervenciones preventivas en salud mental, porque es una realidad su necesidad y el propio alumnado lo demanda cada vez más.
–Un reciente informe del defensor del profesorado de ANPE señalaba cómo uno de los problemas que más se está agudizando es el de los padres y madres, con el uso de las redes sociales para insultar y desprestigiar al profesorado, o las tutorías para tratar de influir incluso en las calificaciones… ¿es esa su percepción?
Publicidad
–Mi percepción, y la de muchos de mis compañeros y compañeras, es que una porción de las familias aún no han entendido que solo trabajando juntos, en una misma línea, con coordinación y apoyo mutuo, conseguiremos la mejor versión de nuestros jóvenes estudiantes, ciudadanos del futuro y sostén de nuestra sociedad. Este tanto por ciento de familias que desprestigia a sus maestros y profesores, que se esconden muchas veces en el anonimato de las redes y que, literalmente, no nos permiten trabajar como profesionales que somos del ramo, poniendo en duda todo, atacando, en muchos casos, con posturas que rozan lo violento es una rémora para el sistema y para la propia educación de sus hijos e hijas. Pero esto no lo soluciona una norma que nos reconozca como autoridad pública, sin consecuencias económicas, que, por desgracia, es lo que muchas veces duele y hace corregir. Y habría que plantearse si hay alguna relación entre el empobrecimiento educativo del sistema a lo largo de las últimas décadas y el crecimiento de este tipo de actitudes en algunas personas adultas. De todos modos, vamos a poner en valor a la mayoría de familias que, si bien no tienen el tiempo para ofrecer a los centros como nos gustaría por cuestiones laborales, en la mayoría de los casos, sí que reman en la misma dirección que los centros, y eso, como digo, es la única clave para el éxito.
–En las últimas elecciones sindicales se presentaron junto con la Asociación de Directores de colegios de infantil y primaria como agrupación de electores, ¿Considera positiva esta experiencia?
–La considero tremendamente positiva, pese a las muchas dificultades con que nos topamos, derivadas, precisamente, de la mala acogida que tuvo por parte de algunos sindicatos mayoritarios, nuestra irrupción en lo que ellos consideraban un terreno propio por derecho. No hay que olvidar que nuestra voluntad ha sido siempre poder estar donde se toman decisiones que afectarán a nuestros centros y, aunque la Administración nos ha escuchado en muchas ocasiones, siempre nos hemos topado con la pared de los órganos de representación democrática del profesorado. Así que vimos que esto no podía ser una cuestión insalvable y decidimos probar suerte y comprobar si el profesorado de los centros y sus equipos directivos nos daban con su voto el apoyo necesario para poder movernos y luchar por lo que creíamos desde los órganos reconocidos para ello.
Publicidad
–Los sindicatos tradicionales les recibieron con recelos, que aumentaron al comprobar sus buenos resultados, con 6 delegados. ¿Seguirán en el futuro esta convergencia de directores de institutos y colegios?
–Qué duda cabe que nuestra irrupción con fuerza en el panorama educativo andaluz, aunque con representación por provincias, ha sido sorpresiva para muchos. En el caso de Málaga, hemos tenido la mayor representación de toda Andalucía, junto con Huelva. Pero es que el resto, salvo Jaén, que sucumbió en el intento por cuestiones de forma del todo cuestionables, mantienen también una representación fabulosa que muchos, ajenos a nosotros, no esperaban y que ha hecho tambalearse el status quo sindical tradicional. Está claro que si preocupamos es porque saben que irrumpimos con fuerza, que trabajamos incansablemente desde los centros (recuerde que en programa sólo contábamos con liberaciones parciales) y para los centros y que hemos venido para quedarnos, suponiendo una representación muy amplia, entre primaria y secundaria, en el panorama educativo.
Publicidad
–De continuar, ¿seguirán siendo agrupación o darán el paso para convertirse en sindicato?
–El paso ya lo hemos dado. Desde el pasado mes de noviembre ya somos asociación sindical ASADIÁN, a nivel regional, con una estructura definida y aprobada asambleariamente en Écija, el pasado 22 de noviembre, y con un trabajo incansable en red que ofrece al profesorado todo lo que espera de un sindicato, pero por mucho menos de lo que puede suponerle cualquier otra opción. Yo creo que es una cuestión de probar a dar la oportunidad a la experiencia, a la ilusión y a las ganas de hacer las cosas con un estilo diferente a lo conocido. En las próximas elecciones sindicales veremos qué demanda el profesorado y que no. Aquí hay sitio para todos y nosotros eso lo hemos respetado siempre.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.