La expansión económica ha favorecido una fuerte creación de empleo en Málaga. Incluso con una pandemia de por medio, en la última década, los afiliados ... al régimen general de la Seguridad Social han aumentado un 50% en la provincia, al pasar de los 354.371 de enero de 2015 a los 531.575 diez años después. Se trata de un crecimiento más intenso que el registrado en el conjunto del país, donde la afiliación ha subido un 35%. De hecho, según se desprende de los datos del Ministerio de Inclusión, Málaga es la provincia en la que más ha subido el empleo de toda España.
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Pero hay una pregunta interesante que hacerse: ¿Qué contratos laborales tienen estos trabajadores, con qué jornadas y cómo ha evolucionado cada figura contractual? La mayoría cuenta con un contrato indefinido a tiempo completo: son casi 300.000 de los 531.575 trabajadores del régimen general tras aumentar casi un 100% en los últimos diez años, es decir, el doble que el total de afiliados al régimen general. Así, los empleados indefinidos a tiempo completo son el 56% del total; en 2015 eran el 43%.
124% se han incrementado las personas con contrato indefinido a tiempo parcial en la última década
Ahora superan las 103.000. El incremento tuvo lugar sobre todo a partir de la entrada en vigor de la reforma laboral.
Pero más que estos trabajadores han crecido quienes tienen contratos indefinidos a tiempo parcial: su cifra ha subido un 124% en los diez últimos años, hasta superar los 103.000. Así que si en enero de 2015 eran un 13% de los afiliados al régimen general, una década más tarde suponen casi el 20%. En definitiva, uno de cada cinco asalariados malagueños trabajan a tiempo parcial. Y esa proporción, sólo si tenemos en cuenta a las personas con jornadas parciales con empleo indefinido. Porque a ellas hay que incorporar las que tienen un contrato temporal a tiempo parcial, que a enero eran otras 17.390 –diez años atrás eran 54.400–.
Y es que aquí es conveniente introducir notas de contexto: en paralelo al aumento de los contratos indefinidos (sean éstos a tiempo completo o parcial), ha habido una intensa caída del trabajo temporal. Los eventuales a tiempo completo son un 40% menos que hace diez años (los 34.302 actuales comparan con los casi 56.600 de 2015), mientras que los temporales a tiempo parcial han mermado un 68% desde los más de 54.300 de 2015.
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Esta evolución de la contratación eventual –a la baja– e indefinida –al alza–, a lo que hay que sumar el fuerte aumento de otra figura, los fijos discontinuos –se han multiplicado por cuatro, al pasar de los 8.100 de 2015 a rozar los 32.000 en 2025–, tiene que ver con la reforma laboral que entró en vigor en 2022 y cuyo objetivo era, precisamente, reducir el mal endémico del mercado laboral español: la elevada temporalidad. Pero parece que parte de esa eventualidad ahora limitada por la norma -sólo se pueden usar los contratos temporales en circunstancias muy precisas- ha alimentado la parcialidad. En el gráfico junto a estas líneas se puede comprobar que el gran salto en la contratación indefinida a tiempo parcial tuvo lugar rondando la fecha en que comenzaba a regir la nueva normativa: 2021 terminó con cerca de 62.800 indefinidos a tiempo parcial, un año después eran cerca de 92.500 y en la primavera de 2024 habían superado los 100.000.
Málaga es la séptima provincia de España en la que más ha aumentado el número de trabajadores indefinidos a tiempo parcial. Y se da la circunstancia de que todas las provincias que encabezan este ránking, a excepción de una, de Badajoz, son andaluzas: en Almería, Granada, Sevilla, Huelva y Córdoba esta contratación ha subido a ritmos de entre el 140% y el 125%.
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Según Fernando Cubillo, secretario provincial de CC OO, si bien en Málaga se ha reducido la temporalidad, también ha aumentado la parcialidad; hay una suerte de vasos comunicantes. Además, añade: «Si en la provincia hay más de 200.000 personas que al cabo del año cobran menos del salario mínimo, la cifra coincide con quienes tienen trabajo a tiempo parcial y con los fijos discontinuos».
A juicio de Cubillo, la importancia de estos contratos en Málaga obedece al peso de los sectores de la hostelería y del comercio, que hacen uso de la llamada «distribución irregular de la jornada», en virtud de la que las empresas tienen contratado a un trabajador de manera indefinida por un número de horas que está por debajo de las 40 o de las que recoja cada convenio como jornada completa y que no tienen por qué repartirse de manera homogénea en todos los días de la semana, sino que pueden concentrarse entre el jueves y el domingo, por ejemplo, o cuando hay más trabajo. Cubillo valora: «La parcialidad es trabajo precario». Y sugiere que puede esconder economía sumergida: «No se entiende que haya establecimientos que estén abiertos todo el día y hagan uso del tiempo parcial». Por eso, reclama que se cumpla cuanto antes el control horario.
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Alberto Montero, profesor de Economía de la Universidad de Málaga, explica que mucha de la temporalidad que había antes de la reforma laboral ha pasado a ser trabajo a tiempo parcial o ha ido a engordar la nómina de fijos discontinuos, que son las fórmulas más flexibles que ofrece ahora la normativa laboral para las empresas. «Éstos son los ámbitos más precarizados aunque tengan fórmulas contractuales más estables», agrega Montero. Y ello, además, dice, con consecuencias sobre los trabajadores, más allá de la inmediata de contar con una menor intensidad en el empleo y un salario consecuentemente más reducido: cotizaciones sociales más bajas implican pensiones, prestaciones por desempleo y de incapacidad más pequeñas.
Desde la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), su vicepresidenta, Natalia Sánchez, explica que en su organización no han percibido ese incremento de la parcialidad, niega que ese tipo de contratación pueda calificarse como precaria, porque muchos trabajadores la escogen por motivos de conciliación, y en todo caso opina que no es acertado comparar las cifras actuales con las previas a la reforma laboral, porque ha cambiado el abanico de contratos. El contraste no es homogéneo, esgrime Sánchez. Y sigue insistiendo en que es «hacerse trampas al solitario» no computar a los fijos discontinuos como parados cuando no trabajan.
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Soledad Ruiz, secretaria provincial de UGT en Málaga, sin embargo, incide en que si bien se trata de contratos necesarios para atender incrementos de la producción, sospecha que los empresarios hacen uso de esta modalidad de contratación de manera excesiva. Y destaca que es algo que afecta especialmente a las mujeres: «Cuando un empresario busca un trabajador a tiempo parcial, ese contrato se lo suele ofrecer antes a una mujer que a un hombre. Hay una parte de las mujeres que, para poder conciliar, se deciden por este tipo de trabajos, pero luego les es muy difícil volver al tiempo completo».
68% de los contratos indefinidos a tiempo parcial
son de mujeres. Los sindicatos afirman que las empresas, cuando necesitan empleados a tiempo parcial, buscan sobre todo mujeres. Añaden que aquí reside una de las principales causas de la brecha salarial.
Los datos informan de esto mismo: de los actuales poco más de 103.000 contratos indefinidos a tiempo parcial que hay en la provincia, 70.734 son femeninos, frente a los 32.432 masculinos. Es una proporción que no ha cambiado respecto a una década atrás (en enero de 2015 había 32.362 mujeres con contrato indefinido a tiempo parcial, frente a los 13.682 varones). Ahí reside, dice Cubillo, una causa de la brecha salarial: «Se da, por un lado, por tiempo de trabajo –los hombres sufren menor parcialidad–, y por otro, por el puesto ocupado».
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