Desde que era una cría, María Bravo tuvo muy claro que sería bombera. «Me viene de herencia. Mi padre era bombero en Málaga (ya está ... jubilado), y desde pequeña siempre me fascinó lo que él hacía. Si no lo hubiese visto a él, quién sabe por dónde hubiera ido», comenta esta malagueña afincada en Rincón de la Victoria que forma parte de la plantilla del Consorcio Provincial de Málaga desde 2006. Ahora está destinada en el parque comarcal de Vélez, donde hay otras dos compañeras y donde no existen diferencias de género.
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«Cuando salimos a una intervención o a una emergencia no hay hombres ni mujeres; somos un equipo. ¿Si hay dificultades en el trabajo? Claro, pero como las que puede tener cualquier compañero. Hay un tipo de actuaciones que se le dan mejor a unos compañeros y otras, a otros, pero no por ser hombre o mujer, ni tampoco hay que estar superfuerte», resalta María, para quien una de las mayores ventajas de su trabajo es que los horarios le permiten disponer de más tiempo para disfrutar de sus otras dos grandes pasiones: el deporte y, sobre todo, su familia.
Triatleta con un amplio palmarés a sus espaldas, madre de tres pequeños y esposa también de bombero (en Málaga capital), reconoce que precisamente esa disponibilidad a la hora de conciliar le resta interés en promocionar profesionalmente. «Estoy a gusto y como tengo muchas cosas fuera como son mi familia y las competiciones deportivas, no necesito ni me apetece tener más complicaciones ni más cargos», asegura.
Actualmente son una veintena las féminas que prestan servicio en el Consorcio Provincial de Bomberos, integrado por unos 265 efectivos. «Cuando entré había sólo cuatro o cinco. La verdad es que poco a poco cada vez vamos siendo más, y por lo menos en mi caso, jamás he tenido problema alguno», destaca, presumiendo de sentirse «muy cómoda» en un trabajo donde los chicos son amplia mayoría, como le ocurre también en el triatlón. En cuanto a los puestos de responsabilidad «hay alguna mujer de cabo, pero en jefatura todos son hombres». Como precisa María, «eso depende de quién se quiera presentar».
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Aun así, sí que denuncia que a la hora de acceder a una plaza de bombero «hay sitios donde no quieren que entren mujeres y ponen las pruebas más difíciles para que ninguna las pase; lo que viene a ser una forma de quitarte de en medio pero disimulando». «A compañeras les han llegado a decir en algunos ayuntamientos que se olvidaran, que no iban a entrar nunca», relata.
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