

Secciones
Servicios
Destacamos
Gonzalo GARCIVAL
Domingo, 8 de febrero 2015, 01:12
Podría, a primera vista, parecer que se trata de una mera casualidad, de una peregrina coincidencia nominal, desde luego homofónica pero de etimología distinta. Pero no, el nombre El Perchel- es aquí unívoco. ¿Y quién nos iba a decir a nosotros que hay otro Perchel 800 kilómetros al Norte del histórico y castizo barrio malagueño, en la llamada Montaña Oriental leonesa, estribaciones de los Picos de Europa? Pues haberlo, haylo, precisamente en el pueblo de Sabero, a 60 kms. de la capital de León, un municipio severamente castigado a partir de 1991 por el cese de la minería del carbón.
El barrio de El Perchel en su versión saberense es un conjunto de no más de media docena de añosas casas unifamiliares, en la actualidad ocupadas en una mínima parte. Ni siquiera sus pobladores más antiguos eran conscientes del origen y el motivo de tal denominación, hasta que un estudioso de la historia local, Julián García Sánchez, lo desveló en artículo publicado el 11-V-1997 en Diario de Léón, donde afirma que (en el así llamado Perchel) estuvo la casona, habitada sobre todo por andaluces, que cobijó a los maestros de taller -hablamos de la segunda mitad del siglo XIX- empleados en la aledaña Ferrería San Blas, pionera en nuestro país en la fundición del hierro con carbón mineral como combustible, o sea a base de cok; siderurgia a la inglesa, que se decía entonces. En un estudio de próxima aparición, el ingeniero Jesús Silva García creo yo que se extenderá entrará en los pormenores de tan insólito marchamo malagueño en la vida de dicho pueblecito leonés.
Lo que dificílmente podremos saber algún día es quién bautizó con ese toponímico malacitano el reducido caserío a espaldas del complejo fabril, último grito en la época, que había levantado la Sociedad Palentina-Leonesa con el ilusorio propósito de convertir aquel valle adyacente al río Esla, muy marginal respecto a la red caminera de entonces, en una como jauja de la hulla y del hierro con el aprovechamiento industrial de ambos minerales y sus productos derivados. En verdad abundantes en los alrededores, a tenor de los informes encargados a reconocidos geólogos como el célebre Casiano de Prado. Pero parece más verosímil la hipótesis de la autodenominación por cuenta de los forasteros antes que ocurrencia de la población nativa, unas pocas decenas de rústicos que debían de tener una noción de la remota Málaga similar a la que pudiera poseer un esquimal de Alaska sobre la pampa argentina.
Aunque, puestos a hacer conjeturas, tal vez les sonara a aquellos rudos montañeses ciscantábricos de por dónde cae Málaga en el mapa de España, puesto que un antiguo compaisano suyo, el canónigo en la catedral de León, don Pedro Canseco y Quiñones, había sido nominado por la Santa Sede obispo de Málaga, siglo y medio atrás. Falleció antes de emprender viaje para posesionarse de la diócesis; y dado que no llegó a asumir el episcopado, en el Archivo del Cabildo malagueño no hay huella documental acerca del malogrado obispo.
Emigrantes altamente cualificados
¿Y cómo toman tierra en Sabero aquella especie de afanosas aves migratorias procedentes de la Costa del Sol, el pequeño contingente de operarios cualificados del gremio metalúrgico? Pues muy sencillo: el desempleo forzoso, el sempiterno más cornás da el hambre. Son intrépidos desplazados de las por entonces languidecientes empresas del sector que los geniales Larios y Heredia habían levantado en esa franja de la Andalucía Oriental, una suerte de emporio industrial en un suelo que, una centuria más tarde, se transformaría en una primera potencia turística: el velamen de los barcos de recreo en lugar de las chimeneas humeantes y los tinglados fabriles. Era en El Perchel donde residían sobre todo los trabajadores de la ferrería La Constancia. Además, la Fundición del Ángel, la Ferrería La Concepción en Marbella, etc., constituían toda una ambiciosa malla productiva que, por avatares de la economía española, ve cómo el testigo de su hegemonía siderúrgica pasa a manos vizcaínas. La caída de un gigante que describen con buen acierto autores como Justo Navarro (Málaga en 1881, en El País Semanal, 19-X-2003) o el historiador Fernando García de Cortázar, brillante reivindicador de los audaces cameranos Manuel Agustín Heredia y Martín de Larios en su conmovedor lo calificaría yo- libro Los perdedores de la historia de España (Edit. Planeta, 2006). (Como considero al buen lector malagueño lo bastante ilustrado sobre los causas y efectos de tan penosa decadencia, no parece necesario insistir ahora en ello).
