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Es el auténtico protagonista durante el mes de mayo y la primera quincena de junio. Aunque lo habitual es que esta especie comience a florecer en abril, las temperaturas, la sequía y las posteriores lluvias acaecidas en los últimos días están propiciando una floración a ... destiempo. El árbol de la jacaranda comienza a brotar y derramar sus flores por todo el paisaje urbano, dejando estampas dignas de postal. Pero no todo es color de rosas (o violeta en este caso), porque el árbol de la jacaranda tiene sus virtudes más allá de la belleza, pero también acarrea algunos problemas. Realizamos una lista de las ventajas y los inconvenientes que supone tener esta clase de árboles repartidos por toda la ciudad para que puedas elegir con conocimiento si declararte un auténtico fan de este precioso árbol o si por el contrario te gusta, pero mejor en los jardines y no en la puerta de casa.
La estampa es preciosa, sí, ¿pero has echado un ojo de cerca? Las flores que caen acaban secándose con el paso de los días cambiando por completo su apariencia: el lila da paso a un color apagado y negruzco. Además, las secas se entremezclan con aquellas que han sido pisadas por los viandantes, cambiando por completo la imagen inicial.
Aunque este es el menor de los problemas. Su mayor hándicap está en la suciedad que generan. Durante la época de floración las jacarandas desprenden multitud de hojas, flores y toda clase de trazas procedentes de sus ramas y follaje, ensuciando los vehículos aparcados a su sombra, aceras y mobiliario urbano en general.
Las flores caídas son atacadas por los pulgones y éstas, al ser atacadas, desprenden una especie de resina pegajosa que se incrusta en la carrocería y ventanillas de los coches, losas de la calzada, papeleras... Tanto es así, que durante la época de floración la empresa municipal de limpieza, Limasam, activa un equipo de refuerzo compuesto por doce minihidrolimpiadores para mantener limpios los barrios. Desde el Consistorio afirman que son conscientes de las molestias que conlleva esta especie arbórea para los ciudadanos, por lo que no se plantan en el viario desde 2015.
¡Pero no todo son problemas! Esta especie importada (porque por mucho que abunde la jacaranda en Málaga, lo cierto es que de autóctona tiene poco; su hábitat de origen es Brasil) también ofrece una serie de ventajas. La jacaranda es uno de los árboles que más CO2 son capaces de absorber, limpiando considerablemente el aire que respiramos en la urbe. En Málaga hay 6.500 ejemplares plantados. Cada uno de ellos es capaz de absorber hasta una tonelada de dióxido de carbono al año, lo que supone hasta 6.500 toneladas menos de CO2, mejorando considerablemente la calidad del aire que entra a nuestros pulmones.
Según el estudio de 'Los sumideros naturales de CO2' de la Universidad de Sevilla, en una avenida de cien metros de largo y diez jacarandas plantadas, se absorberían los gases emitidos por 1.400 coches de media.
Y por último, recordemos nuevamente las estampas de postal. La plaza de La Merced, el Jardín de los Monos, el parque Plaza de Capuchinos y muchos otros rincones de Málaga ofrecen una imagen teñida de morado digna de ser fotografiada y mantenerla en el recuerdo.
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