![El barco de la gran torre estudia cómo se formó el Mediterráneo frente a las costas de Marbella](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2024/02/02/cientificos-ok-Rgjc98X5JFyTHOHHlSbBZeP-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
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Varios testigos advirtieron hace días de la presencia en el mar, frente a las costas de Málaga, de un barco extraño. SUR aclaró entonces que se trata del Joides Resolution, con 143 metros de eslora por 21 de manga, especialmente llamativo (y visible a pesar ... de la distancia a la que se encuentra) por su gran torreta metálica, de 62 metros, que soporta una maquinaria de perforación.
El Joides Resolution (o JR) es un buque de investigación científica de las profundidades bajo el lecho marino. Su objetivo es extraer muestras de la tierra y recopilar mediciones debajo del fondo del océano, para profundizar en el estudio de la historia y el desarrollo del planeta. Pero lo que no quedaba claro es por qué estaba fondeado frente al litoral de Marbella y Fuengirola. Hasta ahora.
A bordo navega Javier Hernández Molina, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (IACT) de Granada. Oriundo de Cádiz, Hernández Molina ha pasado una década trabajando en Inglaterra, y es uno de los tres españoles que integran el equipo científico que está embarcado actualmente, dentro de la expedición 401, para el proyecto IMMAGE (investigación del intercambio en la conexión entre el Mediterráneo y el Atlántico durante el Mioceno, por sus siglas en inglés).
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Junto a él se encuentran Francisco Javier Rodríguez Tovar, del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada; y Francisco Javier Sierro, del departamento de Geología de la Universidad de Salamanca.
La nave se encuentra estos días en el enclavamiento denominado WAB-03A, frente a la Costa del Sol, donde ya llevan varios días y esperan seguir hasta el 5 de febrero. El objetivo es perforar hasta los 1.700 metros de profundidad bajo el lecho marino. «El proyecto sirve para entender qué ocurrió en la conexión entre el Mediterráneo y el Atlántico, antes, durante y después de la llamada crisis de salinidad del mesiniense», explica el científico gaditano.
Hubo un periodo, hace entre ocho y 5,3 millones de años, durante el que el Mediterráneo se aisló del Atlántico y se desecó en parte. «Queremos entender qué pasó, porque es un periodo en el que hubo cambios muy dramáticos, uno de los más importantes de la historia de la Tierra, para comprender por qué pasó y cuales fueron las implicaciones en el clima, la circulación oceánica, etc». El investigador aclara que es «puramente una investigación científica» (por tanto, no está relacionado con prospecciones petrolíferas ni industrial de otro tipo), «para saber por qué pasó eso en el Mediterráneo y qué influencia tuvo en el Atlántico. Para ello, la misión también ha estado trabajando frente a las costas de Portugal.
Además, el sondeo que se está efectuando al sur de Málaga permitirá a los investigadores conocer el impacto del cierre de los estrechos en las propiedades físico-químicas del agua mediterránea, así como en los microorganismos que vivieron en ellas. Al preguntarle sobre los posibles vínculos de sus estudios con las circunstancias actuales del cambio climático, Javier Hernández Molina explica: «Lo que vamos a aprender nos puede servir para ver cuáles pueden ser los escenarios en el futuro, en caso de que la crisis climática siga a más».
La expedición 401 del International Ocean Discovery Program, el programa internacional de descubrimiento de los Océanos, involucra a 27 científicos de 11 países, que embarcaron el 11 de diciembre en Ámsterdam en el buque americano Joides Resolution, y que desembarcarán en Nápoles el próximo 9 de febrero. Junto a los tres españoles participan expertos de las universidades de Texas, Princeton, Chicago, Iowa, Sur de California, Luisiana y Minnesota (Estados Unidos); Bristol (Reino Unido); Utrecht (Holanda); Burdeos y Córcega (Francia); Bergen (Noruega); Macquarie (Australia); Kochi y Kuyushu (Japón); Banaras Hindu (India) y la Universidad de Geociencias de China.
La expedición está dirigida por Rachel Flecker (Universidad de Bristol, Reino Unido) y Emmanuelle Ducassou (Universidad de Bordeaux, Francia) como cojefes científicos; y por Trevor Williams, por parte de la Texas A&M University, Estados Unidos. El Programa Internacional para el Descubrimiento de Océanos (IODP) es una colaboración de investigación marina que explora la historia y la dinámica de la Tierra. Está patrocinado por instituciones educativas y fundaciones de EEUU, Japón y la UE; aunque también participan China, Australia, Nueva Zelanda e India.
