
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El 2019 pasará como un año negro para la venta de coches en Málaga. A falta de lo que suceda en diciembre, cuando nada ... apunta a que se conseguirá enderezar el rumbo, hasta noviembre la matriculación de vehículos nuevos por parte de los particulares ha sido de 18.083 unidades, una caída del 16,7%, y una de las cifras más bajas de la historia reciente. Cuando se añaden las ventas para empresas y las automatriculaciones de los concesionarios, el total se eleva a 25.652 unidades (11,7% menos). Para calibrar la gravedad de la situación, basta recordar que en 2008, primer año de la crisis económica, se contabilizaron 47.051 ventas, casi el doble que ahora. En una provincia con la población y la actividad económica de Málaga no se está llegando ni al mínimo de la tasa de reposición.
¿A qué se debe? SUR se ha propuesto analizar las causas de esta situación desde un enfoque amplio, en el que se ha recabado la opinión de los representantes de los concesionarios y de las autoescuelas, pero también de un sociólogo, un líder sindical, una experta en márketing y de varios jóvenes. La conclusión es que hay un cúmulo de causas, entre las que prima sobre todas la incertidumbre de los malagueños sobre el futuro de los motores (¿Desaparecerá el diésel? ¿Se impondrán los eléctricos?). Pero también otras cuestiones, como la precariedad laboral; y otras de corte sociológico, como el desinterés creciente de las nuevas generaciones por tener un vehículo propio y la caída de la natalidad. El fenómeno también está relacionado con el aumento de alternativas de movilidad, tras la mejora del transporte público (más líneas de la EMT e irrupción del metro); el auge de las bicis y los patinetes eléctricos y las nuevas opciones que facilita la tecnología, como el alquiler de motos por minutos, entre otras.
Para la mayoría de las familias, comprar un coche es una de las inversiones más importantes, y las incertidumbres sobre si perderán mucho valor o lo podrán usar en las ciudades (en el caso de los diésel) es un lastre importante que está frenando muchas operaciones. Los automóviles de gasóleo han perdido ya un 50% y suponen menos del 25% de la cuota de mercado. Pero los de gasolina también caen y sólo los considerados «ecológicos» se mantienen, aunque con unas tasas que no permiten equilibrar la balanza.
Carlos Oliva, presidente de la Asociación Malagueña de Automoción (AMA), la patronal de los concesionarios, afirma que la principal causa del parón es la incertidumbre en cuanto a la propulsión, a gran distancia de las otras. «La bajada de los últimos meses no es de corte sociológico, que a largo plazo se manifieste no lo discuto, pero no es tan abrupto». A su juicio, la necesidad de cambiar de coche está ahí, puesto que durante la crisis, de 2008 a 2013, las ventas bajaron un 50%. «Esa demanda está comprimida y el parque no ha llegado a regenerarse, por lo que la antigüedad media ha pasado de siete a 13 años, la segunda mayor de Europa. La gente sigue conduciendo, pero coches cada vez más viejos; no cuadra».
Los turismos usados se han convertido en el recurso de muchas familias que necesitan un coche, pero que no se atreven a embarcarse en uno nuevo. Sirva como ejemplo el resultado del reciente Salón del Motor de Ocasión, que se ha cerrado con 685 unidades vendidas en sólo tres días. Ello supone un récord histórico desde que esta cita se celebra, con casi cien más que el año anterior (589) y un incremento del 14%.
El empresario reconoce que la precariedad laboral puede influir, pero no justifica tal descenso si no es por el factor de la incertidumbre, aunque haya tendencias a largo plazo. Por ello, cree que la parálisis actual se despejaría con un plan estatal de renovación del parque: «Estamos penalizando a los diésel nuevos y se mantienen los de hace 13 años, que emiten tres o cuatro veces más; estamos consiguiendo el efecto contrario». Por ello, Oliva reclama un discurso coherente del futuro Gobierno y un nuevo plan de achatarramiento para incentivar la compra de otros más modernos (como fueron el Prever y el Pive). «No hace falta que sean eléctricos, un motor de combustión de 2019 emite un 30% menos que hace diez años».
Antonio Martín, presidente de la Asociación de Autoescuelas de Málaga (Apae), coincide en los argumentos del portavoz de los concesionarios y añade otros. La huelga de examinadores ha provocado que miles de jóvenes no se pudieran sacar el permiso de conducir. Pero también apunta a que se ha producido un «cambio de valores» entre las nuevas generaciones. «Antes el coche nos daba libertad e independencia, nos volvía autónomos, pero mucha gente prefiere ahora comprarse un móvil de última generación a sacarse el carné». En las autoescuelas se nota una caída de la demanda del 20 al 30%, que también está relacionada con la bajada de la natalidad y que no se logra suplir con las inscripciones por parte de los inmigrantes. También señala la irrupción de los patinetes eléctricos que permiten hacer pequeñas distancias.
