Manuel Arias Maldonado, Antonio Soler, Fernando Arcas, Ángel Rodríguez, Carmen García y Guillermo Díaz, de izquierda a derecha salvador salas
Historia

Los actos en el aniversario de la muerte de Franco, a debate

SUR organiza un encuentro para reflexionar sobre la conmemoración de '50 años de España en libertad', el periodo de conmemoraciones que el país encara sobre la Transición y su repercusión en la actualidad

Domingo, 16 de marzo 2025, 00:17

El pasado enero comenzó el ciclo de actos programados este 2025 –en torno a un centenar– por el Gobierno con motivo del medio siglo de ... la muerte del dictador Francisco Franco y el inicio de un periodo donde el país recuperó la democracia y las libertades. Bajo el título de '50 años de España en libertad' esta conmemoración abre un calendario de efemérides en los próximos años sobre hitos de la Transición: la Ley de la Reforma Política (1976), las primeras elecciones generales en democracia (junio de 1977) y las municipales (1979), la aprobación de la Constitución (1978) o la alternancia política con la llegada del PSOE al poder (1982).

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Este inicio de las conmemoraciones no ha sido ajeno a las críticas políticas dentro del clima de fuerte polarización que vive el país y que se agudiza cuando se abordan episodios de la historia reciente de España. Para abordar este calendario de celebraciones desde el ámbito de la reflexión y alejado de las disputas partidistas, SUR organizó un debate con seis participantes de diferentes disciplinas: Fernando Arcas, doctor en Historia; Ángel Rodríguez, catedrático de Derecho Constitucional; Antonio Soler, escritor; Carmen García Ruiz, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación; Manuel Arias Maldonado, catedrático de Ciencia Política; y Guillermo Díaz, exdiputado de Ciudadanos e investigador de la historia militar y el cine.

Acerca de la fecha elegida

Sobre la fecha elegida para iniciar las conmemoraciones, los intervinientes mantuvieron posiciones divergentes. Arcas defendió el que se haya elegido el año de la muerte de Franco dado que es una figura «determinante» en el siglo XX español. «Es algo que había que hacer y permitirá mejorar la cultura histórica de los españoles», afirmó. Mientras que García Ruiz adujo que cualquier efemérides es una oportunidad para «educar históricamente, que está muy conectado con una forma de educar al ciudadano sobre sus valores y sus derechos».

Rodríguez, por su parte, manifestó que cincuenta años del óbito de dictador merecen una reflexión pero es «exagerado» llamarlo '50 años de libertad' porque «aunque sin su muerte no habría habido Transición y sin ésta no había habido democracia, el fallecimiento de por sí no inaugura un periodo de libertad». En esa línea, Soler insistió en que ha habido «un poco de anticipación, de prisa» en iniciar los actos y recordó que la muerte de Franco abrió «un momento de esperanza, pero también de incertidumbre».

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Antonio Soler: «Ha habido un poco de anticipación, de prisa en iniciar los actos. La muerte de Franco abrió un momento de esperanza, pero también de incertidumbre»

Más crítico se mostró Arias Maldonado al sostener que es «difícil separar el interés propagandístico del Gobierno de esa arrolladora cantidad de actos» para conmemorar el aniversario de la muerte de Franco. Un argumento, el de la motivación política, donde incidió Díaz, para quien esta celebración «esconde intenciones muy concretas, apropiaciones indebidas y celebraciones de algo que no se ha hecho; la muerte de Franco en la cama es una derrota, la victoria viene después».

Encarar el pasado más reciente

Preguntados sobre si España tiene un problema a la hora de encarar su pasado más reciente, Soler apuntó que en la Transición hubo una voluntad de superar el enfrentamiento permanente con una «proyección hacia el futuro» pero ahora parte de los que aplauden estas conmemoraciones «son contrarios a la Transición». «Hay un revisionismo que nos devuelve al pasado y no hacia el futuro», dijo.

