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Juan Cano
Jueves, 20 de agosto 2015, 00:21
El 3 de septiembre, Jorge Hernández Mollar (Melilla, 1945) cerrará por última vez la puerta de su despacho en la Subdelegación del Gobierno y, con ella, dejará atrás 36 años de ajetreada y «apasionante» vida política. En su última entrevista como representante del Ejecutivo en Málaga, habla del presente y el futuro del PP, de relevos y caras nuevas, de los escándalos de corrupción y de los proyectos pendientes.
Se jubila tras dedicar casi toda su vida profesional a la política. Visto lo visto, ¿volvería a hacerlo?
La verdad es que sí. Yo empecé en una época apasionante de la vida política española. Soy hijo de la Transición, me siento muy orgulloso de haber colaborado a ella. Con la perspectiva de los años, también lo haría, aunque no sin cierta preocupación por el empeño, sobre todo en la época de Rodríguez Zapatero, de levantar de las cenizas viejos fantasmas que España ya había superado. Ha sido una regresión en la vida política importante. El país perdió en ese periodo buena parte de su prestigio internacional, que sigue siendo difícil de recuperar.
¿Qué le habría gustado ser?
Director de orquesta. Me apasiona la música. Supongo que va en la línea de la política, por lo de liderar cosas.
Empezó en la UCD y después se afilió al PP. ¿Se considera más de centro que de derechas?
Soy una persona de centro-derecha. En primer lugar, porque los extremos no son buenos y, en segundo, porque me he educado en una familia muy normal (mi padre era comerciante), con una educación estable. Soy de los que piensan que hay cosas dignas de conservar y otras que tienen que cambiar por el propio desarrollo. No hay que quedarse anclado.
¿Se va decepcionado por los escándalos de corrupción que ha protagonizado el PP en los últimos años?
Yo he conocido a todos los dirigentes del PP de ahora y de antes, conozco a Bárcenas, a Rodrigo Rato... Son personas con las que he tratado, que hoy están en el punto de mira, y que han sido más o menos cercanas para mí. Decepción, sí. Pero también tengo la sensación de que los escándalos del PSOE en Andalucía, con los ERE y los cursos de formación, no se están midiendo con el mismo rasero.
Y de esos compañeros de partido, ¿quién ha sido su mayor decepción?
Hay un juicio público que condena de antemano a las personas a la pena de banquillo, yo soy partidario de esperar a que acabe el proceso judicial y respetar la presunción de inocencia. No entro en el fondo de las cuestiones porque para eso están los jueces, pero evidentemente sería Rodrigo Rato, que ha sido alguien muy cercano porque fue jefe de filas de mi actividad en el Parlamento. La relación era diaria y nos marcaba pautas de trabajo. Si se confirma lo que parece, naturalmente será una decepción, porque no puedo ocultar que a Rodrigo Rato le tengo un afecto personal.
¿Y qué opina de que el ministro del Interior lo reciba en su despacho?
Yo no puedo opinar porque no conozco ni los motivos ni las causas. Si el ministro no hubiese dado explicaciones, igual sí daría la mía, pero lo lógico es que sea él quien lo haga.
¿La confianza de la gente es recuperable o ya no hay marcha atrás?
Es recuperable, aunque el partido tiene que hacer un gran esfuerzo interno para lograrlo. Yo creo en la solidez del PP, porque siempre ha sabido dar el paso para regenerarse a sí mismo en todas las crisis que ha atravesado. Es un momento especialmente importante para dar un salto en una nueva imagen del partido, no sólo en el logo, también en los rostros. Pienso que hay que refrescar las caras del partido y así se lo he dicho, incluso públicamente, a los dos presidentes más cercanos, Juanma Moreno y Elías Bendodo. Tienen que ser muy valientes y no dejarse achicar para tomar decisiones y conseguir esa nueva imagen del partido. Si son capaces de hacer ese análisis a fondo, conseguirán buenos resultados en la nueva confrontación electoral. Yo soy optimista, simplemente por olfato.
¿A qué político del PSOE votaría?
A ninguno, porque no estoy de acuerdo con el modelo de sociedad que proponen. En lo personal, tengo muy buenos amigos. Yo creo que hay una gran diferencia entre los políticos del PSOE de la época de Felipe González y los de Rodríguez Zapatero. Fue una oposición muy dura, muy fuerte, pero había un gran sentido de Estado. Eso se fracturó en la época de Zapatero.
¿Cómo ve la irrupción de Ciudadanos y Podemos en el mapa político?
Podemos me produce una gran inquietud porque pienso que hay cierto oportunismo, aprovechar una situación de enfado generalizado por la crisis económica y política en los temas de corrupción. Ya se está viendo cuál es su forma de gobernar, que se ha quedado en algunos gestos y cambios de nombres. Aquellos que se quedaron en su casa o los votaron quizá hoy no volverían a hacerlo. Es lo bueno de la democracia, que puedes elegir y luego cambiar.
¿Y Ciudadanos?
