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Un grupo de usuarios espera a las puertas de una oficina de la Seguridad Social en Málaga. SUR
«Tengo 76 años y me hacen sentir como un inútil»

«Tengo 76 años y me hacen sentir como un inútil»

Tecnología ·

La brecha digital separa a las personas mayores de gestiones básicas como pedir citas médicas, hacer trámites bancarios o resolver cuestiones con la administración pública

Domingo, 13 de febrero 2022, 01:21

Antonio ha sacado adelante una familia con cuatro hijos «y ahora cinco nietos», se ha levantado al alba durante décadas para ir a trabajar y ha llegado a la jubilación «con poquitas goteras»; de hecho, sigue saliendo casi todos los domingos por la mañana para hacer rutas en bicicleta por la provincia con un grupo de amigos. «Soy el mayor del equipillo, pero todavía dejo a alguno de los jóvenes sentado cuando subimos un repecho», comparte ufano. Pero ese orgullo se torna vergüenza cuando le tocan el asunto de la tecnología. Tanto, que ha pedido cambiar su nombre real para compartir aquí su experiencia: «Es que no hay derecho. Tengo 76 años, estoy lúcido, en forma y me hacen sentir como un inútil».

Este «malagueño de Huelin» ya intuyó lo que se venía encima cuando todavía estaba en el mercado laboral. «Trabajaba en una compañía de seguros. El trato con la gente siempre se me ha dado bien, tenía una buena cartera, contactos, pero el tema tecnológico se me hacía muy difícil. Me dieron formación y lo agradezco mucho, pero cuando vino la posibilidad de jubilarme, sentí que era una retirada a tiempo», ofrece con un deje de amargura. Porque Antonio se maneja con WhatsApp y Facebook desde su teléfono móvil, también envía de vez en cuando algún correo electrónico, pero la llamada brecha digital se convierte en un abismo cuando hay que pedir cita en el centro de salud, hacer algún trámite bancario o realizar una gestión con la administración pública.

«No hay derecho a que nos traten así», se lamenta Rocío a las puertas de una oficina de la Seguridad Social de la capital. «Llamo, llamo y venga a llamar por teléfono y no lo cogen nunca. Le he pedido a mi hija que me saque la cita por Internet, pero no hay manera. Me acabo de jubilar, tengo 66 años y no sé qué puedo hacer para que me atiendan», se queja. Rocío ha optado por presentarse en la oficina con su hija. Un cordón de seguridad impide la entrada. Llaman a la puerta. Sale una vigilante de seguridad a la que cuentan su caso. La vigilante vuelve a entrar y sale con un formulario para que lo rellenen en la calle. De eso se encarga la hija de Rocío con más resignación que confianza. «Dicen que nos llamarán entre hoy y mañana», le cuenta a su madre. Y las caras de póquer de ambas dan cuenta de la poca fe que le tienen a esos plazos.

La campaña 'Soy mayor, no soy idiota', capitaneada por el jubilado valenciano Carlos San Juan ha puesto de nuevo el foco en los problemas de acceso de las personas de más edad en una sociedad cada día más digitalizada, espoleada por los usos telemáticos que ha traído la crisis sanitaria. La iniciativa de San Juan supera las 630.000 firmas y ha llegado esta semana hasta la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, que ha dado a los bancos un plazo de dos semanas para cambiar su modelo de atención presencial.

No en vano, apenas un 16,1% de los andaluces mayores de 75 años usa Internet para realizar gestiones bancarias. Lo detalla el estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el uso de la tecnología en distintas franjas de edad. El dato andaluz está por encima de la media nacional (situada en el 13%), pero cae en el apartado dedicado a la posibilidad de concertar una cita médica a través de la Red: apenas el 8,7% de los andaluces de esa edad realiza esa gestión por medios telemáticos y Aurora Martín no es una de ellos. «Como me levanto temprano, pues me vengo a pedir cita y luego desayuno en el bar un descafeinado calentito», comparte esta malagueña de 77 años «recién cumplidos» mientras guarda cola a las puertas del centro de salud de El Palo. «Mis nietos me ayudan mucho, que mis hijos ya tienen bastante... Mi nieta mayor me tiene en el móvil y a veces le pido que me coja una cita para la doctora. Le hace una foto y me la manda al WhatsApp. Ya en el banco es más 'complicaíllo'...».

Horarios más amplios

'Caja cerrada a las 11.00' puede leerse desde el exterior de una sucursal situada en la zona este de la capital malagueña. Josefa Ferrer ha intentado resolver un trámite en el cajero automático que hay en la calle, pero no ha dado con la tecla, así que espera su turno para acceder. Otro letrero indica que es necesario pedir cita previa, a través de la aplicación móvil del banco o llamando por teléfono. «El personal de la oficina es muy apañado, seguro que me atienden», responde Josefa con un guiño sobre la mascarilla de colores. «Siempre vengo prontito y no hay mucha bulla, pero me gustaría que el horario fuera un poco flexible. Mis hijos me enseñaron lo básico para hacer las cosas por el móvil, pero me ha llegado una carta y no entiendo muy bien lo que dice, así que he venido por si me lo pueden explicar en persona», comparte Josefa, de 66 años, antes recibir justo una llamada de WhatsApp de uno de los dos hijos que tiene viviendo en Londres.

Con las llamadas de WhatsApp, Bizum y alguna que otra transferencia bancaria a través del teléfono móvil también se maneja Pilar López Fernández, vecina de Jimera de Líbar y alumna de uno de los cursos de alfabetización digital que la Diputación Provincial ha puesto en marcha de la mano del Colegio Oficial y la Asociación de Graduados e Ingenieros de Técnicos de Telecomunicación de Andalucía (COITTA/ AAGIT). «Agradezco mucho este tipo de cursos. Yo no estoy actualizada como lo está el mundo, no tengo conocimientos y he delegado mucho en los demás, pero los mayores también tenemos que aprender», sostiene la comerciante de la tienda situada junto a la Estación de Jimera de Líbar. «Todo esto de la tecnología me ha pillado un poquito tarde y me tengo que actualizar. Muchas veces te sientes impotente y con la pandemia lo he notado mucho más. Pero estamos a tiempo. Sólo hay que echarle ganas. Si te pones, aprendes», defiende con buen ánimo esta malagueña de 56 años.

Un entusiasmo que empieza a faltarle a Remedios Cuevas a las puertas de una oficina de la Seguridad Social. «El otro día vine y rellené un papel. Me dijeron que iban a llamarme, pero no he visto ninguna llamada. Tengo unos papeles de mi marido que no sé lo que dicen y me gustaría que me lo explicaran», confiesa un poco angustiada. Le cuenta lo mismo a la paciente vigilante que actúa de enlace entre el exterior y el interior de las oficinas. «Vuelvo a preguntar, señora, y enseguida le digo algo», anuncia su interlocutora.

Entonces Remedios se sienta en el poyete que rodea un árbol a pocos metros de la puerta de las oficinas. Tras ella, sobre el muro blanco de fondo, una pintada: 'Emosido engañados'. Pero Remedios no conoce la imagen que se ha convertido en icono. El meme también es cosa de Internet.

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