Agustín Peláez
Domingo, 5 de julio 2015, 00:18
La entrada de plagas en los espacios y parques naturales malagueños puede suponer un auténtico desastre medioambiental y ecológico de alcances incalculables. Como muestra un botón. El nematodo de la madera del pino (Bursaphelenchus xylophilus), detectado por primera vez en territorio europeo en Portugal en 1999, está considerado por la Comisión Europea como un Organismo de Cuarentena. Si llegara a detectarse en los Montes de Málaga un solo árbol afectado habría que talar toda la masa forestal situada a cinco kilómetros a la redonda. «Esto significaría que el Paraje dejaría de existir». Al menos, eso es lo que asegura el técnico de Equilibrios Biológicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Málaga, Franma Sánchez Callado, uno de los técnicos que se encargan de vigilar y actuar para preservar la buena salud de los montes malagueños. «Por fortuna, el nematodo de la madera del pino no existe en Andalucía», señala Sánchez.
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Los organismos de cuarentena son aquellos agentes nocivos o causantes de daños, que no existen en un lugar determinado y pueden ser introducidos a través de diferentes medios. La Comisión Europea dicta medidas de emergencia para evitarlo y obliga a realizar prospecciones obligatorias. Actualmente, la atención se centra en el Nematodo del pino, la Anaplophora chinensis, el Fusarium circinatum, el Fuego bacteriano y la Phytophtora ramorum. Por suerte en Málaga todos los análisis han sido negativos. En el caso del Nematodo del pino, se recogen muestras en las masas forestales cercanas al puerto, aeropuerto y aserraderos que trabajan con madera de Portugal.
Para vigilar y realizar un seguimiento del estado fitosanitario de las masas forestales andaluzas y ejecutar las medidas necesarias para facilitar el control de posibles plagas, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio cuenta con una Red de Seguimiento de Daños en Masas Forestales y otra de Equilibrios Biológicos. En Málaga, las principales plagas que afectan a las masas forestales son la procesionaria del pino, la lagarta peluda y los perforadores de los pinos. Sin embargo, la más reciente y la que más preocupa ahora, por los daños que está causando, es la avispilla del castaño.
La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio tiene en marcha Planes de Lucha Integrada (PLI) contra las tres primeras. Estos planes tienen como finalidad realizar un seguimiento y emplear en la lucha diversos métodos de acuerdo con el estado de la plaga en cada momento y en cada lugar, respetando al máximo el medio y la fauna auxiliar, y evitando la aparición de resistencias a insecticidas. Se empezaron a aplicar en la década de los 90, lo que ha motivado que la incidencia de tales plagas «haya bajado a niveles casi testimoniales», dice Sánchez. En el caso de la procesionaria, en Málaga las zonas más afectadas son los montes de pinares en estado repoblado y monte bravo y donde hay especies éxóticas de pino (canario o radiata). Lo que se persigue es que debido al uso social de esos espacios, la plaga no afecte a los usuarios.
Plan de lucha
La lagarta peluda es un lepidóptero que provoca fuertes defoliaciones en los alcornoques y encinas, sobre todo en primavera, que es cuando se alimentan de los brotes nuevos. Dada la importancia ecológica y económica del alcornocal y tras fuertes ataques sufridos entre 1994 y 1995 en el Parque natural de los Alcornocales, en 1994 comenzó a desarrollarse el Plan de Lucha Integrada, que en la provincia revisa actualmente unas 19.300 hectáreas. «Se trata de una plaga de carácter marcadamente cíclico y lo que se pretende es mantener controlada la población para atajar nuevos incrementos de población», explica el técnico de Equilibrios Biológicos. La zona que en la última década ha presentado mayores poblaciones de lagarta peluda ha sido el macizo del Ajibe (Sauceda y Majadas de Ronda).
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El tercer plan de lucha integrada afecta a los perforadores de las coníferas, un grupo que engloba insectos que realizan parte de su ciclo vital a expensas de los tejidos vivos de los árboles debilitados, heridos o abatidos, penetrando en su interior. Los que causan más daños en Andalucía son el Tomicus piniperda, Orthotomicus erosus e Ips sexdentatus. En Málaga, además de los dos primeros, también está el Cryphalus numidicus. Lo grave es que cuando un insecto perforador entra en un árbol, termina muriendo, por lo que produce un gran daño ecológico. «Actualmente, sin embargo, la incidencia en los montes malagueños es natural y solo asociada a actuaciones selvícolas. La zona donde se detectó mas incidencia hasta 2007 fue la comarca de los pantanos de Ardales y El Chorro. Desde entonces no ha habido episodios graves», apunta Sánchez.
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Para conocer el estado de la masa forestal, la Red de Seguimiento de Daños evalúa anualmente 10.000 árboles en Andalucía, de ellos 1.600 en Málaga. Para detectar problemas puntuales la Consejería de Medio Ambiente cuenta con una Red de Alerta Fitosanitaria Forestal.
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