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Una clase de segundo de Bachillerato en el Instituto Provincial de Educación Permanente, con el profesor de Matemáticas Diego Galán. MIGUE FERNÁNDEZ
Una segunda oportunidad
Abandono escolar

Una segunda oportunidad

El abandono escolar en Andalucía cae a cifras históricas, un 17,7% según la última Encuesta de Población Activa, aunque sigue siendo muy superior a la media nacional

Viernes, 15 de abril 2022, 01:07

La equivocación es un derecho, pero rectificar es también un acierto. La adolescencia es una etapa difícil en la que se pueden tomar decisiones erróneas. A veces la familia no ayuda, el entorno socioeconómico no es el más propicio o simplemente se pierde el interés por el estudio y el esfuerzo. Pero siempre hay una segunda oportunidad, a la que se aferran cientos de jóvenes que tratan de enmendar una mala decisión. La vuelta a las clases de jóvenes que en su momento dejaron los estudios ha dado lugar a un dato histórico en Andalucía: por primera vez en su historia, el abandono escolar temprano ha bajado del 20 por ciento de la población activa, situándose en un 17,7%

En España, por abandono escolar se entiende la situación de jóvenes que no tienen el título de Educación Secundaria Obligatoria o que tras finalizar la ESO, no estudian Bachillerato o Formación Profesional. Según los datos de la Encuesta de Población Activa del último año, Andalucía redujo en 2021 en algo más de cuatro puntos (4,1) la tasa de abandono escolar temprano respecto al año anterior, situándose en el 17,7% (por primera vez por debajo de los 20 puntos), el mayor descenso de la serie histórica, que arrancó en 2002, y la cifra más baja de siempre. Para el conjunto del país, esta tasa se situó en el 13,3%.

La Consejería de Educación ofrece diferentes opciones a aquellos jóvenes o ya adultos que en su momento dejaron los estudios. Así, a lo largo del curso se realizan convocatorias para la obtención del título de Secundaria o Bachillerato. En este último caso, para mayores de 20 años, el primer examen se realizó el pasado 2 de abril y la segunda prueba tendrá lugar el próximo día 23. En Málaga se han presentado a estas pruebas 416 personas. Otra opción es la educación permanente de adultos.

Manuel Vicario, 19 años

«Me di cuenta de que trabajar de socorrista durante tres meses no me soluciona la vida»

Laura de la Torre Santana, 19 años

«En primero de Bachillerato comenzaron los problemas y me vine abajo, pero no tiré la toalla»

En el Instituto Provincial de Educación Permanente de Málaga estudian Manuel Vicario, Laura de la Torre, Sandra Ramírez, Isabel Galindo y Daniel Efrén Larrea, entre otros muchos jóvenes y adultos, que ocupan de nuevo las aulas de las que salieron de manera precipitada. Desmotivación, dificultades para llevar alguna asignatura o malos consejos están detrás de una decisión que ahora, tras un periodo de reflexión, tratan de revertir.

La pandemia supuso un parón imprevisto en los estudios de Manuel Vicario, de 20 años. No se habituó a la enseñanza a distancias y dejó los estudios en segundo de Bachillerato. Consiguió trabajar como socorrista en una piscina, y «me iba bien», pero comprendió que «un trabajo de tres meses no te soluciona la vida». Cuando decidió retomar los estudios ya no podía volver al instituto y se ha matriculado en el IPEP, donde estudia para aprobar Química y Lengua, que son las asignaturas que le quedan para terminar. Su familia también le ha apoyado para dar este paso y él está contento de su decisión, aunque reconoce que al principio le resultó un poco difícil habituarse de nuevo a los estudios. «Pero aquí los profesores te lo ponen muy fácil, se implican mucho y son un gran apoyo», dice. Para ampliar sus opciones de futuro se ha fijado como meta estudiar un grado Superior de FP. «Creo que con una mayor formación mejoran tus opciones de futuro laboral», señala.

