Arquitectos de Málaga desvelan los secretos de sus obras favoritas

Ocho profesionales y equipos confiesan sus primeras ideas y sus temores a la hora de afrontar un oficio que ya padece los efectos de la crisis por la pandemia

Jesús Hinojosa

Málaga

Viernes, 2 de octubre 2020

Al margen de todo lo negativo que supone, la pandemia del Covid-19 ha servido para reparar en diversos aspectos del mundo que nos rodea ... a los que hasta ahora no prestábamos la atención o el valor que merecen. Uno de ellos es la arquitectura, una disciplina profesional de la que nace el diseño de los hogares, los lugares de ocio y de trabajo y la configuración de las ciudades, en definitiva todo aquello que envuelve el día a día de las personas, que desde el pasado mes de marzo se ha visto condicionado, y de qué manera, por la amenaza del coronavirus.

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¿Cómo se gesta la arquitectura? ¿Cuál es el reto al que se enfrentan cientos de profesionales malagueños para crear el todo desde la nada de un solar? Con motivo de la celebración de la Semana de la Arquitectura a partir del próximo lunes, este periódico ha hablado con ocho profesionales y equipos de arquitectos para conocer qué se cuece tras la concepción de un proyecto y cuáles son las condiciones que influyen durante su desarrollo.

Para el decano del Colegio de Arquitectos, Francisco Sarabia, Málaga tiene «un muy buen nivel de profesionales» que se muestra cada año en los premios que esta entidad concede. Los galardones de la edición 2020, que ha recabado 94 proyectos aspirantes, se fallarán este próximo miércoles.

«La pandemia ha hecho que nos demos cuenta de que la arquitectura es más importante de lo que pensamos. Es una labor que hay que cuidar, porque todo lo que nos rodea está relacionado con ella«, recuerda Sarabia, quien admite que la actual crisis sanitaria ya está haciendo mella en los estudios locales. »Podemos hablar de un descenso de actividad del 20% aproximadamente, pero lo notaremos aún más a partir de enero, cuando se terminen de elaborar los proyectos que estaban ya encargados y no lleguen nuevos contratos«, reconoce el decano de los arquitectos.

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Por ello, pide a las administraciones que apoyen especialmente al sector de la construcción como una vía para salir de la actual crisis, que ya se cierne sobre los despachos de quienes diseñan el hábitat urbano.

Isidro Gallego y José Antonio Mota (Edificio Vértice)

«La arquitectura no debe proyectarse desde un catálogo de productos»

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Galería. José Antonio Mota e Isidro Gallego, junto al edificio Vértice. Francisco Hinojosa

Uno de los edificios que más ha llamado la atención en los últimos años en Málaga es el que el grupo Vértice creó en la confluencia de la calle Hilera con Alonso de Palencia a partir de la transformación de un inmueble existente. Isidro Gallego y José Antonio Mota son los autores de un diseño que transmite dinamismo. «Una serie de lazos fluyen desde la base hasta la cima», explica Gallego, quien recuerda la complejidad que supuso la producción y montaje de 123 paneles, todos ellos con distinto ángulo en sus juntas. «La arquitectura no debe proyectarse desde un catálogo de productos», sostiene este profesional, quien recuerda que les llamaron «locos» cuando propusieron hacer una puerta de acceso en doble guillotina, superior e inferior, que aún hoy funciona y que al cerrarse forma el símbolo de Vértice.

