Hoy día la actividad minera en la provincia de Málaga es casi inexistente, y se limita a la explotación de canteras de rocas de uso ... industrial como mármoles o arenas. Pero hace un siglo, o siglo y medio, el panorama era bien distinto. De hecho, en aquella época, la minería era uno de los principales sustentos económicos de la provincia. Así, por ejemplo, en 1908 había 209 minas en explotación, aunque en 1944 el número se había reducido a unas 60.
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El profesor José Manuel García Aguilar analiza este interesante pasado minero en su libro, 'Patrimonio geológico de la provincia de Málaga', una obra que va por su tercera edición desde que se publicó en el año 2014. Doctor 'cum laude' en Geología por la Universidad de Granada y profesor colaborador en el departamento de Ecología y Geología de la UMA, García Aguilar dedicó cuatro años a la preparación de esta obra, la primera dedicada de modo exclusivo al patrimonio geológico de la provincia, una labor de difusión que se enmarca en las actuaciones del área de Paleontología y Estratigrafía del departamento al que está suscrito.
La relación del hombre con los minerales se remonta a miles de años atrás y está íntimamente ligada con la evolución cultural humana. Nuestra civilización no podría entenderse sin el uso de rocas y minerales. Desde hace unos 5.500 años, con el inicio de la Edad del Cobre, el empleo de estos recursos naturales ha permitido la fabricación de infinidad de productos y equipamientos, señala el profesor García Aguilar.
Los primeros indicios de esta actividad minera en la provincia de Málaga se sitúan en el periodo calcolítico (unos 2.000 años antes de Cristo) a partir de restos hallados en los yacimientos arqueológicos de Almogía y Colmenar. También, durante el resto de edades prehistóricas y las épocas fenicia y romana, se tienen indicios de actividad minera en la provincia. Ya en la Edad Media (siglos IX al XII) se han constatado labores mineras en Málaga y Comares, ligada en este último caso a la explotación de limonita.
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José Manuel García Aguilar considera no obstante que la historia de la minería moderna en la provincia se inicia en 1752, cuando el naturalista irlandés Guillermo Bowles llevó a cabo un estudio general sobre la minería en España, destacando en él las minas de hierro, grafito y molibdeno presentes en la provincia de Málaga. Las primeras explotaciones industriales se llevaron a cabo a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX en las minas de grafito de Benahavís. Entre los años 1820 y 1840 se realizaron prospecciones minerales de cromo y níquel en Carratraca, así como la explotación de hierro en la mina El Peñoncillo (Marbella), una de las más importantes en toda la historia minera de Málaga, que abastecía a la ferrería de la Concepción, fundición creada en 1826 sobre las terrazas del río Verde.
Otro episodio importante en esta historia sucede en 1872, año en el que se funda la Sociedad Malagueña de Ciencias Físicas y Naturales bajo la presidencia del ingeniero de minas Domingo de Orueta Aguirre. Esta sociedad, pionera de su época, fomentó el estudio geológico y minero en la provincia, plasmado en informes geológicos como los de José McPherson en 1874 sobre las rocas eruptivas de la Sierra de Ronda y el libro 'Estudio petrográfico y mineralógico de la Sierra de Ronda' de 1917, escrito por Domingo de Orueta Duarte (1862-1926), uno de los más importantes personajes dedicados a la investigación geológico-minera de la provincia de Málaga, resalta el profesor García Aguilar.
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Entre 1875 y 1911 la actividad minera malagueña vive su periodo de mayor esplendor con la explotación de numerosos metales en cientos de minas, la mayoría de ellas de pequeño tamaño y producción limitada, distribuidas de modo preferente en la zona delimitada por las poblaciones de Carratraca, Marbella, Ronda y Estepona, incluyendo Sierra Bermeja, sede de uno de los afloramientos de peridotitas (rocas originadas en el manto terrestre, ricas en minerales industriales) más importantes a escala mundial, señala el autor de 'Patrimonio geológico de la provincia de Málaga'. Las explotaciones más importantes fueron de hierro, cobre, plomo, cromo, níquel, zinc, grafito y platino. A partir de 1911 se produce un declive en la actividad minera a causa del agotamiento de los filones, problemas técnicos en la explotación y un acusado descenso en los márgenes de beneficio económico. Estos hechos condujeron al abandono de las instalaciones mineras, sobre todo a partir de 1945, hasta el estado actual, donde aparece todo un patrimonio arqueo-minero en estado ruinoso, distribuido a lo largo de las antiguas zonas de explotación.
Para el profesor García Aguilar, este patrimonio arqueo-minero es uno de los tesoros geológicos más relevantes y menos conocidos de la provincia de Málaga, merecedor sin lugar a dudas de una adecuada puesta en valor desde el punto de vista científico, educativo, divulgativo y cultural, para lo que propone una serie de iniciativas como pueden ser rutas turísticas guiadas, centros de interpretación o publicaciones escritas.
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