Lapolítica | En cuarto grado

Ysabel Torralbo: «Hay camas sin gente en los escaparates de las tiendas y gente durmiendo en la calle»

La exedil de Málaga Ahora, que estuvo apenas una legislatura en la Casona, se ha reciclado como funcionaria interina en la Delegación de Vivienda de Córdoba. Aunque hacen desahucios, insiste en que «el trabajo que se hace allí es de una responsabilidad emocional que no es normal»

Martes, 22 de febrero 2022, 00:32

Fue una de las concejalas más combativas de la pasada legislatura en la Casona. «Intensa y sensible» -se define-, a Ysabel Torralbo y sus compañeros de Málaga Ahora, una plataforma vinculada al movimiento asambleario del 15M, la aventura política les duró apenas un mandato. ... De cuatro ediles a cero, la que fuera su portavoz se planteó volver a la abogacía (su oficio) pero ha terminado reciclándose como funcionaria interina en la Delegación de Vivienda en Córdoba. Mientras va y viene, hace parada en SUR.

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-¿Qué ha sido de Ysabel Torralbo después de la experiencia municipal?

-Primero me pasó como a todos, un confinamiento y una época muy dura. Aunque sigo viviendo aquí, actualmente estoy trabajando fuera de Málaga, en la Junta de Andalucía como interina, en la Delegación de Vivienda de Córdoba.

-Un lugar familiar, entonces. Usted colaboraba con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca...

-Sí, sí, me interesa mucho, porque he conocido la administración desde fuera, después como política, y ahora como funcionaria o como asimilada a funcionaria. Eso te da otra perspectiva de cómo van las cosas, y la implicación de la gente con la que trabajo es muy alta. Hay personas estupendas que se desviven con su trabajo, aunque sea con una seguridad que a veces la gente no entiende.

-¿Entiende, ahora, a los del otro lado?

-Sí, precisamente estoy trabajando en la vivienda protegida, en una labor muy vinculada también a la Oficina de Atención a los Desahucios, con dos compañeras fabulosas a las que aporto mi experiencia.

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-¿Hacen desahucios?

-Intervienen para evitar los desahucios.

-Hombre, alguno, desde la administración, se hará...

-Bueno, hasta ahora, con la moratoria, se han parado bastante. No todos, evidentemente; alguno sigue habiendo, pero el trabajo que se hace allí es de una responsabilidad emocional que no es muy normal en la administración, por eso valoro a las personas que están dedicadas a ello.

-Es decir, que la administración también cuida a la gente...

-Si las personas se implican y se lo toman en serio sí es importante, porque la administración tiene un peso que a veces las personas no tienen. Y se habla, por ejemplo, con un fondo buitre (o un fondo de inversión) cuando desde la ciudadanía es difícil tener ese contacto.

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-¿Usted ha hablado con un fondo buitre?

-No, yo no (risas). Pero mi compañera sí, diariamente.

-¿Y qué le cuenta?

-Bueno, son entidades que se llaman así porque están no están sujetos a los códigos éticos que firmaron los bancos gracias a la presión ciudadana. En ese aspecto, los avances que se consiguieron para la banca no sirven para los fondos buitre, por eso el problema sigue siendo tan difícil de solucionar, porque ellos se manejan de otra manera. Te mandan una carta y desentienden de cualquier ley que pueda proteger a un deudor hipotecario porque no están sujetos a esa normativa.

-Viendo su evolución, le falta trabajar en un fondo buitre...

-No, no, cuando terminé estuve un tiempo descansando porque terminé bastante agotada. Luego, pensé que siempre iba a tener la oportunidad de trabajar en mi profesión pero busqué otras alternativas. Pero jamás se me ocurrió mirar en entidades bancarias y en fondos buitre porque sabía que no era el perfil. Aun así, algunas que echaba por temas de escritura y cosas así, si era de un banco no me interesaba.

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-¿No trabajaría en un banco?

-No. Actualmente ya no, porque no se puede uno desentender de lo que está pasando y de lo que los bancos han llegado a hacer. Y los fondos buitre, peor todavía. Ni ellos querrían trabajar conmigo ni yo querría trabajar con ellos.

«Me dio un poco de pena que nos quedáramos fuera del Ayuntamiento. Le habíamos puesto muchas ganas, a mí me pasó factura física el estrés»

«Tengo que decir que no hicimos grandes cambios y que, hoy, la cosa está más viciada todavía»

-Dígame la verdad. ¿Qué fue lo primero que pensó cuando su partido se quedó sin representación en apenas una legislatura? Entraron con cuatro concejales...