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Estudio HCP (Edificio Navis)

«Era necesario introducir un elemento de ruptura en Teatinos»

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Galería. Alejandro Pérez, Mario Romero, Javier Higuera y José Luis Moreno. Francisco Hinojosa

El estudio de HCP que comandan Javier Higuera, Alejandro Pérez, Mario Romero y José Luis Moreno pone firma a uno de los edificios levantados recientemente en la zona de Bizcochero, que conecta los primeros bloques que se alzaron en Teatinos con el campus universitario. Se trata del edificio Navis, para 63 viviendas y locales, que destaca por su altura y por el perfil curvo de su volumen, que recuerda la proa de un barco. «Desde un principio buscábamos romper la homogeneidad urbanística de la tipología edificatoria imperante en la zona. Pensábamos que era necesario introducir un elemento de ruptura en la morfología urbana de Teatinos», confiesa Javier Higuera, quien se muestra sorprendido por «cómo un edificio en altura, con la polémica que suelen llevar aparejada, no haya generado ningún tipo de reacción hostil, más bien todo lo contrario».

Juan Gavilanes (Facultad de Ciencias de la Salud)

«Quería que tuviese una escala cercana, que no oprimiera»

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Galería. Juan Gavilanes, en uno de los patios de la facultad, en la que el cristal tiene un papel protagonista. Francisco Hinojosa

La Facultad de Ciencias de la Salud es la obra predilecta del arquitecto Juan Gavilanes, quien obtuvo el encargo por concurso y recibió varios premios por su singularidad. Se enfrentó al reto de una parcela triangular para encajar un centro docente para cuatro disciplinas: enfermería, podología, terapia ocupacional y fisioterapia. En vez de hacer cuatro edificios, diseñó 17 pabellones de diversas formas y tamaños que juntos recuerdan las trazas de un casco antiguo y generan patios y espacios abiertos. Las cuatro especialidades comparten biblioteca, salón de grados, cafetería y vestíbulo en una construcción de baja altura en la que el cristal y el hormigón blanco prefabricado matizan la luz a lo largo del día y juegan un papel protagonista. «Quería que tuviese una escala cercana al usuario, que no te oprima», destaca Gavilanes.

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María García y Juanjo Domínguez (Colegio Flor de Azahar en Cártama)

«Las escuelas deben ser lugares donde querer estar»

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Galería. María García y Juanjo Domínguez junto al colegio construido por la Junta en Cártama Estación. Francisco Hinojosa

Con más de 15 años de trayectoria, el matrimonio formado por los arquitectos María García y Juanjo Domínguez ha terminado especializándose en el diseño de centros educativos públicos, una labor en la que tienen que compaginar la búsqueda de la calidad con un presupuesto habitualmente muy limitado. La última de sus obras es el colegio Flor de Azahar, en la Estación de Cártama, para el que han vuelto a ponerse en el papel de los alumnos y profesores. «Las escuelas deben ser lugares donde querer estar. Que sean espacios sugerentes, que les motiven», explica María García respecto a un diseño en el que han empleado materiales naturales como la madera y el ladrillo, y colores cálidos; combinados con el estudio de la incidencia de la luz en las aulas, tamizada por lamas orientables, y con la incorporación de ventilación natural cruzada. «Buscamos espacios que promuevan la socialización, la creatividad, la concentración...», añade.

Ángel Asenjo (Palacio de Ferias y Congresos de Málaga)

«Es una expresión del crecimiento y la modernidad de Málaga»

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Galería. Las láminas de titanio y los colores de las estructuras marcan esta obra de Ángel Asenjo. Francisco Hinojosa

A pesar de que han pasado ya casi veinte años desde su construcción, el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga sigue muy presente la memoria profesional de Ángel Asenjo, quien recuerda la libertad que le otorgó la entonces alcaldesa Celia Villalobos para concebirlo. «Se me brindó una oportunidad única para crear un edificio que fuera expresión del crecimiento y la modernidad de Málaga», destaca Asenjo, que dejó su impronta con los vivos colores que marcan sus estructuras, y la silueta de un pez que navega sobre un mar de olas de titanio que se aprecia desde una visión aérea. Este arquitecto, que no está conforme con las intervenciones realizadas por otros en esta obra, confiesa que pensó que generaría cierta polémica, pero asegura que «la crítica general de la ciudadanía fue buena, mejor de lo que esperaba».

