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Hélène Mostertman es una emprendedora con todas las letras. Holandesa de nacimiento pero malagueña de adopción, eligió la capital de la Costa del Sol para vivir tras viajar durante nueve años por toda Europa. La propietaria del restaurante Vino Mío llegó a Málaga en 2000 ... y desde el primer día vive enamorada de la ciudad que la ha acogido como a uno más. Hélène vive con intensidad y habla con pasión. Le salen las ideas a borbotones y sólo se relaja durante los pocos minutos que dura esta entrevista de verano.
-Usted se propuso abrir un restaurante en el mejor lugar del mundo y acabó en Málaga. Tal mal no le salió la jugada
–Es verdad. La idea de montar un restaurante la tengo clara desde que tenía 16 años y trabajaba en uno en Holanda. Allí estaba los fines de semana y me encantaba ver que podía hacer feliz a la gente con algo tan simple como una sonrisa. Había personas que entraban serias y a lo mejor se iban felices, y me enamoré de la profesión. Ahora sólo faltaba saber dónde montarlo. Empecé a viajar para aprender idiomas, coger ideas para mi negocio y buscar el mejor sitio. Tras nueve años viajando y trabajando llegué a España porque me lo recomendó Marco, un chico que conocí mientras estaba estudiando y que era como mi hermano. Él llegó a Málaga y me dijo que era el sitio que estábamos soñando. Yo llegué en febrero de 2000 un día que no paraba de llover y me pregunté qué estaba haciendo aquí porque no me gustó para nada; pero al día siguiente hacía 25 grados y fui a andar y me enamoró todo. La gente aquí es muy abierta y he conectado muy bien por mi forma de ser.
–¿Qué es lo que más le gusta de la ciudad?
–A mi me gusta todo. Disfruto del sol, de la montaña, la gente... Es un cúmulo de cosas. Soy muy deportista y aquí se puede correr mucho al aire libre.
–¿Cree que Málaga va en la buena dirección?
–Ha habido un momento en que había demasiados viajes baratos y eso no está bien porque es un tipo de turista que no nos permite centrarnos en la calidad. Para mi, la calidad es muy importante y espero que el Covid haya cambiado un poco esto.
–Tras 21 años en Málaga, se considera una malagueña más?
–Yo creo que sí, aunque tenga este acento (risas). En realidad yo creo que soy muy europea.
–Desde luego, ese acento no es muy de El Palo
–Por eso no quiero decir que me siento muy malagueña (risas). Lo que sí puedo decir es que me encuentro muy a gusto aquí y es donde me siento en casa.
–Aunque sea conocida por su restaurante, Hélène Mostertman es una verdadera emprendedora con varios negocios
–Así es. Estoy siempre con ideas y cosas en la cabeza. He montado la empresa Planeta Detalles, con la que mandamos cajas de regalo por 25 países gracias al acuerdo que hemos alcanzado con SnackMagic que acaba de empezar en Europa, y tengo junto a mi expareja Apartamentos Coronado, ocho apartamentos vacacionales detrás del Museo Thyssen.
–¿Qué hace Hélène cuando tiene vacaciones?
–La verdad es que vacaciones no tengo porque soy empresaria y como todo lo hago con pasión, no me importa. Pero por ejemplo, cuando cerramos por el Covid me fui a hacer el Camino de Santiago. Hacía tiempo que quería hacerlo pero necesitaba tiempo, y como todo estaba cerrado, pues me decidí a irme. Me gusta tanto andar, correr y la naturaleza que estuvo muy guay. Fue precioso porque iba sola con mi música y formándome con mis cursos.
–¿Sus cursos? Explíqueme eso
–A mi me encanta ser productiva y estoy todo el tiempo formándome. Iba escuchando audios de formación personal; tengo una hija de 14 años y escucho cómo poder tratar con personas de esa edad... Pero hay momentos en los que no hay internet ni teléfono y también disfruto de la naturaleza y de los paisajes que había tan bonitos. En definitiva, mi tiempo libre es para hacer deporte, sobre todo correr, y leer cualquier tema de formación. Durante los últimos 15 años sólo he viajado para formarme y aprender idiomas.
–¿Cuántos idiomas sabe?
Seis. Español, francés e ingles, muy bien; alemán e italiano, bien; y luego un poco de ruso.
–¿Cuál será el próximo?
–De momento ninguno porque ahora prefiero formarme en temas de desarrollo personal, que me encanta para llegar al éxito. De hecho, he empezado a escribir un libro para la gente que no es feliz y se conforma con quedarse en su zona de confort. Yo quiero ayudar a la gente.
–Hablando de ayudar, desde el restaurante también ha colaborado en diferentes causas solidarias
–Yo creo que soy así por mi madre. Me da mucha satisfacción poder ayudar a la gente y como el restaurante ya es muy conocido es más sencillo. Comencé con el proyecto Heal the World y ahora estamos con Altamar. En el restaurante también colaboramos con Cudeca.
–¿Es más de playa o de montaña?
–Montaña. A la playa casi nunca voy. No me gusta porque es un pasatiempo poco productivo. La montaña me encanta porque corro, ando...
–¿Qué le gusta más, un espeto o la carne de cocodrilo (una de las especialidades del restaurante)?
–(Risas) Carne de cocodrilo, es que de verdad que no como espetos porque no soy muy de pescado. Diré la carne de cocodrilo porque es bueno para mi negocio.
–En su carta ofrece carne de cocodrilo y de canguro. ¿Cómo surgió esa idea?
–La idea fue de Marco, de cuando empezamos. De hecho, hicimos unas camisetas que regalamos a la gente y gustaron mucho y decían '¿quieres probar mi cocodrilo?', y por detrás 'Ven a Vino Mío'. Pero ahora, con los mantelitos somos un poco más serios y no hacemos esas cosas.
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