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Los candidatos, con el director de SUR, antes de comenzar el debate.
Un mileurista, un taxista y una señora mayor

Un mileurista, un taxista y una señora mayor

Así retratan tres de los candidatos a los protagonistas de la crisis. Otros hablan de mochilas

Ana Pérez-Bryan

Miércoles, 2 de diciembre 2015, 01:07

Dice el refranero popular que cada uno cuenta la feria según le va. O según le interesa, que dirían los políticos. En este escenario, ahora que la campaña electoral está a la vuelta de la esquina y la fiesta de la legislatura marca el último compás, sigue sonando de fondo la música de la crisis y algunos ven más lunares que flores en la feria de datos. Algunos por experiencia propia, y otros por lo que le cuentan; y todos esos perfiles tuvieron ayer su reflejo en el debate de SUR.

Entre los primeros, el cabeza de lista de UP-IU al Congreso por Málaga, Francisco Guzmán, que se reconocía en la condición de mileurista «cada vez que me miro al espejo». Su trabajo en una empresa de mantenimiento marca su agenda vital más allá de la política, aunque no es el único que tiró de ejemplos para animar el debate. Lo hizo también el socialista y número uno de la lista por Málaga, Miguel Ángel Heredia, dándole la vuelta a la ya célebre niña de Rajoy como ejemplo de lo bueno que está por venir. La mujer mayor de Heredia es todo lo contrario: «Me dijo que había tenido que abandonar su tratamiento médico para ayudar a sus hijos y nietos». Añadía a renglón seguido otra nota personal, como la de Guzmán: «Y yo soy hijo de un desempleado agrícola». Pero la realidad faltaría más no pinta así para el cabeza de lista popular José María García Urbano, que puestos a transmitir «sensaciones» también aportó la suya: «Los bares y las tiendas venden más, los taxistas hacen más viajes... Hay una sensación de que todo va mejor. Salgan a la calle».

Precisamente ahí, a pie de calle, se desarrollará la campaña electoral en los próximos días. Pero antes, el plató de SUR se convirtió en un buen escenario para el calentamiento, con los candidatos convencidos de que a la tercera va la vencida después de las autonómicas de marzo y las municipales de mayo. Unos, como la número 1 de Ciudadanos por Málaga, Irene Rivera, afrontan el reto con las «manos limpias y la mochila vacía», un símil recurrente a la hora del debate que Guzmán prefirió llevar a su terreno asegurando que su «mochila es muy bonita y está cargada de hombres y mujeres que han dado su vida por esto». Justo de ahí, del fondo de su mochila, sacó a personajes como Julio Anguita, aunque también dardos directos para Ciudadanos y Podemos, a los que acusó de ser un «experimento de márketing político». No se dio por aludido el candidato de Podemos, Alberto Montero, que tuvo que tirar de su condición de profesor de Economía «si me tengo que poner, me pongo», dijo para recordar a sus contrincantes en otro punto del debate que, según los tres sectores productivos, el turismo «no es industria». Hechas las matizaciones, Montero acogió con cierta sorpresa y hasta bromas el halago que le dirigió García Urbano, a quien por cierto antes se había dirigido el candidato de Podemos como «¿José María qué?». «Había oído hablar de que usted era una persona moderada y con criterio, y estoy de acuerdo», le dijo el popular tras escuchar la intervención de Montero en el capítulo de infraestructuras para Málaga.

De otras, en este caso estructuras, poco que decir en el marco del debate. O sí, porque a estas alturas es noticia que los candidatos no pusieran ninguna condición previa de tiempos ni de bloques temáticos. Es decir, un debate sin corsés. Y también sin corbatas, porque ninguno de los candidatos recurrió a la etiqueta de lo convencional; quizás en un guiño a eso que ahora llaman la nueva política que Guzmán reinterpretó, por ejemplo, con un jersey de lana. Para los otros, americanas; y barbas cuidadosamente recortadas esa nueva política aún no llega al nivel de hipsters en el caso de Montero y el candidato de IU. Y para todos, las primeras bromas de la campaña en la sala de maquillaje, donde quedaron los brillos pero no los nervios de principiante de algunos.

Por no haber, ni siquiera Irene Rivera se decantó por una prenda de color naranja, el de su partido, como ya hizo con anterioridad en otros actos de precampaña o el día de su presentación como candidata. El naranja intenso de su vestido en aquella ocasión quedó relegado ayer a un destello testimonial en una pulsera de su partido, que por cierto se ha puesto de moda entre los suyos. Imagen de marca, lo llaman.

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