Ciudadanos ha estado sentado, en el buen sentido de la palabra, esperando a que le vengan los votos del PP. Esto es así de claro. Si no son oportunistas, lo cierto es que han aprovechado la oportunidad sin unos programas electorales sólidos.
¿Cuál es la diferencia entonces?
Pues que Ciudadanos aún no se ha mojado directamente con el ejercicio del gobierno, está dándole la capacidad de hacerlo al PSOE o al PP y está actuando en la oposición. Y el ciudadano, cuando vota a un partido, no lo hace para que esté en la oposición, sino para que lleve a cabo el modelo de sociedad que considere. Si no lo hace, es que prefiere quedarse en el burladero. Ciudadanos lo que ha hecho hasta ahora es no mojarse y eso, en política, tiene gravísimos riesgos.
¿Se jubila en su mejor momento?
Sin duda es la etapa más feliz. Culminar mi vida pública representando al Gobierno de España en Málaga ha sido un autentico lujo y un privilegio que no esperaba. Estoy muy agradecido al presidente del partido, Elías Bendodo, que confió en mí y me ha hecho vivir los momentos más felices de mi vida política. Ha sido un nuevo reto, he conocido mejor la provincia y he estado muy próximo al trabajo impresionante de todos los funcionarios de la Administración General del Estado y también de la Policía y la Guardia Civil.
¿Le han dejado trabajar?
Sí, aunque con las dificultades que implica la estructura de una Subdelegación. Tengo que decir que soy un poco crítico. Yo prefiero la figura del gobernador, porque había una relación más directa con el Gobierno. He tenido la suerte de contar con dos delegados con los que la comunicación ha sido fluida, pero he echado de menos la capacidad para poder entendernos con altos cargos del ministerio, y eso es un cortocircuito que perjudica la solución directa de temas. Creo la Subdelegación del Gobierno está desaprovechada, a veces incluso por otras instituciones locales, como por ejemplo los ayuntamientos.
¿Le hubiera gustado ser alcalde de Málaga?
Yo no he sido un hombre de ayuntamiento, no me ha atraído el mundo de la administración local. He tenido la oportunidad, se me ofreció presentarme en Melilla, pero lo rechacé. Siempre me ha gustado mucho más la vida parlamentaria. Mi vida política ha girado más en torno al poder legislativo que al ejecutivo.
¿Alguna vez le prometió algo Francisco de la Torre?
¿Prometer? No. Solamente hubo una oferta que hice para colaborar con el Ayuntamiento de Málaga en temas europeos, cuando aterricé en 2004, y desgraciadamente no salió adelante.
¿Por qué no salió?
No lo sé. Nunca se me dio una explicación. Tendrían otras prioridades.
¿El Ayuntamiento también necesita un cambio de cara?
De la Torre y yo hemos tenido una relación muy cordial en estos tres años. Es un hombre inteligente. La última vez dijo que se presentaría si físicamente se encontraba en condiciones. Si lo ha hecho, es porque lo está. Pero las personas no somos Superman y la lógica te dice que en la próxima legislatura se requiere un cambio. Es hora de que él mismo vaya pensando en un relevo generacional.
¿Se le ocurre algún nombre?
No. Yo ya no estoy en ese tipo de decisiones, aunque, como todos, tendré mis prioridades. Cuando digo que me jubilo, me jubilo.
¿Bendodo sería un buen alcalde?
Ha demostrado ser un magnífico presidente de la Diputación. Si la ha llevado tan bien, por qué no va a hacerlo en el ayuntamiento. Tiene capacidad para ser alcalde, pero lo primero es que él quiera serlo. Para mí sería un buen alcalde, igual que también lo serían otras personas.
¿Su rincón preferido de Málaga? No me diga que son los Baños del Carmen...
(Risas) Es uno de mis rincones preferidos, pero no los actuales, sino los Baños del Carmen del futuro que yo veo, primero con la actuación de Costas para regenerar el espigón de Levante y después con la solución definitiva que tienen que darle la Junta y los adquirentes de la concesión.
¿Se va con esa espina clavada?
Bueno, a medias, porque aún no ha salido adelante del todo, pero está encarrilado. También me hubiera gustado inaugurar el futuro Museo de Bellas Artes antes de irme.
¿Y cómo explica que Málaga, siendo uno de los principales bastiones del PP, esté en el puesto 44 en el reparto de los presupuestos?
Hay que tener en cuenta que la inversión pública ha sido muy fuerte en Málaga en los últimos años. Es la provincia europea con mejores infraestructuras. Una de las explicaciones puede ser que ahora haya otras provincias que lo necesiten más.
¿Quién lo sustituirá?
¡Un funcionario! (es un requisito imprescindible para el puesto). Esa decisión ya no me corresponde a mí, sino al delegado del Gobierno, y lo que no procede es que yo lo revele.
¿Le han pedido opinión?
Naturalmente, pero sólo como un intercambio de impresiones.
¿Y ahora qué?
Me dedicaré a escribir en libertad, voy a retomar esa afición, mi blog y los artículos de opinión.
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