Ignacio Lillo
Domingo, 8 de enero 2017, 00:32
Que una carretera como la A-6 de Madrid sea la que ponga más multas por radar al año en España es normal. Que la segunda sea la carretera de Las Pedrizas (A-45), que no es ni siquiera la vía con más tráfico de la provincia, no lo es. Málaga tiene en su haber el triste récord de contar con cinco de los cinemómetros más sancionadores de España, según las estadísticas de la DGT, elaboradas por la organización Automovilistas Europeos Asociados.
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Tras los de los túneles del acceso a la capital, que son de tramo y están limitados a 80 kilómetros por hora, aparecen destacados también los de la A-7, especialmente el que discurre entre Mijas y Marbella, también de tramo e igualmente limitado a 80. En 2015, el 79% de las multas se debió a controles automáticos de velocidad (fijos y móviles), con un total de 256.000 sanciones tramitadas. A un coste medio de 120 euros, se habrían recaudado por este motivo unos 30,7 millones de euros. La cifra es más llamativa si cabe cuando se tiene en cuenta que los radares malagueños recaudaron casi el 8% de todo lo que se facturó ese año en España (408 millones).
«Peaje» al Gobierno
«Habrá que plantearse para qué se usan esos radares, que en Málaga tienen una desproporción total en cuanto al número de denuncias por exceso de velocidad», afirma Mario Arnaldo, presidente de la organización Automovilistas Europeos Asociados (AEA), que los califica como «el hit parade» (lista de éxitos) de los cinemómetros nacionales. «Lo han convertido en un peaje», sentencia, y pone de relieve la existencia de una «conexión íntima» entre la apertura de la autopista de Las Pedrizas (AP-46) y la colocación de los radares de su equivalente gratuito (A-45). «Es como si los radares fueran un peaje para el Gobierno», profundiza.
Arnaldo también critica que el asunto del control de la velocidad está monopolizando el trabajo de la DGT, que se dedica en exclusiva a tramitar multas por este motivo (casi el 80% en el caso concreto de la provincia, por encima de la media nacional, que es del 70%). «Hay que replantearse para qué están sirviendo», y llama la atención sobre el hecho de que estos controles estén en las autovías, que tienen una siniestralidad más baja que las carreteras secundarias. «Si en los últimos años hay más multas de velocidad y más víctimas mortales, éstas no están sirviendo para reducir la siniestralidad».
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