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-De alguna manera éramos conscientes de la coyuntura política.

-Le estoy preguntando por lo personal

-Me dio un poco de pena, porque le habíamos puesto muchas ganas y mucho trabajo. A mí me pasó factura física por el estrés, el agotamiento por las horas y el trabajo intenso que dediqué, pero entendíamos que era muy posible que pasara. Me entristeció por mi compañera que era candidata, Rosa Galindo, que es mi amiga y a la que quiero como una hermana, que no tuviera la oportunidad de demostrar su valía como portavoz en el Ayuntamiento. Pero son cosas que pasan: igual que nos sorprendió gratamente el resultado de la primera vez, también estábamos preparados para lo otro.

-¿En qué medida cree que su partido mejoró la vida de gente?

-Hicimos pequeñas cosas, no voy a decir que grandes; y a veces te tienes gratificar con esos avances concretos. El sistema está bastante viciado, por utilizar una palabra cordial, porque no te permite grandes cambios desde dentro y te pone muchos frenos y obstáculos para que siga siendo como es. Aun así, poner en evidencia tendencias que eran muy nocivas para la ciudadanía hace que algunos se replanteen, si no girar hacia otro lado, sí hacer una curva. En ese sentido, creo que algo sí hicimos. Pero sí tengo que decir que no conseguimos grandes cambios y que la cosa, hoy, está más viciada todavía.

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-¿Hace frío fuera de la política?

-No, qué va, para nada. Creo que es mucho más frío el mundo de la política, y eso que nosotros teníamos un grupo de una confianza con la que seguimos tratándonos hoy en día. Pero no es un ambiente para nada agradable, eso hay que decirlo.

-¿La política no es agradable?

-No, no creo que sea un ambiente cálido ni agradable. Se viven muchas experiencias, se encuentra ciudadanía que sí que te da calor y con la que te sientes a gusto porque ves que necesitan esos cambios, pero no es un ambiente nada agradable.

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-¿Por qué?

-Porque hay mucha agresividad a nivel de 'quítate tú para ponerme yo' o 'yo hago las cosas mejor que tú'.

Ysabel Torralbo se considera «muy expresiva», como en este gesto durante la entrevista en SUR ñito salas

-¿Pero me habla de su propio grupo?

-Bueno, nuestro grupo tuvo un problema que nos hizo mucho daño y creo que fue una de las experiencias más dolorosas que he pasado. No por el tema de imagen, porque para nosotros eso no era lo más importante, sino por el dolor de una persona en la que has confiado y en la que crees, de repente tenga actitudes que se salían de los marcos que habíamos establecido entre todos para trabajar juntos. Eso duele porque no todo el mundo responde a las expectativas, fue una decepción muy grande. Me refería a qué es un ambiente muy competitivo y muy de zancadillas, y el sistema tiende a que tú hagas lo mismo.

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-¿Usted pensó alguna vez que la política modificaba su propia escala de valores?

-Sí que lo intentaba, y todos los días tenía que replanteármelo. Hacer una revisión ética permanente de hacia dónde iba, porque es muy fácil acomodarse.

-¿Con cuál de sus compañeros mantiene el contacto?

-Con bastantes de ellos, y con grandes compañeros del grupo.

-¿Y de la oposición?

-Bueno, es que tampoco éramos amigos, nunca vinimos a hacer amigos a la política.

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-Su excompañero Juanjo Espinosa, al que antes se refería, ha sido padre hace poco. ¿Lo ha felicitado?

-No, no mantengo relación con él.

-Le he pedido a un compañero que proponga una pregunta para usted. Me dice que le pregunte por qué siempre parece enfadada.

-No, para nada, al contrario. Creo que soy una persona que sonrío bastante, pero sí soy una persona impulsiva y con energía y digo las cosas muy intensamente. Últimamente descubrí que estoy en el grupo de Personas Altamente Sensibles, que vivimos con mucha intensidad todas las emociones. No es un enfado, es un dolor ante actitudes y decisiones que veías que dejaban al margen a personas vulnerables, y no podías permitirlo. Yo no soy de las que me enfado y grito. Yo, cuando me enfado, lloro.

