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El violador múltiple de Málaga podrá pedir la libertad condicional nada más entrar en el centro de inserción social

El violador múltiple de Málaga podrá pedir la libertad condicional nada más entrar en el centro de inserción social

La única medida privativa que tendrá en la calle será la prohibición de acercarse a menos de 2.000 metros de sus 24 víctimas durante los próximos 15 años

Miércoles, 11 de septiembre 2019, 00:38

Juan Carlos G. R., el violador en serie condenado por 24 agresiones sexuales en Málaga, al que le acaban de conceder el tercer grado penitenciario, podrá solicitar la libertad condicional en menos de dos semanas, una vez que ingrese en el Centro de Inserción Social (CIS) donde Instituciones Penitenciarias decida destinarlo. La última reforma de Código Penal del año 2015 deja claro que esta suspensión de la condena –que puede revocarse ante determinados supuestos– se concede a reclusos «clasificados en tercer grado, que hayan extinguido las tres cuartas partes de la pena impuesta y hayan mostrado buena conducta».

Este preso, que cometió 13 agresiones sexuales y otras 11 en grado de tentativa en la capital entre 1997 y 2002, fue condenado a 271 años de cárcel por la Audiencia Provincial, pero el máximo de cumplimiento quedó establecido en 20 años. Lleva encerrado desde el año 2002, que entró como preso preventivo en la cárcel de Alhaurín de la Torre, por tanto suma ya 17 años de presidio, 24 meses más de lo exigido para que le otorguen la libertad condicional.

Por ello, desde su próximo ingreso en el Centro de Inserción Social al que lo manden, algo que ocurriré este viernes o el de la próxima semana como muy tarde, podrá solicitar la libertad condicional, lo cual le permitirá estar en la calle como otro ciudadano más y con el único condicionante de no delinquir ni acercarse a sus víctimas a una distancia de dos kilómetros.

La cárcel de Albolote (Granada), donde actualmente permanece recluido, ha propuesto destinarlo a los CIS de Algeciras o al de Málaga, aunque él ha solicitado el de Granada, según ha podido saber este periódico. Una vez en el CIS, según cuentan fuentes penitenciarias, la junta de tratamiento deberá elaborar un informe para mostrar su conformidad o no con la libertad condicional –la prisión ya se mostró en contra de concederle el tercer grado, que sí le dio el juez–; en caso negativo, el preso presentará un recurso y será el juzgado de Vigilancia Penitenciaria quien decida si se le otorga o no.

Cuando se manifieste la peligrosidad del liberado por la comisión de nuevo delito, o por el incumplimiento grave o reiterado de las prohibiciones, o por sustraerse al control de la administración Penitenciaria, el juez de vigilancia revocará la libertad condicional concedida, y ordenará la ejecución de la pena restante, debiendo el penado cumplir la misma sin que el tiempo transcurrido en libertad condicional se compute como tiempo de cumplimiento de la condena. La libertad condicional permite verificar la capacidad de autocontrol del sujeto para vivir en libertad.

Este nuevo régimen de libertad completa que permite al reo pasar las 24 horas en la calle, sin obligación de acudir a ningún centro de internamiento, mantendrá al recluso sin ningún tipo de control telemático a través de pulsera ni nada similar. La razón es que la sentencia dictada por la Audiencia Provincial en el año 2005 no le impuso ninguna medida de libertad vigilada una vez que saliera de prisión, ya que en ese momento no se contemplaba esa medida para los delincuentes sexuales. Sí se le impuso una orden de alejamiento de dos kilómetros durante 15 años desde el día en quede en libertad.

En estos años, el recluso ha pasado por las cárceles de Alhaurín, Córdoba y Granada, en la de Albolote lleva ingresado desde 2012. En prisión ha tenido trabajo remunerado en distintos destinos, el último en el economato del penal alboloteño, y, según las fuentes consultadas, no ha tenido problemas de comportamiento que le hayan supuesto expedientes, lo cual le ha permitido permanecer en los últimos años en un módulo de respeto. Incluso hizo un curso de terapia para agresores sexuales. «Estos internos no suelen buscarse problemas en el interior de la cárcel y siempre tratan de pasar lo más desapercibidos posibles», apunta una fuente consultada en el penal granadino.

La pregunta del millón es si finalmente le queda concedida la libertad condicional, una vez solicitada tras su ingreso en el Centro de Inserción Social –CIS– donde lo destinen, qué tipo de medida de control habrá sobre este violador para evitar que se acerque a menos de 2.000 metros de cada una de las 24 mujeres. Todas las violaciones y las tentativas de agresión sexual las consumó en Málaga entre los años 1997 y 2002 siendo profesor en un colegio concertado de la capital. Siete de sus víctimas son españoles y el resto, extranjeras.

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