Mineros del carbón un siglo después
Pasado un siglo del caso que vamos refiriendo, de nuevo el valle de Sabero registraría un flujo de mano de obra meridional, cuando años de 1945 a 1960- decenas de mineros del carbón curtidos en las explotaciones cordobesas (Peñarroya, Pueblo Nuevo) atraviesan la península para buscar el sustento en el Noroeste. No pocos de ellos echaron allí raíces y fundaron familias en matrimonio con mujeres del país; y viceversa.
Gracias a las averiguaciones de los estudiosos citados al principio (J. García Sánchez y J. Silva García), sabemos que fue el ingeniero José Denís, proveniente de la Fundición del Ángel y a continuación director técnico de la de San Blas entre 1850 y 1852, quien se llevó consigo a los mejores oficiales cesantes en la misma factoría malagueña. Por cierto, ¿estaría este J. Denís emparentado este con el pintor homónimo, y malagueño también, autor de un retrato de la Infanta Mercedes de Orleans hecho por encargo del Ayuntamiento de la capital?...
La vida útil del complejo siderúrgico de Sabero fue más bien corta: desde 1847, año del encendido del primero de los dos altos hornos que funcionaron, hasta 1862. Fuera ya de uso, todo su parque de su utillaje, edificios, instalaciones varias, concesiones mineras, etc. pasaron a depender de una nueva sociedad, Hulleras de Sabero y Anexas, S.A., que ha explotado la cuenca saberense antaño de muy alto rendimiento-hasta el último decenio del siglo pasado.
Gracias a las fotos que P.M. Clemencín y J.M. Buitrago insertaron en el ensayo Adelantos de la siderurgia y los transportes mineros en el Norte de España (Madrid, 1900) podemos reconocer, entre otros aspectos, parte del utillaje destinado a fundición y forja. Su entidad fundadora es decir, la Sociedad Palentina-Leonesa- se había dirigido a don José de Salamanca ofreciéndole la fundición de raíles para el Ferrocarril de Madrid a Aranjuez, segundo de los construídos en tierras ibéricas, a cambio de suscribir acciones de su constructora, a la sazón presidída por el audaz emprendedor nacido en Málaga. Y llegados a este punto, no sería ocioso aportar un hecho anecdótico más: tras quedar obsoleta y clausuradas las instalaciones de la Ferrería, sus llaves quedaron al cuidado de uno de sus antiguos menestrale llamado Pascual Pajín: precisamente el tatarabuelo paterno de la ex ministra de Sanidad Leire Pajín Iraola.
En sus primeros momentos, la Ferrería de San Blas contaba con una plantilla de 167 obreros de muy diversas especialidades, una mano de obra mayormente traída de fuera. Vinieron además ingenieros franceses y belgas (Parré, Jopicau, Malugret, Frérejean), maquinistas ingleses acaso los primeros instructores en el montaje, manejo del equipamiento y técnicas operativas en general de la fábrica, cuya maquinaría procedia íntegramente de Inglaterra, como es fácil suponer. De ahí personal tipos británicos como un Mr. Francomb o un Mr. Pugy. Y en lo concerniente al estatus social de los técnicos contratados, sostiene Julián G. Sánchez, que debían de gozar de un prestigi elevado, dada su situación económica y a juzgar, entre otros trazos, por los padrinos figurantes en los bautizos de sus hijos, ya que incluso algunos se desplazaban a Sabero desde la capital de León; o por el número de sacerdotes o sufragios más abundantes con que celebraban sus entierros.