Sandra Ramírez González, 23 años

«Mis padres, profesores, lo han pasado mal, pero llegó un momento en el que no me interesaba nada»

Isabel Galindo García, 19 años

«Un parón en tu vida puede venir bien para darte cuenta de lo que realmente quieres y afrontarlo con ilusión»

Daniel Efrén Larrea Cárdenas, 20 años

«Nunca me ha gustado del todo estudiar, pero sacar el título de Bachillerato se ha convertido en todo un reto»

Después de dejar el instituto y de un tiempo de reflexión Laura de la Torre Santana, de 19 años, piensa en un grado Superior de Educación Infantil y en una carrera universitaria. Todo un reto para una joven que se desanimó en el instituto, en segundo de Bachillerato, pero que ahora se ha fijado un claro objetivo. Laura vive en Rincón y cada día se traslada a la capital, a este centro situado en el Paseo Antonio Machado, para terminar segundo de Bachillerato. «Me hablaron bien de este instituto y después de los problemas que tuve en el anterior decidí probar», señala. A los jóvenes de su edad aconseja que no se conformen con el título de la ESO, que sigan estudiando, porque con una mayor formación podrán encontrar un mejor trabajo.

Un tiempo de reflexión

Un trabajo de camarera era lo que había conseguido Sandra Ramírez González en su Córdoba natal. Como sus compañeros, dejó los estudios en primero de Bachillerato y ahora, con 23 años, ha decidido retomarlos, primero en Córdoba y segundo curso ya en Málaga. Recuerda que pasó un bache, «no era lo suficientemente madura, no me interesaba nada», y dejó los estudios, algo que le costó más de un disgusto con sus padres, ambos profesores. Ahora los ha retomado con interés y encuentra en sus profesores la ayuda necesaria para hacerle más fácil esta nueva etapa. Por la enfermedad de una hermana ha pasado un tiempo en los hospitales y le ha gustado el ambiente que se vive, por lo que quiere estudiar Enfermería, una carrera para la que se necesita una nota alta de selectividad, algo que también supone para ella un reto personal.

Programas personalizados para mantener a alumnos con problemas en el sistema educativo

Al alumno con problemas en la clase hay que prestarle una atención individualizada, con tutorización y seguimiento personalizado para lograr mantenerlo en el sistema educativo cuando alcance la edad (16 años) en la que la escolarización deja de ser obligatoria. Los catedráticos de la UMA Ignacio Rivas y Óscar Marcenaro advierten de las consecuencias económicas y sociales de una juventud escasamente formada.

Para Ignacio Rivas, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la UMA, abandono escolar temprano y fracaso escolar son indicadores en niveles altos en España, «si bien se está notando un descenso en los últimos años en el abandono temprano, situándose ahora por debajo de 20 por ciento». Hace unos años, el 'boom' económico, especialmente vía construcción, favoreció este abandono temprano ante una perspectiva laboral inmediata y bien remunerada. «La crisis económica y el cambio de tendencias laborales provocó una vuelta al sistema educativo de un gran número de jóvenes, bajando este indicador», sostiene.

Un análisis en el que coincide Óscar Marcenaro Gutiérrez, catedrático y director del Departamento de Economía Aplicada (Estadística y Econometría). «La crisis económica que comenzó en 2008/2009 endureció el acceso al mercado laboral. Hasta entonces los jóvenes que abandonaban los estudios conseguían un trabajo aunque no tuvieran la certificación académica«. Por esto a partir de 2008 empieza a reducirse drásticamente la tasa de abandono temprano.

Rivas y Marcenaro también coinciden en que la recuperación económica a partir de 2015 podría hacer pensar en un nuevo incremento del abandono, aunque los datos indican lo contrario. «Esta tendencia a la baja se mantiene, entre otras razones, porque el mercado laboral para jóvenes no está siendo propicio, por lo que el requisito del 'título académico (profesional o bachillerato)' se está haciendo más necesario», indica Ignacio Rivas. Según Marcenaro, la recuperación fue muy moderada, por lo que no hubo atracción de los jóvenes al mercado laboral.

Sobre las causas del abandono y fracaso escolar, señalan que depende de las diferentes situaciones sociales, culturales y económicas de los jóvenes. «El sistema educativo no atiende adecuadamente las necesidades educativas de los colectivos más vulnerables», asegura Ignacio Rivas. «Podemos decir que hay una confrontación entre la cultura escolar (altamente academizada e intelectualizada) y la cultura de estos colectivos», afirma.

En esta misma línea, Óscar Marcenaro coincide en la necesidad de una 'tutorización individualizada' para los alumnos con problemas, algo que reconoce se hace difícil con un volumen elevado de estudiantes por clase. «Hay que invertir mucho dinero, pero es la única manera, detrás del abandono hay problemas de desestructuración familiar y se hace necesario un estudio y seguimiento individualizado para reconducir el camino de esos jóvenes», dice.

