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Hace años que Miguel sigue la misma rutina cuando sale un sábado por la noche. Coge el último tren de Cercanías en la estación Victoria Kent de la capital y se baja en Torremolinos, en plena plaza de la Nogalera. Se trata de ... un viaje sólo de ida, porque la frecuencia de los trenes le impide regresar usando el mismo medio en el que ha ido. A pesar de ser una de las más rentables y con mayor número de usuarios, la línea C-1 que cubre el trayecto entre Málaga y Fuengirola está unas seis horas diarias sin funcionar.
Irene tiene 19 años y reside en Benalmádena. Sus salidas nocturnas a Málaga capital, donde vive la mayoría de sus amigos, requieren un ejercicio de logística que suele comenzar con una petición: «Al menos uno se tiene que quedar hasta las 5.20 horas, cuando salga el primer tren». Si son sus amigos quienes salen por Torremolinos, Arroyo de la Miel o Fuengirola, la cosa se complica: el primer tren hasta Málaga no sale hasta pasadas las seis de la mañana. Renfe, de momento, no se plantea ampliar el horario de su línea de Cercanías, una modificación que requeriría un decreto ministerial al tratarse de un servicio público, aunque los hechos demuestran que es posible: en Semana Santa programan un servicio nocturno que añade 74.000 plazas a la oferta regular. Las estaciones cierran entonces menos de dos horas diarias: entre las 3.30 y las 5.20 horas desde la capital y entre las 4.20 y las 6.10 horas en sentido inverso.
La red de Cercanías, sin embargo, no tiene una infraestructura exclusiva como ocurre con las vías de metro, por donde únicamente circula este medio de transporte. Por los raíles del Cercanías pasan trenes de todo tipo, como de largo recorrido o mercancías. Las horas de cierre también son dedicadas al mantenimiento y limpieza de trenes y vías. Con la progresiva segregación de los raíles, Renfe ha mejorado las frecuencias en los últimos años, aunque la prolongación de los horarios resulta improbable en la situación actual. Desde la empresa pública insisten en que no contemplan la apertura nocturna de la línea de Cercanías, que tiene horarios similares en Madrid y Barcelona.
Esta ausencia de servicio nocturno se produce, además, en una línea que mantiene una tendencia de crecimiento imparable en los últimos años. Está entre las que más viajeros nuevos capta en España y se afianza en el cuarto puesto del ránking nacional, con 11,4 millones de usuarios, según los últimos datos hechos públicos por Renfe. Se trata de un nuevo récord que se suma al que se produjo el año anterior (11,3 millones). Así lo pone de relieve el último estudio de demanda elaborado por Renfe en 2018, que contabilizó el tráfico total en los últimos doce meses (esto es, desde el mismo mes del año anterior).
La comparativa con el interanual anterior arroja un crecimiento del 4,5 por ciento en los servicios existentes hasta Fuengirola y Álora, dato que se traduce en 455.000 nuevos pasajeros. Málaga confirma de este modo su cuarto puesto por volumen de usuarios entre los 14 núcleos del país que cuentan con líneas Cercanías; en Andalucía, por ejemplo, sólo Málaga y Sevilla disponen de este servicio. A la línea malagueña le superan, con creces: Madrid, con 247,5 millones; Barcelona (113,8 millones) y, mucho más cerca, Valencia (15,1 millones), mientras que le siguen: Bilbao (10,1 millones), Sevilla (7,6 millones) y San Sebastián (5,8 millones). El resto ofrece cifras inferiores a los cinco millones de viajeros anuales. Los 14 núcleos del país contabilizan en este interanual de mayo a mayo un total de 424 millones de viajeros, lo que supone un crecimiento también del 4,5 por ciento (16 millones más que en el informe anterior).
La línea C-1 del Cercanías que recorre el litoral de la Costa del Sol no puede usarse como transporte nocturno, aunque sí como metro urbano en las localidades de Torremolinos y Fuengirola. La primera cuenta con cinco estaciones: Los Álamos, La Colina, Torremolinos, Montemar-Alto y El Pinillo, cobertura que permite una conectividad que recorre el municipio de este a oeste.
En el caso de Fuengirola, su morfología –pequeña y concentrada– ha provocado en estos últimos años que el tren de Cercanías a su paso por la localidad sirva en muchas ocasiones para trasladarse de un punto a otro del municipio entre sus cuatro estaciones: Fuengirola, Los Boliches, Torreblanca y Carvajal. Debido a ello, Renfe está estudiando una propuesta de Ciudadanos para crear un bonotrén; una iniciativa que permitiría reducir el coste del billete entre estas cuatro estaciones. Actualmente, su precio asciende a 1,80 euros entre estas estaciones, y el objetivo sería dejar el importe del trayecto en una cifra cercana a un euro.
