
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Un ataúd se encuentra en una sala sombría. El espacio está presidido por un gran horno. Cuando la puerta se abre, a través de una ... plataforma elevadora, se introduce el ataúd en el horno, que ya alcanza una temperatura de 600 grados. En pocos segundos, la madera empieza a arder en llamas. La puerta se cierra otra vez. Después de unas dos horas, lo único que queda del cuerpo son cenizas. El procedimiento se repite una y otra vez. La gestión de la muerte también significa decidir sobre cómo se entierra. En la provincia de Málaga, en el 80% de los casos, la opción elegida ya es la incineración.
Es el dato que ofrece la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF) a SUR y que sitúa a Málaga en lo más alto a nivel nacional. El secretario general de PANASEF, Alejandro Quinzán, asegura que «Málaga es la provincia con el volumen de incineración más alto frente a la inhumación. Es un dato significativo», señala.
Los datos que ofrece el Ayuntamiento de Málaga van en la misma línea. Incluso, en el caso de la capital, superan el porcentaje ofrecido por PANASEF. En Parcemasa se registraron hasta el 25 de octubre un 84,4% de cremaciones y un 15,6% de entierros. Los números son claros. Frente a las 3.787 cremaciones, se registraron solo 694 inhumaciones.
Hay varios factores que explican una tendencia cada vez más pronunciada. Primero, el cambio cultural que ha experimentado la sociedad en los últimos años. La religión ha perdido peso en la toma de decisiones. Incluso muchos creyentes ya no dudan en determinar la incineración como último capítulo de la vida. Segundo, la idiosincrasia particular de la provincia de Málaga, al contar con mucha población extranjera. En muchos países del centro y norte de Europa, la incineración siempre ha sido una opción predilecta.
«La incineración está experimentando un auge brutal. Nosotros lo achacamos a que hay un cambio de creencias y de costumbres en la sociedad española. Eso hace que se esté optando por la incineración. En Andalucía es donde existe el parque de hornos crematorios más grande de Europa. La región cuenta con 120. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid, que tiene siete millones de habitantes, cuenta con solo 23 hornos. Además, en la provincia de Málaga hay muchos fallecimientos que hay que repatriar luego», detalla el secretario general de PANASEF.
El apartado económico también es un factor importante. Nada es gratis en la vida, ni tan quiera la muerte. ¿Cuánto valen las sepulturas? Un nicho para cinco años tendrá el año que viene un precio de 249,30 euros. A 25 años, con compañía de seguros, 738,35. A 50 años, desde 1.346,15 en función de la fila. Un osario a 50 años, 525,70, lo mismo que un columbario por ese tiempo también.
Por su parte, una tumba para medio siglo de eternidad, costará 2.548,70. Pero si ya lo que se elige es una fosa familiar por cinco décadas, la cosa sube a 3.145,50. Si se quiere, por último, una parcela de panteones para 50 años, se pagará a 1.251,10 el metro cuadrado, ya depende de la grandeza que se quiere para descansar.
La muerte implica muchas cosas y, a pesar de ello, sigue siendo un tema tabú en la mayoría de conversaciones. Para empezar, es una condición indispensable para un paso por el mundo y de la propia existencia. La muerte está omnipresente y, a pesar de ello, se olvida desde el nacimiento. Si la salud acompaña, vuelve a aparecer otra vez muchas décadas después. Los datos que ofrece Parcemasa también dibujan algunas respuestas que rodean la manera en la que afrontan la muerte los malagueños. Algunas podrían entrar dentro del apartado de curiosidades. El catálogo de servicios supera los 200, es imposible abordarlos todos en esta información, pero encierra algunas curiosidades.
Por ejemplo, retirar un marcapasos a un difunto costará 150 euros el año que viene; los servicios de tanatoestética, 95,13; la sala de autopsias, 156,33, y las cajas de restos, 59,19 ó 108,24. Relicarios, traslados, exhumaciones, sábanas, sudarios, libros de firmas, ampliaciones, gestión de esquelas, de partidas de defunción... Las opciones tienden a infinito. Un servicio único entre los cementerios de toda España es el de atención psicológica gratuita y universal a aquellos familiares que necesitan ayuda para sobrellevar el duelo.
Parcemasa cuenta, además, con una sala ecuménica, que está adaptada tanto para religiones no católicas como para ritos civiles. Costará 52,85 euros. Los malagueños deciden hacer el viaje con un un oficio religioso en un 90% de los casos.
Otra opción que se abre paso es recordar al ser querido con un árbol en el cementerio. Es el Jardín del recuerdo, el lugar de la necrópolis de San Gabriel donde los familiares podrán elegir el que mejor represente al difunto. Pagarán 1.800 si el árbol es nuevo o 1.000 si ya existía. A lo que habrá que sumar 20 euros anuales por mantenimiento y 150 euros de inscripción si lo desean. Por su diseño e instalaciones, el Jardín del Recuerdo busca trascender de sus funciones de cementerio, para acoger a paseantes, lectores, curiosos o gente que busque un rato de paz a la sombra de un árbol. En el tiempo que lleva activo ya hay 440 personas cuyo recuerdo es así. El olivo es la especie más elegida para depositar las cenizas entre sus raíces.
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