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Díaz, por su parte, consideró que esta celebración es «una enmienda a la totalidad» al discurso de Azaña de 1938 en Barcelona: «Frente al paz, piedad y perdón (que defendió el entonces presidente de la República), el enfoque del Gobierno actual es venganza, rencor y revisión». A su juicio «todo está al servicio de una revisión y un oportunismo que (el Gobierno) ve que mueve, agita y despierta un fantasma que le funciona».

Fernando Arcas: «Es necesaria una reflexión colectiva como la que se va a hacer basada en criterios científicos que aportarán los expertos y las universidades participantes»

Para Rodríguez la mejor manera de resolver ese problema a la hora de encarar el pasado reciente es «no dejarse contaminar en exceso por el debate político» y por ello abogó por separar el debate académico e histórico sobre lo que supuso la muerte del dictador de la intencionalidad del Gobierno de intentar sacar rédito político. A este respecto, enmarcó este cuestionamiento en el funcionamiento actual del sistema político donde se busca «huir de cualquier cosa que pueda unificar y pueda significar una serie de creencias comunes» y alertó de que esa polarización es «jugar con fuego porque sin unas ideas mínimamente compartidas sobre lo que significa nuestra democracia, vamos mal».

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Mientras que Arias Maldonado no cree que España tenga un problema «especial» con su pasado aunque consideró que la diferencia respecto a otros países es que hubo una Guerra Civil por lo que «no tenemos un relato de liberación exterior». «La Transición ha servido como mito político que ha sostenido la cultura democrática de la España constitucional. Si destruimos ese mito político contaminándolo ¿con qué nos quedamos?», planteó.

La enseñanza de la historia reciente

Una de las cuestiones que se puso sobre la mesa durante el debate es si se está enseñando adecuadamente la historia reciente del país. Fernando Arcas incidió en la necesidad de una «reflexión colectiva» como la que se va a hacer «basada en criterios científicos» como los que aportarán los expertos y las universidades que participarán en los diferentes actos y que, a su juicio, son «una garantía».

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Carmen García Ruiz insistió en que para que haya una enseñanza «no doctrinaria, sino libre, abierta y que sirva al alumnado para entender el mundo en el que está viviendo, no puede estar exenta de los debates actuales, sean políticos o de cualquier calado» y sostuvo que «quizás no tengamos que llegar a acuerdos, pero sí a entendernos y, sobre todo, entender que en ese pasado nos tenemos que ver todos reflejados y que si hay víctimas del pasado son de todos, de un lado y de otro; entender que no hay un único relato, sino muchos relatos y reconocernos como sociedad en esos relatos».

Manuel Arias Maldonado: «Es difícil separar el interés propagandístico del Gobierno de esa arrolladora cantidad de actos que se van a celebrar»

«Hay cuatro o cinco cuestiones básicas de la Transición que deberían ser explicadas en las aulas: de dónde se venía, cuáles eran las posibilidades y cómo actuó cada uno. Habría que situar a los que no vivieron aquel momento en unos parámetros muy básicos y muy elementales», afirmó Soler.

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El escritor añadió que sobre este debate late la cuestión de fondo de la Guerra Civil y la República y que no se analizan desde un punto de vista histórico «como debía ser» sino que se insiste «una y otra vez» en una interpretación política. «Lo penoso es que desde la izquierda y la derecha recogen ese guante y vuelven a hablar sobre estos asuntos desde una interpretación política actual, cuando tendría que ser una labor más científica o alejada del debate de hoy día», dijo.

Ángel Rodríguez: «Polarizar es jugar con fuego porque sin unas ideas mínimamente compartidas sobre lo que significa nuestra democracia, vamos mal»

Para Arias Maldonado la historia tiene que ver con hechos que permiten valoraciones diversas y por tanto tiene una dimensión interpretativa que «puede empujar a algunas personas que tienen vinculaciones emocionales con determinados partidos a enfatizar esas interpretaciones en lugar de otras y lo mismo harán los historiadores que se ubiquen emocionalmente en un lado u otro». Mientras que Díaz alertó sobre el hecho de que «aquí todos vienen a coger la historia a beneficio de inventario y eso es nefasto».

