José Antonio Zamora (en la parte inferior de la imagen), con otros compañeros durante el bloqueo. sur

«Tras 76 horas bloqueado en Inglaterra pude escapar de la cola por un camino de cabras»

José Antonio Zamora, camionero malagueño atrapado en la frontera de Reino Unido, denuncia que lo peor ha sido la «desesperante falta de información»

Ignacio Lillo

Málaga

Domingo, 27 de diciembre 2020, 08:53

Se llama José Antonio Zamora pero pide que en el reportaje aparezca también su apodo, Pepe el Batata, orgullo de varias generaciones de Benamocarra, en la Axarquía. El camionero malagueño es uno de los miles que se han visto atrapados estos días de Navidad en la frontera entre Inglaterra y Francia, y sabe bien hasta qué punto la desesperación es capaz de agudizar el ingenio. Un ingenio que, tras 76 horas bloqueado, le hizo encontrar un atajo por lo que describe como «poco más que un camino de cabras», y tras dar un rodeo le permitió llegar directo hasta la boca del Eurotúnel para pasar a Francia.

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José Antonio, alias Pepe el Batata, ayer en su camión después de cruzar a Francia. sur

Su aventura comenzó el domingo, día 20, a las 17.00 horas, y no consiguió empezar a moverse hasta el miércoles a las 18.00. Durante todo ese tiempo permaneció en el antiguo aeropuerto de Malston, cerca de la frontera de Dover, que, según explica, próximamente será habilitado como la nueva aduana del Reino Unido post-Brexit. Pepe el Batata, como lo conocen en su entorno, pertenece a la cooperativa de transportes Cotravelma de la Axarquía y subió cargado de pepinos, pimientos y berenjenas de El Ejido. Cuando creía superada la pesadilla, a sólo 25 kilómetros se encontró de nuevo la carretera cortada por la policía inglesa, y allí estuvo otras nueve horas en mitad de la nada junto a otros miles de camiones. «A las tres de la mañana me quedé dormido al volante de la desesperación, la rabia y la falta de información, que es lo peor de todo. Cuando me desperté sólo quedábamos dos».

Buscar un atajo

Condujo otros 1.800 metros y otra vez se encontró la vía paralizada. «Cuando me vi en ésas me ataqué de los nervios y me volví como hacia el aeropuerto, pero encontré ese camino que estaba asfaltado, hice 50 ó 60 kilómetros más y desemboqué justo en la entrada del Eurotúnel», relata. Realmente, cuando echó a andar por aquella vía no sabía muy bien dónde iba a acabar. «Lo hice porque la desesperación es tan mala como el hambre». Avisó a varios compañeros de que por allí se podía salir y otros le siguieron, incluso cuando los agentes se dieron cuenta y lo prohibieron muchos se saltaron la señal y tomaron la ruta que el Batata había abierto. Una vez en la frontera, en pocos minutos pudo embarcar en uno de los trenes que cruzan bajo el Canal de la Mancha al continente europeo.

La comida y el agua no le faltaron nunca, sobre todo por su buena previsión, ya que acostumbra a cargar para varios días más de los previstos; aunque el Gobierno británico y las ONG montaron varios puestos de avituallamiento donde ofrecían perritos calientes, hamburguesas, bebidas y café. «Había unas colas impresionantes para coger un bocadillo; yo tenía, pero un día fui sólo por hacer algo y entretenerme». A su juicio, lo más duro ha sido la espera en la cola sin ninguna información, «que se te caiga la cabeza en el volante vencido por la desesperación y el sueño». Aunque todavía no sabe con exactitud lo que ha pasado, cree que ha sido sobre todo una cuestión política antes que la versión oficial de la cepa nueva del coronavirus: «Francia cerró la frontera y nos pedían un test para cruzar, mientras sí y mientras no ha sido un desastre de organización, espero que Inglaterra nunca organice unos Juegos Olímpicos», bromea.

Cuando atiende a la llamada de SUR ya está en Francia. «La Nochebuena la pasé en un área de servicio cerca de Calais con otro compañero; me calenté unas habas con jamón que compré congeladas, siempre llevo comida para dos o tres días de más por si acaso me encuentro alguna situación o a un compañero averiado al que hay que ayudar». Y para brindar: «Me tomé un vaso de vino dulce del terreno (de El Borge) que me supo a gloria y esa noche entre el cansancio y el vino dormí muy bien», sonríe.

Por la mañana del día de Navidad se unió a otro compañero para tomar café y se presentaron dos señoras con gorros de Papa Noel: «Nos trajeron vino caliente, castañas asadas y bombones», recuerda con agradecimiento. Ahora va conduciendo por Francia en dirección a Toledo, donde tiene que hacer una escala para descargar antes de enfilar la ruta de vuelta a casa, a donde espera llegar el próximo martes. «Loco por llegar no, estoy lo siguiente».

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Pepe tenía que haber llegado a Málaga el pasado jueves a mediodía para cenar con su familia. «Lo llevaba muy bien hasta que llegó esto, y ahora las uvas también me las pierdo porque tendré que salir otra vez el próximo jueves; en esta profesión no tienes fiestas, pero el martes celebraremos nuestra Nochebuena en casa».

Su hijo, también en Inglaterra

Ahora, sigue teniendo Inglaterra en su cabeza, pues su hijo Luis Miguel, que también es camionero, está ahora en aquel país. «Ha ido él porque un chófer de la empresa dijo que tenía miedo, pero con el cliente hay que cumplir siempre». De momento, para entrar ha sido fácil, «lo difícil es salir; va a descargar y después veremos si ya está normalizado». Nunca ha sentido temor por las noticias sobre la nueva cepa del coronavirus: «Hay que tener respeto, pero miedo a nada; sólo hay que ir bien equipado, con gel, mascarilla y no salir mucho del camión».

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Eduardo Cabello, gerente de la cooperativa veleña Cotravelma (a la que pertenece Pepe) con 40 años de experiencia en el sector, critica la situación que se está produciendo. «Faltan camiones y estamos sufriendo pérdidas económicas», a lo que añade la indignación de los profesionales que han pasado hasta cinco días atrapados en estas fechas navideñas.

Además, entre los afectados hay personas diabéticas a las que les ha faltado la medicación y se han encontrado sin ayuda durante días. «Hemos tenido atrapados 16 camiones y 32 conductores». Desde Málaga se exportan habitualmente a Reino Unido cítricos, hierbas aromáticas y subtropicales, entre otros, a cargo de 80 transportistas y otros tantos tráilers.

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