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No hay más que ver cómo van los trenes, y las crecientes quejas de los viajeros, para comprender que la línea de Cercanías C2 del Valle del Guadalhorce (Málaga Centro Alameda-Álora), ha pasado de estar casi defenestrada a convertirse en una pieza clave de la movilidad en la Gran Málaga.
Renfe ha aportado a SUR el balance de viajeros segregados entre la C1 (Costa del Sol) y la C2. Y los datos (provisionales) de cierre de 2024 no dejan lugar a dudas sobre el impacto que este servicio tiene sobre una población que no para de crecer.
En concreto, el año pasado los trenes movieron entre la capital, Cártama, Pizarra y Álora a casi un millón de pasajeros (concretamente, 975.500), según los datos facilitados por Renfe. Es nada menos que un 45% más que el año anterior (en 2023 se movieron 670.800). Como referencia, en el último año previo a la pandemia del Covid, en 2019 (que había sido hasta ahora el mejor año de la historia), se subieron al tren 753.600 personas.
975.500
pasajeros utilizaron el año pasado el Cercanías C2 del Guadalhorce, un 45% más que los 670.800 que lo hicieron en 2023, y a gran distancia también de los 753.600 de 2019, que fue el mejor año previo a la pandemia del Covid.
Las claves del éxito hay que buscarlas en una conjunción de factores. En primer lugar, las ayudas estatales para los usuarios habituales, con lo que viajar en estos convoyes fue gratis todo el año pasado para los abonados, y todavía lo es (al menos, hasta julio). Esta es la misma razón que ha llevado al Núcleo de Cercanías de Málaga (tomadas las líneas C1 y C2 en su conjunto) hasta la mayor cifra de sus 50 años de historia.
El año pasado se subieron en algún momento a los Civia un total de 17,13 millones de personas, lo que supuso un aumento del 6,6% en comparación con el anterior, que ya había sido hasta entonces el mejor ejercicio desde su inauguración, según los datos del Ministerio de Transportes (16,06 millones en 2023).
Pero la gratuidad no lo es todo, puesto que es necesaria una masa crítica que demande estos servicios. Y esta no para de crecer en los municipios de esta comarca que forman parte del área metropolitana de la capital. Empujados por los altísimos precios de la vivienda en la ciudad de Málaga, junto al aliciente del Cercanías, municipios como Pizarra y Álora se están convirtiendo en la nueva alternativa habitacional, en la que ya estaba asentada desde hace varios años Cártama, y que también sigue creciendo.
17,13
millones de personas se subieron a los trenes de las líneas C1 y C2 el año pasado, lo que supuso un aumento del 6,6% en comparación con el anterior, que ya había sido hasta entonces el mejor ejercicio desde su inauguración, según los datos del Ministerio de Transportes (16,06 millones en 2023).
La población residente ya daba signos de aumento al cierre de 2024. Según el Padrón, en Cártama se ha disparado, con 5.000 habitantes más en una década (500 en el último año, hasta rozar los 30.000). Mientras, Pizarra ha sumado mil vecinos en cinco años (llegando a casi 10.200). En este municipio, uno de cada diez empadronados es nuevo.
Buena parte de estos nuevos residentes vienen de Málaga: son jóvenes, parejas o familias que encuentran en estos municipios la casa que no pueden comprar en la capital. A muchos les convence la conectividad que ofrece la línea C2 del Cercanías, que pasa por Cártama, Pizarra y Álora y que permite acceder al Centro de Málaga y a María Zambrano en un máximo de 40 minutos. Y ello, pese a que su frecuencia deja mucho que desear: según el tramo horario, los trenes pasan cada hora o cada dos, y los usuarios se quejan de la creciente saturación de los vagones.
5.000
habitantes más en una década han disparado la población en Cártama (500 en el último año, hasta rozar los 30.000). Mientras, Pizarra ha sumado mil vecinos en cinco años (llegando a casi 10.200). En este municipio, uno de cada diez empadronados es nuevo.
El alcalde de Álora, Francisco Martínez, ilustra la situación que se está produciendo en su municipio en los últimos meses, y donde el entorno de la estación está dando síntomas de saturación desde que está el abono gratuito. «Hay una zona que está vallada porque había antiguamente un muelle de carga. Pues ahora no hay donde poner un coche: está totalmente abarrotada por la cantidad de gente que lo deja allí para irse en tren a Málaga».
De hecho, describe que hay momentos en el que el convoy ya baja desde El Chorro completamente lleno cuando llega a su municipio, por la gente que lo utiliza para ir al Caminito del Rey. «La ventaja de ese tren es que está quitando coches de la carretera».
El tercer factor es la difícil situación de las carreteras en el Valle del Guadalhorce, que sufren problemas de congestión permanentes en las horas punta, y cuyos sufridos usuarios esperan como agua de mayo al desdoblamiento de nuevos tramos de la carretera A-357, al menos para cubrir las necesidades de los municipios que ya forman parte de la Gran Málaga, caso de Pizarra, Carratraca y Álora.
Después de casi dos décadas sin avances, la Junta de Andalucía tiene previsto licitar este año la transformación en autovía (con dos carriles por cada sentido) de un tramo de cuatro kilómetros entre Casapalma y Cerralba. Ello supondrá el inicio del desdoblamiento de la A-357 justo donde se queda ahora, antes del puente del río Grande, lo que supondrá una inversión de 52 millones de euros.
Además, ya se ha encargado la redacción de dos proyectos que suman ocho kilómetros en la citada vía: el mencionado Casapalma-Cerralba y un segundo tramo, Cerralba-Zalea, también de cuatro kilómetros, que se ha adjudicado recientemente.
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