En Benalmádena, sin embargo, la situación es más problemática. Pese a que tiene una población similar a sus municipios colindantes, solo cuenta con dos estaciones. Hace algo más de un año, vecinos de Nueva Torrequebrada, en Benalmádena, constituyeron una plataforma para reclamar la construcción de un apeadero para la línea de Cercanías. Más de 1.400 residentes firmaron un documento solicitando al Ministerio de Fomento la creación de una parada debido a la lejanía de los apeaderos más cercanos y a la expansión urbanística y poblacional de la zona. El alcalde, Víctor Navas (PSOE), instó entonces al Gobierno central a autorizar que el Ayuntamiento destine parte de su superávit para financiar los trabajos. Al no formar parte de sus competencias, el Consistorio no puede hacerse cargo de las obras. La desigualdad también va por estaciones.
El servicio de Cercanías tiene algunas singularidades en la provincia, empezando por su oferta, mucho más lineal que en otras zonas. La estacionalidad, por ejemplo, apenas tiene impacto en la línea, que mantiene una oferta estable con independencia de la época del año. La afluencia en otros núcleos ferroviarios, sin embargo, se resiente especialmente en los meses de verano y los fines de semana, según la información facilitada por la operadora. La línea malagueña es utilizada por un número similar de usuarios a lo largo de todo el año, pese a que, por lo general, los trenes de Cercanías suelen usarse por motivos laborales o académicos, situación que en otras provincias provoca un descenso importante de usuarios cuando llegan las vacaciones. En Málaga, este descenso queda amortiguado, cuando no registra incluso más clientes, por el turismo y las visitas a la capital en verano. Este fenómeno también se explica por el alto porcentaje de usuarios extranjeros, en sintonía con la población flotante de la Costa del Sol.
A Miguel, como al resto de usuarios del Cercanías en horario nocturno, no le quedan muchas alternativas. Una de ellas es el autobús de la línea M-110. Durante los meses de verano y en fin de semana, el servicio prestado incluía una última salida a las 4.00 de la mañana, pero el siguiente viaje ya se produce a las 6.00. Una vez acabada la época estival, la línea ya sólo registra como último viaje el que se realiza a las 2.00 de la madrugada. De nuevo, queda un desierto horario desde entonces hasta las 6.30 horas, sin que ningún transporte público recorra el litoral de la Costa del Sol pese a la demanda existente.
«Hace años que salimos por Torremolinos, los mismos que desafortunadamente llevamos hablando de los problemas para ir y venir», explica este usuario, que plantea una solución que define como «lógica». «Entiendo que no pueden pasar trenes cada 20 minutos durante toda la noche, pero al menos uno cada hora para que tengamos una alternativa a tener que coger el coche. El taxi y el Uber son muy caros, y deberíamos tener una alternativa pública», critica.
Con salida desde Muelle Heredia (Málaga) y final en Torrenueva (Benalmádena), esta línea tiene la última salida programada a las 2.00 de la mañana, aunque verano se amplía hasta las 4.00. El precio depende del trayecto pero varía entre los 1,2 y 1,8 euros.
El servicio de taxi es el de mayor coste de media, aunque su precio es fijo. El trayecto nocturno entre el centro de Torremolinos y el de Málaga ronda los 27-28 euros.
Las dos compañías principales de VTC suelen costar entre uno y tres euros menos que el taxi, aunque en casos de alta demanda el coste puede elevarse por encima del servicio tradicional.
En concreto, desde la plaza Costa del Sol de Torremolinos (justo donde comienza la nueva zona peatonalizada) hasta la entrada a la Alameda Principal en Málaga el coste del taxi es superior a los 25 euros. En el caso de Uber y Cabify, el precio oscila ya que estas plataformas lo modifican en función de la demanda. «Pero la diferencia es mínima. O te vuelves con otros tres amigos o salir todos los fines de semana implica más de 100 euros solo en concepto de transporte. Es una pasada», insiste este usuario habitual del Cercanías.
Pero la frustración por encontrarse una estación cerrada a cal y canto no solo afecta a quienes salen a disfrutar de la noche de la Costa del Sol. El de Málaga se presenta como un aeropuerto abierto durante 24 horas al día, pero no así su estación de tren. Por eso, la imagen de turistas desconcertados frente a una valla metálica se repite cada noche, un hecho que contrasta precisamente con la primera característica de esta infraestructura: su conectividad. Los trabajadores del aeropuerto a menudo se encuentran ante la misma pregunta: «¿Cuándo abre la estación?». Pero lo cierto es que el primer tren desde el aeropuerto no sale hasta las 6.44 horas, casi seis horas después del último, a las 00.54 horas, un tramo que deja a cientos de viajeros sin opción de usar el Cercanías cada noche.
Los horarios actuales tampoco convencen a los hoteleros. Carlos Franco, director del Meliá Costa del Sol, en Torremolinos, señala que «lo ideal» sería que la línea C-1 también fuera nocturna, pero admite que es mejor buscar una solución intermedia asumible para Renfe. «Puestos a elegir, lo conveniente sería ampliar el horario en dos horas por la noche hasta las 2.00 de la mañana, y una hora y media por la mañana, en torno a las 5.00», sostiene.
En el horizonte cercano de Renfe, pese a la creciente demanda, no figura la ampliación del horario de la línea que une Málaga y Fuengirola. Viajeros y vecinos tendrán que conformarse con la oferta actual, que obliga a tomar alternativas más caras y menos sostenibles. Seguirán pidiendo, hasta ahora en vano, que las estaciones abran cada noche.
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