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Había interés en el último pleno ordinario del actual mandato municipal del Ayuntamiento de Málaga y en él se dejaron ver todos aquellos que quieren ... estar sentados en la sillería de la nueva Corporación tras el 28M, entre ellos la número uno de la lista de Con Málaga (IU, Podemos y otros partidos), Toni Morillas, que ya fue edil; o el candidato a la Alcaldía de Vox, Antonio Alcázar. La sillería, a rebosar con miembros de la Plataforma Antidesahucios, Abanico Solidario, y un buen número de vecinos, a favor y en contra, de unos y otros partidos.
El pleno del mes de marzo casi fue una balsa y para contradecir al refranero, después de la calma, vino la tempestad. La vivienda, que se ha colado en el debate pre-electoral, copaba las dos mociones urgentes del PP y del PSOE, el mismo que lleva repitiendo este asunto varias sesiones desde hace meses con el objetivo de que llegue su mensaje de las 10.000 viviendas de VPO para el próximo mandato, valla mediante del portavoz socialista y candidato Dani Pérez, que consiguió sacar de su silencio al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, para increparle y que dijera dónde pensaba construirlas, y recriminándole que no tenía rigor. Esta intervención del alcalde presidente, además de la estipulada de su edil de Vivienda, Francisco Pomares, por el grupo popular en la misma moción fue la mecha que provocó que ardiera el pleno. De la Torre decía que no se sentía colorado, como le había dicho antes Pérez, quien le criticaba que hubiese 25.000 demandantes de VPO y el Ayuntamiento no hubiera hecho nada, pero sí gastarse el dinero en portadas del New York Times, hecho éste último que negó rotundamente entre el griterío de la sillería.
«Málaga es la ciudad que más ha invertido por habitante en vivienda en España», que seguía el alcalde, y le daba paso a Pomares, que desmenuzaba las viviendas que ha prometido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El edil de Vivienda montaba un teatrillo, un diálogo entre Sánchez y su ministra de Vivienda, Raquel Sánchez. Para Pomares, las 50.000 viviendas de Sánchez son tan mentira como las 10.000 de Pérez, y así decía que de las 50.000, 15.000 son suelos, 14.000 están habitadas, y 12.000 están en obras, por lo que sólo quedan 9.000. «Estas se las vendemos a los tontos de los ayuntamientos, y en Málaga de 93 viviendas de la SAREB, sólo están disponibles 49 porque 44 están habitadas». Este discurso lo seguía de alguna manera la portavoz naranja, Noelia Losada, porque argumentaba que el Gobierno de la nación no había hecho ni una sola vivienda en 5 años, mientras que el Ayuntamiento de Málaga había hecho 5.000, pero menos de lo que la gente necesita.
Antes habían intervenido dos mujeres en una situación muy precaria, Yamila Mansur, desahuciada con un niño de 9 años y cuyo sueldo de trabajadora de limpieza de la UMA no le da para pagar una vivienda, y María Luisa Heredia, que con tres hijos, desahuciarán el próximo 8 de mayo y dice estar en huelga de hambre, declaraciones que exaltaban los ánimos de la sillería.
El portavoz de Unidas Podemos, Nicolás Sguiglia, terminaba de enervar al alcalde diciéndole que era un operador del sector privado del que no había que esperar nada porque trabajaba para los grandes tenedores de viviendas y los fondos buitre, y le pedía dejar de jugar al Monopoly sobre la ciudad de Málaga. De la Torre entraba al trapo del debate, por fin, y ponía sobre la mesa que en la actualidad había 1.300 viviendas en construcción, en las que el Ayuntamiento había puesto el suelo gratis, y le afeaba a Sguiglia que hubiese hecho una intervención cargada de electoralismo y de «mentiras. Yo no trabajo para los especuladores, por favor. Hagamos los debates desde la verdad, la certeza, los números». De nuevo subían los decibelios de la bronca, y salía la edil socialista Begoña Medina a pedirle que no hablara fuera del turno de palabra, con gritos desde la sillería y algarabía en general. La portavoz naranja demandaba que arrojaran soluciones al problema de la vivienda y no una guerra de gritos. Un vodevil.
Cerraba el turno Pérez diciéndole al alcalde que ya no le pedía nada a la Junta, «¿dónde está Juanma el bueno?. Ha subido un 30% la vivienda en el último año, hay un grave problema habitacional y muchas familias sufriendo».
Finalmente, la moción socialista la tumbaban los socios de gobierno, PP y Cs y el edil no adscrito Juan Cassá y salía adelante la popular en la que se le exige al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que presente un plan de vivienda realista y riguroso y «lamenta que el ejecutivo frivolice anunciando en un acto del PSOE un número de viviendas que, como se ha demostrado, no se corresponde con la realidad de lo que pueden ofrecer» al tiempo que se le exigía que ponga inmediatamente y de forma gratuita las viviendas disponibles de la SAREB a los ayuntamientos del país.
Ya venían calentando motores desde ayer con la moción de Ciudadanos en contra del exnaranja Juan Cassá para que no le contraten como asesor o técnico en las corporaciones que se creen tras las elecciones del 28M tras haber estado ocho años de concejal en el Ayuntamiento de Málaga. La oposición lo tachaba ayer de vago con frases como «trabaja menos que el cuñado de Rocky», de Sguiglia, o «se mueve menos que el ojo de Espinete», de Pérez. Empezaba la iniciativa de Ciudadanos y Cassá y su asesor Iñigo Vallejo salían despavoridos del pleno, para llegar minutos más tarde cuando tocaba votar la moción naranja en contra del transfuguismo, pero tal había montada a cuenta de los honorarios del asturiano, 395.000 euros en cuatro años según los cálculos del socialista Mariano Ruiz Araujo; o las negociaciones que tuvo con Dani Pérez y Paco Conejo para montar una moción de censura, como subrayaba la popular Elisa Pérez de Siles; o el hecho de que fuese declarado ya tránsfuga por el pleno, como recordaba Nicolás Sguiglia; que Cassá no tuvo por menos que tomar la palabra, como dijo por alusiones, aunque de hecho ha tenido la potestad de tomarla en otras muchas ocasiones, aunque no ha hecho uso de ella.
Cassá, que con sus manos rogaba intervenir al alcalde, que no le había visto la petición, le dio paso. «No tenía pensado que hubiera un pleno en Málaga en el que se hablara de mí» y se quejaba de que no debían de focalizar en él sino tratar los debates políticos y de ciudad. Indicó que se le acusaba de no trabajar, pero que tenía intención de cogobernar con Ciudadanos, pero «(el partido) se negó tajantemente y para asegurar la estabilidad tuve que dar un paso al lado», subrayó. Recordó que había traído una iniciativa a pleno y se le hizo un boicot desde la oposición y que para evitar las tensiones ha estado callado, subrayó.
El PP y el propio afectado consiguieron que no saliera adelante la moción a cuenta de que faltaba la edil de UP, Remedios Ramos, por cuestiones médicas, pero lo que se quedó sobre la mesa fue cómo la portavoz popular Elisa Pérez de Siles se despachó con Losada a cuenta de la estampida de cargos de su partido, la hemorragia diaria de afiliados y simpatizantes, diciéndole que la culpa no la tienen los demás sino «sus derrotas electorales», argumentando los bandazos políticos que había sufrido el PP porque no cumplían el acuerdo de cogobierno suscrito. Losada le contestó que dejara de ser triunfalista respecto a las próximas elecciones «a ver si se van a tener que morder la sonrisita antes de tiempo». Así que no sólo quedó en ruptura la relación de los socios de gobierno sino que directamente se dinamitó en la última sesión.
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