Alba Povedano, psicóloga y sexóloga
«Estamos acostumbrados a bromear de sexo, no a hablar de sexo»Alba Povedano, psicóloga y sexóloga
«Estamos acostumbrados a bromear de sexo, no a hablar de sexo»En la película francesa 'Amélie' hay una escena en la que la protagonista, mirando por encima de los tejados de París, se hace una pregunta: ¿ ... Cuántos hombres y mujeres están teniendo un orgasmo en estos momentos? Entonces, en varios planos cortos, se suceden parejas que alcanzan la ansiada cima. Cada una a su manera. El último orgasmo, por ejemplo, termina en un suave sonrisa. Amélie, con satisfacción en el rostro, constata lo siguiente: «Han sido 15». Recordar este fragmento un poco delirante viene a cuento porque, mientras usted está leyendo esto, está pasando. En el vecindario o en la calle. Incluso, en su misma casa. Sí, ahora mismo.
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Porque el sexo es cotidianidad absoluta. Algo que, aunque no se necesita como el aire, genera bienestar y aumenta la felicidad. Es una descarga brutal de dopamina, una media de 20 segundos de estado de embriaguez para la mujer y algo menos para el hombre. Sin embargo, se aborda de una manera extraña, como algo cohibido y apocado. A lo mejor, porque en el sexo también se reflejan tantas cosas de nosotros: la ausencia, la infelicidad, el descontento con nuestro propio cuerpo, con la relación o incluso con la propia vida.
Alba Povedano, 35 años, es psicóloga clínica y sexóloga. Por su consulta pasan personas que que buscan ayuda. «Sexo es muchísimo más de lo que tenemos en la cabeza», avanza en una conversación que se estira más de lo esperado. Qué fácil es hablar sobre sexo sin ponerte colorado con alguien que no forma parte de tu círculo social.
–Sexo, ¿qué es eso?
–El sexo es muchísimo más de lo que tenemos en la cabeza. Aparte de un acto que la gente puede entender como compartido, es autodescubrimiento. Es entender lo que me gusta y lo que no. Es saber qué tipo de personas me pueden gustar, qué es lo que me atrae, cuáles son mis fantasías y cómo me relaciono en base a como me han educado.
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–El sexo está en todas partes. ¿Significa eso que hablamos de sexo en la misma media?
–Yo creo que no. Estamos acostumbrados a bromear de sexo, no a hablar de sexo. Alardeamos de sexo y mentimos sobre sexo. Las personas no tienen relaciones cuatro, cinco o seis veces por semana. Eso es mentira. Estamos acostumbrados a mentir sobre nuestra sexualidad por la presión social y ese estigma que aún sobrevuela al sexo.
–¿Existe una conexión directa entre la sexualidad y la salud mental?
–Por supuesto. Muchas veces, cuando se hace esta pregunta, pensamos en las relaciones en sí. Pero la sexualidad engloba todo lo que hacemos desde que nacemos hasta que morimos. Nos acompaña en todos los periodos. Hablamos de muchas cosas. Del descubrimiento del cuerpo, de la autoestima, el cómo me relaciono con los otros, la menstruación, la eyaculación, la menopausia… ¿Cómo no va a estar ligado todo esto a la salud mental?
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–¿Qué es el buen sexo en realidad?
–Por definición tiene que ver con la satisfacción. El buen sexo será todo aquello que nos satisface a nivel individual. Eso tiene mucho que ver con el autoconocimiento. Atraviesa el conocerme a mí mismo, saber lo que me gusta, cómo me gusta y poder comunicárselo a mi pareja sexual.
–Lo de la comunicación suena siempre a tópico. ¿Qué importancia tiene?
–Todo buen sexo pasa por la comunicación. A mí me da igual que suene a tópico. Todas las parejas que vienen a consulta, y todas las que no vendrán, tienen problemas de comunicación.
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–¿Por qué nos cuesta tanto hablar?
–El problema está en nuestra raíz, en nuestra educación. El sexo es un tema sobre el que hay mucha restricción. Lo hemos vivido desde que somos pequeños. Quién no recuerda eso de ver una película en familia, aparecer una escena sexual, y notar que a todos les gustaría cambiar de canal. Hay que trabajar mucho más eso, hay que quitarse de encima muchos tabúes. Y ahí una ayuda psicológica no viene mal.
–Vivimos en una sociedad en la que parece que siempre hay que optimizar todo. ¿Por qué ahora también el sexo?
–¿Qué es optimizar el sexo? Tener más sexo si no lo deseas… No puede ser eso. Sí que pienso que se puede mejorar con todo lo que estamos hablando y que eso es algo positivo.
