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Las razones que esgrimen las mujeres para no tener hijos o para retrasar el momento de traer descendencia al mundo van cambiando con los años. Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga, los enumera: entre los 19 y los 29 años, el ... principal motivo es que las chicas se ven demasiado jóvenes para ser madres; entre los 30 y los 34 años, las que se hacen fuertes son las razones materiales: no se reúnen las condiciones laborales y económicas para hacer frente a la maternidad; entre los 35 y los 39 años, los que afloran son los problemas para encontrar una pareja estable con la que formar una familia: las mujeres, ahora cada vez están más formadas pero repiten los patrones de sus madres y sus abuelas, buscan hombres con niveles educativos superiores a los suyos y eso cada vez es más difícil; y a partir de los 39 años, la primera causa para no tener hijos reside en las condiciones físicas, porque la biología al final es la que manda y si, por unos motivos o por otros, se retrasa la maternidad, cada vez es más difícil quedarse embarazada.
Esta suma de circunstancias provoca la coincidencia de dos fenómenos que describe Juan José Natera, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Málaga. Por un lado, una macrotendencia, el descenso generalizado de las tasas de fecundidad por la acumulación de causas: mujeres que extienden sus años formativos, la precariedad laboral y el problema de la vivienda que retrasan la edad de emancipación, un mercado matrimonial contaminado de la mentalidad del consumo rápido, así como la idea de que tener un hijo se ha convertido en un lujo, un coste al que se asocia además la pérdida de la libertad.
Y, en paralelo -y como resultado-, añade Natera, se está produciendo el retraso de la edad de la primera maternidad y el aumento de la proporción de nacimientos de mujeres de 40 y más años. «La macrotendencia es que cada vez hay menos niños, pero también el incremento de la edad media en la que se tiene el primer hijo; porque, ¿quienes tienen hijos? Quienes pueden, las mujeres más asentadas, lo que se consigue a edades cada vez más tardías», incide. Porque lo que está claro, apunta Ayuso, es que aunque el deseo de tener hijos ha disminuido, España todavía es un país en el que se quiere traer descendencia. En todo caso, se calcula que el 25% de las mujeres que nacieron en la década de los setenta no serán madres, porcentaje que irá en aumento en las siguientes generaciones, de acuerdo con un estudio del Centro de Estudios de Demografía.
25% de las mujeres nacidas en los años setenta
no serán madres ya y se espera que este porcentaje pueda llegar al 30% en las generaciones siguientes.
Málaga ha asistido a 4.718 nacimientos en los cinco primeros meses del año, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Éstos son algunos más que los 4.698 del mismo periodo del año pasado, pero representan un descenso cercano al 25% respecto a los números de 2014, cuando en Málaga, en cinco meses, habían nacido cerca de 6.200 niños. Mientras esto sucede con los grandes números, los partos de madres de 40 y más años están un 15% por encima de los que se producían hace diez años: entre enero y mayo de 2014 fueron 398, mientras que en este 2024 ascienden a los 460. Si tomamos la perspectiva de un año completo, del ejercicio 2023, sucede cosa idéntica: los 1.187 nacimientos de madres de 40 y más años fueron un 15% superiores a los 1.026 de 2014, mientras que la natalidad total (11.185, la más baja de la serie histórica, porque nacen menos niños que nunca) fue un 24% más baja en 2023 que en 2014 (15.671).
En lo que llevamos de este año 2024, la natalidad ha bajado entre las madres de todas las franjas de edad en comparación con las cifras de 2014, con la excepción de las mujeres entre los 40 y los 44 años, donde se ha pasado de los 366 a los 426 nacimientos; de las de 45 a 49 años, que se ha mantenido en 31 alumbramientos; y las de 50 y más años, entre las que ha subido de uno a tres.
Otra de las razones que desvela Luis Ayuso para la reducción de la natalidad y que no hay que pasar por alto es que el número de madres potenciales cada vez es más reducido: la natalidad ya fue muy baja en la década de los noventa, precisamente la cohorte de edad a la que ahora le está tocando tener hijos. Y éste es también el motivo por el que si se acerca la lupa al más corto plazo se descubre que los nacimientos de madres de más de cuarenta años están comenzando a reducirse: entre enero y mayo de 2022 fueron 543; un año después, 473; y en este 2024, 460. En todo el año 2023 fueron 1.187, frente a las 2.265 de 2022, cuando marcaron máximos de la serie.
11.885 nacimientos
hubo en la provincia en el año 2023, cifra que contrasta con las 14.117 defunciones. La población sólo avanza en Málaga por la llegada de personas de otras provincias de España y por la contribución de la inmigración.
Natera, a la vista de estas cifras, valora: «La natalidad de madres pasados los 40 años apenas pesa el 10% en total -son 460 nacimientos del total de 4.718 que ha habido en lo que llevamos de año-, lo que significa que el 90% de los alumbramientos son de mujeres por debajo de esa edad». Por ello, más que en la distribución por edades de la fecundidad, sobre lo que Natera alerta es sobre la escasez global de nacimientos: en el año 2023, los poco menos de 11.200 alumbramientos en la provincia convivieron con más de 14.100 defunciones, lo que implica un crecimiento vegetativo negativo, que implica que sin inmigración y sin atracción de personas procedentes de otros lugares de España, la población de Málaga, lejos de crecer -se pronostica que en menos de una década superará los dos millones de personas y rebasará la demografía sevillana-, se reduciría y podría extinguirse, dice Natera, en siete generaciones.
El 'baby crack' malagueño -y español en general, porque las cifras de caída de nacimientos son similares a las de la provincia- no se va a resolver, asegura Ayuso, con el retraso de la maternidad, con que la ciencia y la técnica progresen de tal manera que sea más fácil ser madre a partir de los cuarenta. Éste, asegura el sociólogo, se trata de un reto juvenil, que hay que afrontar con políticas estructurales en materia laboral, de vivienda -él mismo revela los problemas que tiene para traer investigadores a la Universidad de Málaga por el elevado coste del alquiler, lo que les lleva a preferir Granada-, pero también de familia y de la construcción social de la idea de qué es tener un hijo, para descargarla de las connotaciones negativas que observa que ha ido adquiriendo en los últimos tiempos.
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