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«No es que estuviera enfadada, era un dolor ante actitudes y decisiones que dejaban al margen a personas vulnerables»

«Me temo que con Yolanda Díaz me llevaría un chasco, como con Manuela Carmena, por eso no soy de apoyar liderazgos absolutos»

-Parece que el alcalde vuelve a presentarse. Usted dijo de él cuando entró en el Ayuntamiento que era franquista y cuando salió, que nadie le llegaba a la suela del zapato. A ver si va a acabar votándolo

-No, no lo votaría, pero obviamente hay que reconocer que conoce bien la ciudad porque lleva muchos años, aunque también tiene lagunas y yo se lo he dicho en algunas ocasiones. Pierde de vista que Málaga es una ciudad estupenda pero está en un mundo global, y como tal hay que conocer otras cosas. Es verdad que, como político, tiene una capacidad que la mayoría de sus concejales no alcanzan. Es un animal político y ahí está, ahí lleva más de 20 años.

-Dele un consejo

-Que escuche. Pero que escuche de verdad, no integrando el discurso en lo que a ti te conviene sino en lo que te están diciendo. Él tiene esa tendencia: cuando le decían algo lo encajaba en su manera de pensar, y eso es un error.

-Posiciónese: ¿Casado o Ayuso?

-¡Uff! (risas). Yo me quedo con las palomitas. Si te digo la verdad, me preocupa más el posible delito que puede haber en ese contrato público. Lo otro es horroroso, pero es una norma en el partido, no es la primera vez que ocurre.

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-¿Le gusta Yolanda Díaz?

-Sí, es una mujer muy válida. Me gusta como me puede gustar otro político que ha tenido que afrontar un momento difícil como es la pandemia y en un ministerio como el de Trabajo. Creo que ha sido efectiva y no se queda en el politiqueo. Obviamente no la conozco personalmente, pero poner todas las ilusiones en una persona para la refundación de la izquierda tampoco creo que sea la solución.

-A lo mejor se lleva un chasco, como le pasó con Manuela Carmena

-Eso es lo que me temo, por eso no soy de apoyar liderazgo absolutos.

-¿Qué han hecho mal los partidos que venían a regenerar la política y ahora están en una profunda crisis?

-En Podemos, por ejemplo, se han hecho cosas mal, como no haber construido más desde abajo y centrarse más en su faceta mediática. Si tú te vas a arriba no va a haber una sociedad que te acompañe. Tampoco hay que negar que Podemos ha sufrido bastante acoso, y sobre el momento político, siempre digo que el 15M fue una especie de vacuna que apaciguó la frustración de mucha gente que supo dónde estaban los responsables.

-A ellos sí les absorbió el sistema, no como a usted...

-Sí, aunque yo no sé si sería capaz en ese nivel. Yo lo fui a nivel pequeño, municipal, porque estaba en contacto con las mismas cosas, familia y amigos.

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-¿Sigue viviendo en La Mosca?

-Sí, sigo viviendo en la misma casa, con mis mismos amigos y mi gente. Me gusta la vida que tengo.

-¿Va a ir a la manifestación del 8M? El año pasado fue a una alternativa...

-Iré donde vayan las compañeras con las que más tiempo he estado militando. Seguramente iré, si me pilla en Málaga y no en Córdoba.

-¿Qué va a hacer cuando cierren la Casa Invisible?

-Es que yo espero que no cierren La Invisible, no existe ningún proyecto mejor que el que existe actualmente, y eso se ha demostrado con la cantidad de actividades y la potencia que tiene para mostrar otra forma de hacer cultura. Esta ciudad quiere ser un referente, pero si sólo muestra un modelo que se puede agotar porque sólo viene del turismo, es una ciudad que tiene cultura pero no que la genera. Y hay maneras de generarla: se puede hacer desde lo público pero también desde lo común, y ese es el trabajo que hace La Invisible.

-Como funcionaria interina de una delegación de Vivienda, entiendo que no compartirá el método inicial de patada en la puerta

-Pues mira, es que se nos ha hablado del tema de la okupación como un problema general cuando no es tan elevado. La mayoría de los casos son precarios (personas que prestan la casa, que luego no se quieren ir, una herencia...), pero no digo que no haya ninguna.

-¿Usted está a favor?

-No diría a favor, pero cuando hay una vivienda vacía de una gran empresa quebrada, un banco o un fondo buitre y se queda así, o aplicamos medidas y las metemos en el parque de viviendas o la ciudadanía tiene que vivir. Lo que no se puede es que ahora haya incluso municipios que multen a los mendigos. ¿Qué mundo es este? Hay camas sin gente, por ejemplo en los escaparates de las tiendas, y gente durmiendo en la calle. Creo que deberíamos replantearnos el tipo de sociedad que queremos, y eso no es defender la okupación, es defender el derecho a la vivienda.

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-¿Volvería a la política?

-No mucho, quiero seguir defendiendo de otra manera. La política como institución, no; como acción, sí.

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