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–Muchas parejas experimentan como el sexo disminuye con el tiempo. ¿Estamos condenados a aborrecer al otro?
–El sexo es algo cambiante, al igual que el propio ser humano. Cuando conozco a alguien y estoy en el proceso de enamoramiento, en realidad, estoy como drogada. Mi cuerpo, a través de las hormonas, me pide sexo con esa persona. Cuando llevas mucho tiempo con tu pareja va a disminuir la sexualidad. Nuestro cuerpo y cerebro se adaptan. El sexo disminuye, pero no estoy de acuerdo en que pierde importancia. Las parejas, en todo caso, no son estables. Hay periodos en los que ni quieres ver a tu pareja, otros que estás porque estás y ya está, y otros en los que te vuelves a enamorar. Eso también es la pareja y la gente lo tiene que saber.
–¿Cómo se crea deseo? ¿Nos conviene agendar el sexo como lo hacemos con la visita al gimnasio?
–Una de las causas más grandes detrás del bajo deseo sexual es el estrés. Lo que tenemos que hacer es repartir y delegar para poder tener más tiempo para nosotros mismos. Hay que trabajar el placer en todas las esferas. El sexo en sí no es una necesidad primaria. No es como comer o tener sed. El sexo no viene desde ahí. No soy partidaria de agendar sexo como tal, pero sí de agendar el cariño. Agendar una cita de dos horas, por ejemplo. Y eso no tiene que ser una cita de sexo. Significa estar juntos. Si la cosa luego acaba en sexo, pues maravilla.
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–¿El sexo heteronormativo sigue dominando el imaginario colectivo de la sexualidad?
–Sí, cien por cien. Por desgracia es así. Una de las mayores satisfacciones que tengo de trabajar con hombres es que vienen con muchísima autoexigencia de cómo creen que deben cumplir en la cama. Poder luego desmontar eso. Hay una presión de cómo debe ser una relación sexual que genera muchos problemas.
–¿La culpa es del porno?
–Mucha culpa, sí. Deconstruimos el hombre y luego nos encontramos con mujeres que lo único que quieren es la penetración. Cuánto trabajo queda aún... Si una mujer solo quiere penetración, estoy casi segura de que no se conoce bien del todo. Ojo, eso no significa que no le guste la penetración.
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–Dos personas desnudas en una cama, con la mirada fija puesta en el otro. ¿Qué le sugiere?
–Podría ser sexualidad. Es intimidad, eso desde luego. Si a lo mejor te miro con ganas, deseo, algo de intención… Pues es sexualidad. Sabemos que hay miradas de te quiero o miradas de aquí se avecina algo, que es ya una esfera más erótica.
–¿El sexo es un diálogo sin palabras?
–Podría ser, sí. Aunque siempre que sea consensuado, claro. Aunque hay cosas que deberían estar habladas de antes, claro, para saber si puedo pasar una determinada línea o no. Si es así, muchísimas cosas se pueden comunicar durante una relación sexual sin necesidad de hablar. Al igual que después. El cuidado después de tener un orgasmo es mucho también. Hay mucha carga emocional.
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–¿Qué peso le otorga a la masturbación?
–Para mí es el inicio de la sexualidad de cada ser humano. Creo que es esencial y vital. Si yo he descubierto mi sexualidad y mi cuerpo a través de la masturbación, no entiendo por qué debemos perderla. Tampoco entiendo que pase a un segundo plano, aunque estemos en pareja.
–¿El sexo en una pareja no normativa sigue estando mal visto?
–Hemos avanzado un poco. Un poco... Otros vínculos fuera de la pareja normativa, sin embargo, no están muy aceptados. A nivel social, todo está hecho para dos. Imagina ir a un restaurante y reservar una cena romántica para tres o ver a tres personas por la calle cogidas por la mano y dándose besos.
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–Cada generación tiene su propia educación sexual. ¿Cuál es la del momento?
–Diría que es la del acceso a la pornografía. Los jóvenes siempre son y hemos sido una generación complicada. Para problemática la nuestra, en la que imitábamos a nuestros padres fumando con cigarros de chocolate. Si lo piensas, eso sí que era problemático.
–¿La hipersexualización ha acabado con la erótica?
–Totalmente. Por desgracia, ha sido víctima de lo explícito.
–¿Qué recomendaría para mejorar nuestra vida sexual? ¿Cómo renacer para la primavera?
–Recomiendo que leamos más, que entendamos más como funciona nuestro cuerpo. Si faltan ideas, que visitemos una tienda erótica. Ver qué podemos hacer para cambiar las dinámicas de siempre.
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–¿La educación sexual debería estar en las aulas?
–Ojalá. Ojalá… Es es mi respuesta.
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