La experta en la lucha contra el acoso escolar, Carmen Cabestany. SUR
Escuela de Familia de SUR, este miércoles

Carmen Cabestany: «El acoso escolar es un tema silenciado en la mayoría de los centros educativos»

La experta en la lucha contra el 'bullying' es la próxima invitada en la Escuela de Familia de SUR, donde hablará de esta lacra silenciosa

Víctor Rojas

Lunes, 6 de noviembre 2023, 00:13

Carmen Cabestany, experta en la lucha contra el acoso escolar, es la próxima invitada de la Escuela de Familia de SUR, la iniciativa de este periódico para abordar asuntos relacionados con la educación de los hijos, que en esta ocasión tratará esta lacra silenciosa. La ... presidenta de la Asociación No al Acoso Escolar (NACE), docente, formadora de profesores en técnicas de prevención y actuación contra el acoso escolar y autora del libro 'El bullying es cosa de todos', entre otras cosas, dará claves para erradicar el 'bullying' de las aulas, además de hablar sobre los errores que, a su juicio, se están cometiendo en la materia. El encuentro tendrá lugar el próximo miércoles 8 de noviembre, a las 19.00 horas, en el salón de actos de Unicaja (Plaza de la Marina) con entrada libre hasta completar aforo. También se podrá seguir a través de la web de SUR.

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–¿Qué es el acoso escolar?

–El acoso escolar es un maltrato entre iguales, entre compañeros, reiterado en el tiempo, con intención de hacer daño por parte del agresor y con indefensión por parte de la víctima. Es decir, hay un desequilibrio de fuerzas y hay un abuso de poder por parte del victimario.

–¿Cuál es el tipo de acoso escolar que se da más frecuentemente?

–El acoso verbal, con diferencia. Es el más normalizado. Los niños se insultan, se ponen motes desde pequeñitos y normalizan esa conducta y la repiten en primaria, en secundaria…

–¿Hay un perfil de víctima o de agresor?

–Hay varios perfiles, tanto de víctimas como de agresores. La víctima, normalmente, no se defiende. Pero, a veces, cuando el acoso se prolonga durante mucho tiempo, esa víctima puede generar estrategias equivocadas de defensa y, harta de ser maltratada, a su vez, agredir, pero para intentar defenderse. En cuanto al agresor, uno de los perfiles tipo sería el niño que desde pequeño ha hecho lo que quería en su casa, no ha tenido límites, no ha obedecido cuando le han mandado algo… Es un niño que chantajea a sus padres, los manipula… Es un pequeño tirano. En ocasiones, maltrata a sus propios padres: son sus primeras víctimas, lo que pasa es que ellos no son conscientes. Por ejemplo, si les llama «tontos», «idiotas» o les da un manotazo, piensan que es pequeñito y que lo hace sin darse cuenta. Si no ponen límites y la acción no tiene consecuencias, el niño se va instalando en esa conducta y la va repitiendo después en el colegio o en otros ámbitos.

–Por lo que está contando, el agresor puede ser fácilmente identificable para el personal de los centros educativos.

–Sí, lo que pasa es que en los centros educativos no hay demasiado conocimiento del problema del acoso escolar. Si hacemos estas preguntas a la mayoría de los profesores: ¿qué es el acoso escolar, ¿cómo es el agresor? ¿cómo es la víctima?, probablemente no sabrán contestar porque no hay formación para los profesores. El acoso escolar no aparece por ejemplo, en Magisterio, no aparece en Psicología, no aparece en Pedagogía... Por lo tanto, es un problema, aunque pueda parecer extraño, ignorado por los docentes. Por eso, urge que se haga formación para el profesorado.

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–¿Qué herramientas existen en los centros educativos para acabar con el 'bullying'?