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Debate sobre las leyes de memoria

Uno de las aristas que surgieron en el análisis fue el de las leyes de memoria, donde los ponentes manifestaron posiciones discordantes. Arcas defendió que estas normativas han permitido actuaciones de diversa índole (investigaciones, excavaciones o el reconocimiento de lugares de memoria) que contribuyen «al debate cívico y la memoria». Una posición donde coincidió García Ruiz, quien se definió como «una ferviente defensora del trabajo en memoria que se ha hecho en la investigación histórica pero también en la educación en memoria histórica y democrática».

Más escéptico se mostró Arias Maldonado quien se cuestionó si en España hay «¿una política de memoria que es de Estado o de partido? Necesitamos una política de Estado, no de partido y ahí veo el problema». «La tragedia es que teníamos un mito compartido que era la Transición y ya no lo tenemos. Y me pregunto si no será la Ley de Memoria Histórica original, la de Zapatero, la que inicia esa tarea de demolición de esa visión compartida por todos los españoles y eso lo completa luego la crisis económica y el relato de Podemos de la Transición como una estafa política», manifestó.

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Carmen García: «Habría que replantearse la responsabilidad de cada uno para no seguir polarizando estos debates, sino buscar posibilidades para dialogar»

En esa línea, Díaz aludió a que en las leyes de memoria «opera la llamada cultura de la cancelación» y recordó que en la misma «no se reconoce a las víctimas de otras víctimas que fueron victimarios», poniendo como ejemplo a Lluís Companys que fue fusilado por los franquistas pero que antes había ejercido la represión cuando era presidente de la Generalitat.

Para Rodríguez «las culpas están muy repartidas» en la implementación de las políticas de memoria en España porque «es verdad que se saca rédito política a esas leyes, pero también saca rendimiento político oponerse a ellas». Lamentó la falta de un acuerdo y que no haya un relato común sobre los episodios recientes de la historia española.

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Aniversario y valores democráticos

Preguntados sobre si en esta aniversario se está perdiendo la oportunidad para reafirmar los valores de la democracia, que están siendo cuestionados por algunos partidos políticos, y qué propuestas lanzarían para los aniversarios venideros, Ángel Rodríguez advirtió de que «el cuestionamiento constante de toda una serie de principios que antes estaban más o menos compartidos y aclarados, al final produce efectos perniciosos». «Desde el punto de vista político se ha perdido una oportunidad en este cincuentenario de la muerte de Franco», añadió, al tiempo que abogó por enfocar los debates hacia el futuro y alejarlos de la confrontación política.

«A la historia siempre la miramos desde el presente porque buscamos en el pasado respuestas a los problemas para encarar el futuro. Habría que replantearse la responsabilidad de cada uno para no seguir polarizando esos debates, para no seguir exacerbándolos, sino buscando no sé si puntos de encuentro pero sí posibilidades para dialogar», sostuvo Carmen García Ruiz, quien ante las conmemoraciones que tendrán lugar los próximos años confió en que sean «un acto donde todo el mundo se sienta reconocido».

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Guillermo Díaz: «Frente al paz, piedad y perdón que defendió Azaña en 1938, el enfoque del Gobierno actual es venganza, rencor y revisión»

Antonio Soler expuso que para lograr ese objetivo de insistir en los valores democráticos «habría que haber elegido otra fecha» para iniciar las conmemoraciones y consideró que si se quiere conmemorar el espíritu de la Transición «tendrían que ponerse todos de acuerdo y que sea una cuestión de Estado; la ciudadanía agradece mucho aquella palabra clave de la Transición que fue el consenso».

Fernando Arcas redundó en que la reflexión histórica es «fundamental» para tener una ciudadanía formada, mientras que Manuel Arias Maldonado reivindicó una mayor formación de los ciudadanos para que puedan llegar a sus propios juicios sobre los acontecimientos políticos sin que «haya que meterles el dedo en el ojo para decirles que vean unos hecho de la manera que alguien le señale». Díaz lanzó el mensaje a los políticos de que al igual que en materia de salud no entran a dirigir por dónde se debe investigar tampoco lo hagan con la historia.

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