Adaptaciones curriculares

Para el profesor Marcenaro, la titulación «es un filtro», por lo que considera necesario realizar adaptaciones curriculares para que el mayor número de jóvenes alcancen el nivel de competencias con vías alternativas, como puede ser la Formación Profesional. «Potenciar la FP es un factor clave, hay servicios básicos o tareas de carácter manual que son esenciales en la economía actual, por lo que la FP es un buen camino para dar viabilidad a esas personas que desde un punto de vista académico no están tan preparadas. El abandono significa pérdida de recursos para la nación», asegura.

Otro de los problemas que plantea el profesor Rivas se refiere a la rigidez del sistema educativo y laboral, «que no permite la movilidad estudiantil ni genera opciones más flexibles para alumnado diferente. Si a esto se une un sistema que propicia la repetición de curso –añade–, va generando pocas expectativas y anima a cierto tipo de estudiantado a abandonar los estudios en cuanto tiene oportunidad».

Ingresos salariales

Contrariamente a lo que se podría pensar, el abandono escolar temprano no tiene una influencia significativa en el nivel de los ingresos salariales. Así lo considera Óscar Marcenaro, que analiza esta cuestión en su trabajo 'Las consecuencias del abandono escolar temprano sobre las habilidades y los salarios durante la madurez: evidencia empírica'. Centrándose en un período de transición de una ley de educación sin límite de edad a otra ley (de 1970) que obligaba a los estudiantes a tener 14 años para poder abandonar la escuela, los resultados muestran, para esta cohorte de la población española, que el abandono escolar temprano se asocia negativamente con el nivel de habilidades lingüísticas (alfabetización) y de habilidades numéricas, mientras que no influyó en el nivel de los ingresos salariales.

Por tanto, mantener a los estudiantes en el sistema educativo ayuda en el desarrollo de sus habilidades. Esto puede indicar que las leyes educativas españolas recientes, como la LOGSE (1990), que aumentó la edad de abandono escolar hasta los 16 años, pueden tener una influencia positiva en las habilidades de la población.

En cualquier caso, apunta el profesor Marcenaro, se hace necesario fomentar prácticas orientadas a la resiliencia, como el desarrollo de un plan de estudios adaptado a las competencias del alumnado (con potenciación de la FP) y un apoyo alto y constante para los estudiantes, en la que medida que estas medidas pueden ayudar a resolver el problema del abandono escolar.

La presión de los estudios y de los propios profesores, que le decían que no servía para estudiar Bachillerato, llevaron a Isabel Galindo García a tirar la toalla. Había aprobado primer curso y estaban ya en el segundo trimestre de segundo cuando dejó los estudios. «Me desanimé porque los profesores me decían que lo dejara», recuerda la joven de 19 años. Una amiga le habló del IPEP y decidió intentarlo. Ahora se encuentra encantada y ve ante sí un nuevo futuro: quiere hacer un grado Superior de Infantil y luego ir a la universidad para estudiar Filología Clásica. Aquí su tutora es un gran apoyo y consejera. «El futuro lo tiene que construir uno mismo y la formación es fundamental; y si tienes que hacer un parón, que no sea definitivo, puede venir bien para darte cuenta de lo que realmente quieres y afrontarlo con ilusión, nunca es tarde para remontar con algo mejor», dice.

Daniel Efrén Larrea-Cárdena reconoce que no le gusta estudiar, que le cuesta trabajo ponerse delante de los libros, pero que ha vuelto a las aulas por necesidad. Quiere ser bombero y necesita el título de Bachillerato. Después de los malos resultados en el instituto anterior, aquí va aprobando algunas asignaturas y ve posible alcanzar su objetivo.

Facilidad para aprobar

Además de los jóvenes que retoman los estudios por diferentes motivos, el profesor Óscar Marcenaro indica otro factor en el descenso del abandono escolar temprano, los cambios educativos que están haciendo más fácil la superación de los cursos. «Alumnos que en otro contexto habrían abandonado, permanecen en el sistema educativo por esa flexibilidad o laxitud», señala.

Las consecuencias laborales del abandono son otra preocupación para el profesor Marcenaro, pues está demostrado que las carencias en competencias lingüísticas o matemáticas se traslada al mercado laboral con menor productividad. Sin olvidar la vertiente social, pues el problema del abandono escolar no es solo carecer de un título, sino que esa pérdida de motivación personal se traduce en muchos casos «estar en la calle sin nada que hacer aboca con facilidad al consumo de drogas y otros delitos, creando un problema socioeconómico de grandes dimensiones», advierte.

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