–Depende del centro educativo y de la conciencia que tengan del problema. Hay centros donde puede haber planes de prevención, pero en la mayoría de ellos es un tema silenciado. No les resulta cómodo que se hable de acoso escolar. Entonces, si no hay prevención, tiene que haber intervención. Las herramientas de intervención que las administraciones educativas ponen a disposición de los centros son los protocolos contra el acoso escolar. Abrir protocolo es iniciar una investigación sobre un presunto caso de acoso. Pero esa herramienta falla porque quien hace esa investigación es el propio colegio. Y, como el colegio, en la mayoría de los casos, no tiene interés en que salga a la luz que hay un caso de bullying, lo que hace es manipular el protocolo. De tal manera que la mayoría de ellos salen negativos, es decir, «no hay acoso escolar». Entonces, para solucionar definitivamente este problema, habría que poner en práctica el 'Decálogo contra el acoso escolar' que nuestra asociación redactó hace ya varios años. Ese decálogo se presentó en un despacho del Congreso de los Diputados, ha sido aprobado en el Parlamento de Cataluña y consta de 10 medidas muy sencillas de implementar y muy baratas.

–¿Cuáles son estas medidas?

La primera es nombrar el acoso escolar porque lo que no se nombra, no existe. Para dar una idea de hasta qué punto está silenciado el tema, en las agendas escolares de los niños no figuran ninguno de los dos días internacionales contra el acoso escolar. La segunda medida es que el acoso escolar esté en los documentos básicos de los centros educativos, que son el Plan Educativo de Centro y el Plan de Acción Tutorial; si no está ahí, sigue sin existir a nivel formal. La tercera, formación para los profesores. La cuarta, información para los padres, para que puedan detectar y para que sepan lo que tienen que hacer si su hijo está sufriendo acoso escolar o si lo está ejerciendo. La quinta, educación emocional desde infantil. La sexta, planes de prevención en los colegios. La séptima, aplicación del protocolo con la participación de alguien externo al centro, para que pueda controlar si hay o no transparencia. La octava, concienciación en todos los sectores sociales, porque todos están directa o indirectamente implicados en los casos de bullying (policía, justicia, sanidad, medios de comunicación, los políticos...). La novena, campañas de amplio alcance como las de la DGT o de la violencia de género. Finalmente, la décima medida es la transparencia, con mayúsculas.

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–¿A qué se refiere con transparencia?

–Queremos saber cuántos casos de acoso hay realmente, cuántos de ellos acaban en suicidio, en cuántas ocasiones la víctima se ve obligada a cambiar injustamente de centro, cuántos protocolos de acoso escolar se abren y cómo se cierran; es decir, cuál es el resultado. Nosotros sabemos que la inmensa mayoría son negativos, o sea, la conclusión es «no hay acoso escolar». Queremos saber también cuántos niños que sufren acoso acaban en centros psiquiátricos porque no pueden más, porque se autolesionan, porque tienen ideación suicida…. Y queremos saber cuántos niños que sufren acoso escolar acaban en centros de menores, que este es un tema soterrado, pero hay que decir que no es infrecuente que una víctima acabe en un centro de menores. Esto sucede porque el colegio, cuando se ve muy presionado por los padres, hace una derivación a servicios sociales diciendo que el problema que tiene el niño no está en el centro escolar, sino en su familia, y que vayan a investigar en el entorno familiar. Y eso, a veces, acaba con una retirada de la tutela a los padres de la víctima.

–¿Las redes sociales han contribuido a que haya más casos de 'bullying'?

–Claro. Han aportado su granito de arena. El acoso escolar por redes, o sea, el ciberacoso está entre un 10 y 15%, aproximadamente. Y no es algo desgajado del problema del acoso escolar, sino una manera más de ejercerlo. Claro que tiene su incidencia, y hay que tener cuidado porque parece que va a más y, sobre todo, es muy dañino porque tiene un alcance muy amplio. Se entera muchísima gente y, aparte, la víctima nunca está a salvo porque el maltrato no se acaba en el colegio sino que sigue en su habitación, sigue en sus espacios de ocio o donde sea… Por lo tanto, en este tema los padres tienen que ser muy precavidos, muy responsables y muy coherentes, o sea, si no quieres que a tu hijo le pase nada, no le des un móvil sin condiciones.