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Salvador Moreno Peralta (Peatonalización del Centro de Torremolinos)

«Nos la jugamos a la carta de la gran pérgola ondulante»

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Galería. Salvador Moreno Peralta, junto a la pérgola que recorre la peatonalización que diseñó para Torremolinos. SUR

El centro de Torremolinos experimentó el año pasado un notable cambio con el proyecto de peatonalización plaza Costa del Sol y la avenida Palma de Mallorca que diseñó el arquitecto Salvador Moreno Peralta con la ayuda de José Carlos Carrasco, Ignacio Martín y María Santana. Este veterano profesional se encontró con «un espacio urbano sin significado» al que procuró dotar de personalidad para que los vecinos se identificaran con el enclave. «Nos la jugamos a la carta de la gran pérgola ondulante como una ola marina, muy, digamos, mediterránea, que llena y personaliza el lugar pero, sobre todo, ¡da sombra! … cosa que no siempre ocurre», recuerda Moreno Peralta, quien detalla que se llegó a hacer un modelo a escala real de la pérgola en las instalaciones de la empresa Santa&Cole que la fabricó en Barcelona. «La clave en estos casos es la capacidad que estas actuaciones tienen de inaugurar sobre el lugar un tiempo nuevo, ya nadie se acuerda de lo que había antes», añade.

José Seguí (Ciudad de la Justicia)

«Quise hacer una maleta que tiene que adaptarse a los viajes»

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Galería. José Seguí, ante la Ciudad de la Justicia, un proyecto que supuso una inversión de 85 millones de euros. Francisco Hinojosa

Por sus grandes dimensiones y lo complejo y variado de sus usos, la Ciudad de la Justicia es uno de los proyectos más relevantes en la trayectoria de José Seguí. «Siempre me ha gustado asemejar este diseño a la maleta de un viajante que tiene que perdurar en el tiempo, siendo capaz de adaptarse a los contenidos que se le exijan a lo largo de sus muchos viajes, sin perder su forma conceptual de cómo se creó originalmente», afirma. Debido a su tamaño, con una planta que supone la suma de tres campos de fútbol, se utilizaron elementos prefabricados en las fachadas del prisma superior, buscando diferentes inclinaciones para conseguir una climatización pasiva a través de galerías ajardinadas en vertical y horizontal. «Desde su finalización en 2007, el edificio se ha integrado en la cabecera del nuevo sector de Teatinos de manera tranquila, sin ser estridente en su ubicación», asegura Seguí.

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Javier Pérez de la Fuente y Juan A. Marín Malavé (Centro Pompidou)

«Todo se hizo en 15 meses, mirando atrás da un poco de vértigo»

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Galería. Juan Antonio Marín y Javier Pérez de la Fuente ante el Centro Pompidou. Francisco Hinojosa

Javier Pérez de la Fuente y Juan Antonio Marín Malavé, compañeros de batalla en la Gerencia Municipal de Urbanismo, están detrás del proyecto del Centro Pompidou de Málaga, una obra que se hizo en apenas 15 meses desde la primera reunión con el equipo del museo de París en diciembre de 2013. «Mirando atrás sigue dando un poco de vértigo», recuerda Javier. Aún causa sorpresa en los visitantes cómo un museo que parece casi invisible desde el exterior alberga más de siete mil metros cuadrados de superficie en el hueco que se reservó junto al aparcamiento en la esquina de los muelles 1 y 2 del puerto. «Se organiza alrededor de dos grandes 'vacíos': un primer espacio que mira hacia el interior, con siete metros de altura libre que es el corazón del proyecto, sala principal de la colección; y un segundo vacío que mira hacia el exterior mediante el 'cubo' sobre el que el artista Daniel Buren realizaría su obra Incubé», explica. En el diseño de ese cubo también intervino el arquitecto del centro comercial Muelle Uno Juan Carlos Rodríguez.

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