Una noche iluminada por la magia de la luna llena

Casi 150 personas esperaban para montar en los tres autobuses que estaban en la puerta de la Diputación Provincial preparados para salir, a las 8 de la tarde, con tres destinos distintos pero con un mismo objetivo: disfrutar de los tramos nocturnos de la Gran Senda de Málaga. Había tres rutas posibles. Una travesía desde Campillos a Fuente de Piedra, otra desde el Puerto del Candado de Málaga hasta Torre de Benagalbón de Rincón de la Victoria y, la tercera, desde la Torre del Padrón de Estepona hasta las Bóvedas de Marbella.

Verás qué bonita la luna reflejada en el agua del mar. Los ocupantes del autobús, que se dirigía hacia Estepona, esperaban que la cita fuera hermosa. Todos hacían comentarios sobre cómo sería la travesía y algunos hablaban de las últimas excursiones nocturnas, que tuvieron lugar el 26 de julio. El viaje duró casi una hora y media. A las 9 y 25, todavía con luz solar, se podía divisar en el horizonte anaranjado el Estrecho de Gibraltar, con dos grandes sombras como dos columnas gigantes: el Peñón y África. Una bonita estampa que muchos decidieron inmortalizar con sus cámaras.

Antes de comenzar la marcha, se hicieron unos estiramientos y un calentamiento de articulaciones para evitar lesiones. Y una vez terminados los ejercicios, la ruta comenzó al borde del mar, dirección Marbella. El camino era mayoritariamente de arena que hacía un poco más dura la travesía, aunque también había intervalos de piedras a lo largo de la playa. Pero aun así, siempre se buscaban pavimentos más duros como caminos o tramos de paseo marítimo, para un paseo que se hacía ameno con las paradas para refrescarse, comer algo y reagrupar a los participantes.

Tres toques de silbato eran los que indicaban que la marcha recomenzaba después de cada parada, para que nadie quedase rezagado en el camino. La luz del sol desapareció sin que nadie se diera cuenta de ello. La luna llena, que parecía que había sumido el cielo en un crepúsculo perpetuo, iluminaba el camino de tal manera que fueron pocos los que utilizaron sus linternas. Con esta luna no hace falta ni linterna frontal, decían algunos mientras señalaban al reflejo de luz que presentaba el agua del mar.

En el camino también se podían observar las torres vigías que yacen junto al mar y que algún día formaron parte de una cadena de puntos de vigilancia para defender las costas. La primera, a pocos minutos de comenzar la ruta, la Torre de Velerín, cuya imagen se nota deteriorada por el paso del tiempo y las difíciles condiciones que el mar ofrece. Aunque hay otras que presentan unas mejores condiciones y se han dotado de focos para que se puedan contemplar por la noche, como es el caso de la Torre de Guadalmansa.

A las dos horas de comenzar la marcha, los caminantes se encontraron con algo inusual. Un gran grupo de personas que dejaban volar multitud de faroles de aire caliente, algunos de ellos con mensajes escritos. Se trataba de una ceremonia en conmemoración a una persona recientemente fallecida. La belleza de faroles iluminados, junto con la emoción de los participantes de esa conmemoración, hizo que los caminantes realizaran una parada obligatoria en su marcha, para observar cómo se elevaban las luces al cielo.

Finalmente la travesía, de 11 kilómetros aproximadamente, duró algo más de 3 horas y media, concluyendo en las Bóvedas de Marbella, donde los participantes volvían a estirar. Todos se recuperaban del esfuerzo físico mientras sacaban la arena que se había metido en sus zapatos. Una vez montados en el autobús y de vuelta a Málaga, se podía apreciar que el silencio se apropiaba del vehículo. Esta vez no hablaba casi nadie. Algunos, daban cabezadas haciendo visible su cansancio tras una ruta de la Gran Senda, iluminada por la magia de la luna llena.