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Si la población española volviera a la dieta mediterránea que seguían sus abuelos lograría estar más sana y sería más feliz. Así lo dice el ... catedrático de medicina preventiva y salud pública en la Universidad de Navarra, Miguel Ángel Martínez González. Este experto pronunciará esta tarde (19.00 horas) la conferencia 'Dieta mediterránea y salud: mitos y realidades', con la que se abrirá la tercera edición del ciclo 'Ciencia y salud' que organizan la Fundación Unicaja y SUR. La conferencia será en el centro cultural de la Fundación Unicaja, situado en la plaza del Obispo. El conferenciante será presentado por el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Francisco Tinahones.
–¿Qué mitos y realidades hay en torno a la dieta mediterránea?
–Hay conceptos de dietas sanas que son leyendas urbanas y que hay que desterrar del imaginario colectivo. Por ejemplo, pensar que en la base de la dieta mediterránea tienen que estar el pan blanco, las patatas, la pasta o el arroz, así como creer que la pizza es un alimento mediterráneo. A veces digo cosas que pueden ser muy llamativas. Se habla mucho de qué es la dieta mediterránea, pero no se dice qué no es.
–Ya que lo dice: ¿qué no es la dieta mediterránea? Aclárelo.
–No son dieta mediterránea las pizzas cargadas de queso o el pan blanco. Ese pan no presenta problemas para la gente sana, pero la inmensa mayoría de la población española tiene sobrepeso u obesidad y, además, es sedentaria, por lo que no es recomendable que tome pan blanco, que es más refinado y tiene más capacidad de desarrollar resistencia insulínica y diabetes. Habría que pasarse al pan integral; es un paso fácil que aporta muchas ventajas. Tampoco deben meterse las bebidas alcohólicas, incluida la cerveza, en el cajón del consumo moderado de vino de la dieta mediterránea tomado en las comidas.
–¿Qué más no se corresponde con la alimentación mediterránea?
–En el estudio Predimed Plus, el más importante que se está haciendo en España de prevención de la salud con dieta mediterránea, recomendamos que se sustituya la pasta normal por la integral y que se consuma el arroz integral mejor que el blanco. El arroz blanco es de los alimentos que más suben el azúcar en sangre a corto plazo. No hay nada que descompense más a un diabético que una buena paella. Recomendamos que los cereales refinados y el pan blanco se consuman menos de tres veces por semana y, en cambio, que el pan integral y la pasta y el arroz integrales se tomen cinco veces por semana. Tampoco son de la dieta mediterránea las patatas fritas de bolsa. Eso es una barbaridad, porque están cargadas de sal. Igualmente, no son compatibles con la alimentación saludable las carnes rojas procesadas ni la mantequilla, la nata y los helados. En la dieta mediterránea, el postre debe ser siempre fruta fresca.
–Defina ahora lo que sí es la alimentación mediterránea.
–El buque insignia de la dieta mediterránea es el aceite de oliva virgen extra. Además, hay que consumir al menos dos raciones de verduras y hortalizas al día, una de ellas en ensalada; tomar tres piezas de frutas diarias y que haya por lo menos uno o dos días a la semana en que no se coma carne. La carne que se tome debe ser, preferentemente, de ave o conejo en vez de roja (cerdo, ternera y cordero). Hay que evitar las bebidas azucaradas, incluidos los zumos de fruta envasados.
–¿Por qué es más recomendable una copa de vino tinto en la comida que la cerveza?
–Una de las cosas que digo en los libros que he publicado y en las conferencias que doy es que hay que tener mucho cuidado con afirmaciones que tienen más de propaganda comercial que de fines sanitarios y de salud pública. Los productores de cerveza se han movido mucho para dar información que es excesivamente favorable al consumo de cerveza. El vino tinto, que tiene más polifenoles (sustancias antioxidantes y antiinflamatorias), presenta efectos beneficiosos, dentro del patrón de dieta mediterránea, mucho más claros que la cerveza. En un estudio hecho con más de 15.000 personas hemos visto que si la cerveza se sustituye por agua se previene hasta el 20 por ciento de los casos de obesidad. Lo de la barriga cervecera, que es una creencia popular, tiene un fundamento científico. La cerveza cuenta con algunos polifenoles, pero muchos menos que el vino tinto.
–¿Qué otros alimentos forman parte de una alimentación sana?
–Recomendamos consumir legumbres tres veces o más por semana: lentejas, alubias y garbanzos. El pescado, tanto el blanco como el azul, tiene muchas ventajas; es aconsejable tomar una ración de pescado tres veces o más a la semana. El azul cuenta con más ácido graso omega 3. Otro alimento saludable son los frutos secos: nueces, avellanas, almendras o pistachos. Asimismo, está incluido en la dieta mediterránea el sofrito, porque ofrece muchos antioxidantes.
–¿Es bueno comer el famoso pescaíto frito si se prepara en aceite de oliva virgen extra?
–Esa es una buena forma de consumir el pescado, que lo hace agradable; no tengo mucha opinión en contra, si no se toma siempre frito.
–Por lo que usted explica, hay muchos errores de interpretación de lo que es la dieta mediterránea.
–La verdadera dieta mediterránea es la que consumían nuestros abuelos en 1950 o en 1960. Tenía un poco más de frugalidad. Si se volviera a esa alimentación se ganaría en salud, pero también en felicidad. Cuando se combina todo en las proporciones en que las tomaban nuestros abuelos es cuando se consigue el efecto de una orquesta afinada desde el punto de vista de los microorganismos: vitaminas y minerales.
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