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Llega la Navidad, perdón las Fiestas, y una vez encendidas las luces en el Centro y en la ciudad quedaba por inaugurarse en el Ayuntamiento el motivo por el que se celebra esta época de año: el belén. Cada uno puede vivir la Navidad como ... quiera, pero es indudable que el mundo entero se sume en ese mensaje de paz y amor, desde distintas ópticas y perspectivas, y ese es el símbolo del nacimiento de un judío llamado Cristo hace más dos mil años.
Pues bien, el artista del belén en la Casona no es otro que Fernando Wilson, que además es el autor cada año del júa municipal en San Juan, del boquerón del Carnaval y de carteles del área de Fiestas, que dirige Teresa Porras. Estos días, él y su equipo, el técnico de iluminación Juan Cabeza; el técnico en fontanería Carlos Fernández, así como Pablo Muelas, Luis Villalba, Daniel Robles y Carlos Álvarez finalizan el encargo que verá la luz mañana.
Quien no haya subido a la torre del reloj, una de las estancias más enigmáticas de la casa, desconoce que más de 300 figuras del belén se guardan como oro en paño en dos enormes armarios de madera para protegerlas de la humedad, ya que la estancia tiene que estar abierta (aunque con mallas metálicas para que no entren las aves), dado que las campanadas del reloj necesitan repicar a placer. Como en las iglesias.
Para esta ocasión, el área de Fiestas ha sumado otras dos piezas de Arte Cristiano, una granjera y un aguador, que se van sumando al patrimonio municipal.
Este año el belén surca varias cordilleras, los Reyes Magos bajan por una sierra espectacular, y hay un espacio insigne dedicado a los Montes de Málaga, donde Wilson ha colocado un grupo de pastorcillos cual panda de verdiales, que tiene mucho encanto. Debajo, el nacimiento, solemne y desprovisto de lujos, rodeado de una escena marinera, cuya perspectiva, digna del mejor de los cuadros, acaba con una jábega en el punto de fuga. Que Wilson es un artista es una obviedad. Que se le reconoce como tal, también. Con lo difícil que es ser profeta en tu tierra.
Para esta edición, como el optimismo corría por sus venas y todos estamos ya un poco hartos del insidioso coronavirus, ha reciclado el hospital de campaña de 2020 por un zoco lleno de vida, con esa facilidad que tienen los mediterráneos de hacer de la alegría su mejor refugio. En el recorrido, Roma, mucho más imponente que otras veces, erigida sobre el circo y los gladiadores y tres monos (uno que no ve, otro que no oye y otro que no habla), los guiños a la modernidad y los emoticonos de WhatsApp de este ingenioso técnico de Fiestas. Guasón, aún no ha colocado el caganer, que todos los años buscan avezados sus compañeros y las muchísimas personas que hacen cola para disfrutar de esta obra de arte, que tarda un mes en gestarse. Al salir, una funcionaria pregunta: ¿Ya está listo? «Casi a punto». Hay tradiciones que no deberían perderse.
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