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–¿Cómo deben actuar los padres si descubren que su hijo está siendo víctima de acoso escolar?

–Nosotros tenemos la regla de las tres aes: acoger, apoyar y actuar. La primera A es la de 'Acoger': ya nos hemos enterado de que sufre acoso escolar. Hay que sentarse con él en un lugar adecuado e intentar que nos dé información, sin presionarlo para favorecer que salga esa información. Nuestra actitud tiene que ser de escucha activa, creerle absolutamente, no poner en duda. Luego, la segunda A sería la de 'Apoyar': es el momento de hablar, de decir 'no te preocupes, yo estoy contigo, te voy a ayudar y esto lo vamos a solucionar, confía en mí'. La tercera A es la de 'Actuar': Lo primero es evaluar daños con respecto al menor. Tenemos que intentar saber hasta qué punto está en riesgo, si hay autolesiones, ideación suicida... Una vez que esto ya lo tenemos claro y decidimos si el niño requiere o no asistencia psicológica, hay que ir al colegio con una relación de hechos concretos, con indicación específica de las condiciones en las que se ha producido ese maltrato y hay que pedir protección, primero a la tutora. Si la tutora no toma medidas adecuadas, hay que ir a hablar con dirección. Si dirección tampoco, con la inspección. Lo que pasa es que todas estas instancias se protegen unas a otras, osea, que el inspector generalmente da la razón al centro. Si hubiera agresión física o daños, parte de lesiones y denuncia. Luego, se puede acudir también a una asociación, al defensor del pueblo, a la fiscalía... Lo que haga falta para que el maltrato se frene.

–¿Y si descubren que su hijo es el agresor?

–Deben hacer justo lo contrario de lo que hacen. Lo que hacen es sobreprotegerlo y decir que eso no es verdad, niegan que su hijo pueda ser un acosador. De esa manera, no se puede solucionar el problema. Lo que han de hacer es, como mínimo, estar abiertos y receptivos a lo que les pueda explicar el colegio. Por mucho que duela, hay que abrirse a una conversación con el hijo: preguntar, indagar y si llegan a la conclusión de que, efectivamente, eso está pasando, tienen que tomar medidas y tiene que haber un coste para él. Un maltrato jamás debería quedar impune ni por parte de las familias de los agresores, ni por parte de los centros educativos, ni de los inspectores ni de nadie. En cambio, la mayoría de las veces es así.

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–¿Cómo afecta, tanto en el corto plazo como en el largo, sufrir bullying?

–Cuando son pequeños sufren lo indecible, se sienten como bichos raros, excluidos, no entienden por qué les pasa a ellos… Tienen problemas de rendimiento académico, también consigo mismos y dificultades para socializar, pero no por culpa de ellos, sino porque los demás los excluyen. La situación de acoso les lleva a un conflicto interno con ellos mismos. Por un lado, sienten que son incapaces de frenarlo por sí mismos y se avergüenzan. Y, por otro lado, eso les lleva también a problemas con los demás: problemas de relación que no han causado ellos. En la edad adulta hay secuelas. Muchas veces la fobia escolar que sufren de pequeños se transforma en fobia social. Tienen temor a las relaciones sociales por miedo al rechazo, por miedo a no ser lo suficientemente capaces. También temen que les consideren mal o que los juzguen. Cuando tienen una pareja, vuelven a sentir inseguridad frente a la relación. En ocasiones, la ideación suicida se mantiene también en la edad adulta. Hay niños y adultos que hacen un esfuerzo por levantarse cada mañana porque no encuentran sentido a su vida y el origen, según los psicólogos, muchas veces está en el maltrato que sufrieron de niños. Cualquier tipo de maltrato deja huella, pero el acoso escolar quizás en mayor medida porque la víctima es un niño y es mucho más vulnerable.

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