Un cura marbellí, apoderado
La dispersión, cuando no la destrucción o la mera desaparición, del acervo documental nos impide precisar el número exacto de malagueños llevados a Sabero por el ingeniero Denís: ¿quizás media docena?; siendo, de todos modos, la créme de la créme del plantel laboral concitado en torno a la ilusión de San Blas. Aun así, Julián García logró exhumar papeles como los del maestro fundidor Miguel Martín, vecino de la ciudad (sic) de Marbella, quien el 16 de noviembre de 1852 y ante el notario Mateo Rodríguez, otorga y firma en Sabero un poder a favor de D. Cristóbal Ortiz, presbítero, teniente de cura en la parroquia de Nª Sª de la Encarnación, en la ciudad (sic) de Marbella para que cobre y administre los más de nueve mil reales de vellón que le adeuda un tal Lucas Martín, residente en dicha ciudad. Y curiosamente con la misma fecha y ante el mismo notario, Alonso Maese que se declara vecino de Málaga-, a la sazón operario en los hornos de refino de las fábricas de fundición y forja de San Blas, consigna en depósito y poder la cantidad de 8.000 reales de vellón producto de sus jornales, manifiesta- a favor de don José Denís, vecino de la misma ciudad, director de la Fábrica de San Blas y que regresa a Málaga, para que entregue dicha cantidad a su padre, Alonso Maese, vecino de Churriana, y en defecto de éste, por fallecimiento o cualquier otro motivo, le sea entregado el dinero a Micaela Morales, viuda, asimismo residente en Churriana.
Una imponente nave que albergaba el taller principal o de laminación y algunos inmuebles anejos, incluídas viviendas para los trabajadores, conforman el legado a la posteridad de un singular ejemplo de arquitectura industrial decimonónica en España, todo un paradigma salvado casi por azar o de milagro- y rehabilitado por la Comunidad castellano-leonesa para asentar el Museo de la Minería y la Siderurgia de Castilla y León, desde el verano de 2008.
Un recinto monumentaly polivalente
Ya no queda, probablemente en toda Europa, un espécimen comparable, cuya prestancia actual nos hace olvidar unas patéticas imágenes publicadas (1971) en la hoy desaparecida revista Triunfo, fotos de cuando por el decenio 1915/25, queremos suponer- el colosal pabellón de alzado ojival presentaba un aspecto ruinoso, lamentable. Y en este inciso, hemos de subrayar que su supervivencia sólo es fruto de la sensibilidad, histórica y estética, de un ilustre ingeniero de Minas vasco y en tiempos director de la empresa dueña de dicho patrimonio la ya mentada Hulleras de Sabero y Anexas-, don José León Izaguirre. Quien otorgó a la espaciosa nave un uso bien práctico, puesto durante siete décadas ofició de economato de la misma compañía, con horno de panadería propio entre otros anexos. Y por si fuera poco, también como cancha deportiva, sala de espectáculos variados ( Manolo Escobar o Karina actuaron allí alguna vez), templo parroquial subsidiario, patio escolar de recreo, etc. etc. Un modelo, en fin, de polivalencia, que el vecindario llamó siempre la Plaza Cerrada. Y eso que sigue colgada aún, en una de las paredes del actual Museo, una placa de mármol blanco que dice: Plaza de José Joaquín de Ampuero. Recuerda a un antiguo consejero bilbaíno de H.S.A. y de otros bancos y sociedades. (Para mí que el tal señor era un familiar directo de la esposa del famoso general Varela, Casilda Ampuero: en corto, la madre de Casilda Varela Ampuero, primera esposa del genial guitarrista Paco de Lucía.
El malagueño de pura cepa que, ocasional viajero por nuestro pintoresco rincón de la Cordillera Cantábrica, quiera visitar el Museo de la Minería y la Siderurgia de C. y L., podrá contemplar -a cien metros escasos de allí- cuanto se nos ofrece de aquella recoleta colonia fundada por un puñado de bravos y laboriosos compaisanos suyos. Los protagonistas de una auténtica anábasis, escalada desde un cálido clima meridional hasta los fríos septentrionales; y que llegaron, acamparon y oh nostalgia de la cálida patria lejanapusieron El Perchel a un arrabal de Valdesabero, en el costado más aterido de la provincia de León.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.