«Siendo honestos, no nos va a dar la respuesta sobre cuál será el resultado, porque el hombre como especie no lleva tanto en el planeta, y no hay cambios naturales en el pasado que nos permitan entender qué va a ocurrir, porque no ha ocurrido antes que el hombre haya tenido tanta incidencia». A lo que añade: «Lo que sí nos puede ayudar, en función de los escenarios, en un término más largo, es a entender cuál puede ser la reacción que va tener el planeta».
El investigador recuerda que desde la perspectiva de los geólogos, el actual escenario de cambio climático afecta a las sociedades y su forma de vida, «que es muy importante, pero el planeta ha vivido periodos geológicos en los que el clima ha sido mucho más caliente, no es la primera vez que va a estar en una condiciones diferentes, a lo largo de muchos millones de años». Y concluye: «Los cambios antrópicos están acelerando procesos naturales que van a influir mucho en nuestra forma de vivir, en las costas y en la agricultura».
El profesor Francisco Javier Sierro, investigador responsable del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca, lleva muchos años estudiando la crisis de salinidad del Messiniense, en diferentes proyectos internacionales de la UE, y también participa en la expedición, según explican fuentes de esta institución.
Desde Salamanca destacan que se está acometiendo una perforación anfibia, diseñada para recuperar testigos (muestras) completas del intercambio Atlántico-Mediterráneo desde su inicio a finales del Mioceno hasta su configuración actual. «En la actualidad, el intercambio de agua marina entre el Mediterráneo y el Atlántico se produce exclusivamente a través del estrecho de Gibraltar. Sin embargo, en aquella época había dos estrechos: uno en el norte de Marruecos y otro a través del sur de España, que se extendía a lo largo de un corredor desde Sevilla hasta Jaén y Murcia».
Ambas conexiones se fueron cerrando paulatinamente debido a la elevación tectónica de la cordillera Bética en Andalucía y de la cordillera del Rif en Marruecos. Como consecuencia, se bloqueó la entrada de agua atlántica hacia el Mediterráneo y se desencadenó la mayor catástrofe ambiental de su historia. «Debido a que el agua que aportan anualmente los principales ríos que vierten al Mediterráneo no es suficiente para compensar la que se perdía por evaporación, el nivel comenzó a descender hasta llegar a unos 1500 metros por debajo del actual».
Paralelamente, la salinidad fue subiendo, alcanzándose niveles superiores a los que existen a día de hoy en el mar Muerto. «La vida en el Mediterráneo experimentó una crisis sin precedentes. El resultado final fue el depósito de una gran capa de sal de más de dos kilómetros de espesor en lo más profundo de la cuenca balear, así como en la cuenca argelina y en la zona oriental, un evento que se conoce como la Crisis de Salinidad del Mediterráneo». Este proceso hizo que esta zona recibiera el 6% de la sal oceánica mundial (entre 7 y 8 veces el agua salina que recibe en la actualidad). También contribuyó a un episodio importante de enfriamiento a escala global.
Próximamente, se completarán los resultados con los que se obtengan de las campañas del Programa Internacional de Perforación Científica Continental (ICDP), en el que se recuperarán testigos del Mioceno tanto en la cuenca del Guadalquivir, al oeste de Sevilla, como en la cuenca sur-rifeña, al norte de Marruecos.
La crisis de Salinidad del Mediterráneo terminó hace 5,3 millones de años, cuando el nivel del agua en la zona Atlántica subió por encima de Gibraltar e inundó de forma repentina todo el Mediterráneo, evento conocido como la Inundación Pliocena. En las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Salamanca se ha analizado cómo se produjo la recolonización de los primeros microrganismos marinos que vivieron en el Mediterráneo inmediatamente después de la inundación.
Por otra parte, los sondeos que se han hecho en el lado Atlántico han permitido monitorizar la salida de agua mediterránea a través del tiempo. «Esta masa, cuando sale hoy por el fondo del estrecho de Gibraltar a unos 300 metros de profundidad, se hunde en cascada hasta alcanzar los 1500 metros en el golfo de Cádiz, transportando calor y sal hacia el océano Atlántico», añaden.
De ahí que otro objetivo clave en la expedición sea conocer el impacto que tuvo el cierre de los estrechos norbético y rifeño en el clima del oeste de Europa, como consecuencia de la interrupción en el flujo de sal y de calor hacia el Atlántico.
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