Pese a todo, Martín es optimista. «Esto es coyuntural, cuando todo se aclare se irá volviendo a una relativa normalidad, aunque la persona que compra ahora un coche se lo piensa mucho más, porque las grandes capitales están prohibiendo su uso en el centro para evitar la contaminación excesiva». Añade: «Estamos en un compás de espera y el coche se volverá a imponer, aunque los jóvenes tienen la clave, hay tendencias socioculturales que están cambiando».
Desde la irrupción del automóvil se ha considerado uno de los grandes símbolos de estatus. Para muchos, los números que marcan la cuenta corriente siguen siendo la métrica más fácil para medir el éxito personal. En consecuencia, el coche debería estar en proporción. A coche más grande, más reconocimiento social. Estos tiempos, sin embargo, están en declive entre las nuevas generaciones. Los jóvenes empiezan a medir el éxito personal a través de sus experiencias acumuladas. Quien puede elegir entre sacarse el carné de conducir o pasar los meses de verano recorriendo Australia con una mochila, prácticamente, ya está sentado en el avión. El sociólogo de la UMA, Luis Ayuso, confirma este cambio de tendencia. «El coche siempre ha sido, sobre todo entre los varones, un símbolo de estatus importante. No solo económico, sino para otras muchas cosas. El coche y la moto se utilizaban, por ejemplo, para ligar», explica.
Si el coche era una tarjeta de presentación, Ayuso apunta ahora a las redes sociales. «Ahora resulta que para introducirte en la sociedad tienes otras opciones. Vas cambiando las fotos en tus redes sociales hasta que das con la que tú te quieres presentar ante la sociedad. Ya no es tanto por el coche, sino por lo que has hecho. Eso hace que entre los jóvenes haya menos interés por el coche». El mito de la libertad también queda desmontado, asegura Ayuso, cuando el 'smartphone' te ofrece muchas alternativas para garantizar un desplazamiento: «El tema de la movilidad es una de las cosas que están cambiando de forma más intensa. Estamos ante una generación que se mueve mucho más que la anterior. Ya no es tan importante saber conducir como poder buscar en internet billetes baratos para irte a algún sitio. O como encontrar un BlaBlaCar. Si antes no sabías conducir no podías ir al pueblo de al lado. Ahora solo necesitas saber manejar una aplicación e ir al pueblo de al lado te va a costar cinco euros».
El coche ha perdido su valor como símbolo de estatus. Pero muchos jóvenes no tendrán siquiera la oportunidad de optar a presumir de un deportivo y llantas de 18 pulgadas. Las generaciones en edad de empezar a conducir están marcadas por la precariedad laboral y carecen de estabilidad financiera. Aunque se opte por prescindir de todos los extras, es complicado encontrar un modelo nuevo por debajo de los 10.000 euros. Si no saben tan siquiera si van a tener trabajo en seis meses, difícilmente podrán embarcarse en su adquisición.
El secretario general de CCOO de Málaga, Fernando Cubillo, aborda este contexto y le pone números a unos salarios que alejan el sueño del coche. «El sueldo medio de un joven hasta los 30 años en la capital es de 16.000 euros. En Marbella es incluso inferior y no pasa de los 14.000 euros». Sin embargo, insiste en que el coche sigue siendo una herramienta fundamental, ya que no cree que el transporte público sirva para cubrir las necesidades de todos los trabajadores. «La gente joven, dada su alta movilidad y disposición para trabajar lejos de su casa, necesita un vehículo. Sobre todo, cuando Málaga y su área metropolitana carecen de un plan de movilidad que facilite el traslado». Y no es solo la inversión para la compra. Los gastos que suponen el mantenimiento y el seguro superan el presupuesto de muchas personas que los necesitan para trabajar.
¿Cómo conseguir que los jóvenes vuelvan a tener interés por un coche propio? Es la pregunta a la que tratan de dar respuesta los publicistas y expertos en márketing que trabajan con el sector. Las marcas no escatiman en gastos para sus campañas publicitarias y tratan de adaptar su mensaje a las circunstancias. El vehículo y sus características han pasado a un segundo plano. Ahora se trata de vender emociones y estilos de vida. Mara Rubio, publicista y experta en comunicación, confirma esta tendencia. En general, los hábitos de consumo han cambiado y eso hace que la publicidad tenga la necesidad de adaptarse. En el caso de la automoción, el cambio es notable porque también se ha modificado la tendencia de uso de los vehículos; de esta forma, lo que la mayoría de las grandes marcas comunica es un 'lifestyle' (forma de vida), el nicho al que perteneces si tienes un coche u otro, el valor percibido por la sociedad si conduces un vehículo concreto… Hace años que las comunicaciones son mucho más emocionales, ahora se hacen anuncios de coches en los que casi no se ven las características de este, pero se identifica perfectamente con un estilo de vida. «Las grandes compañías trabajan en el continuo desarrollo de productos que se adapten a las nuevas tendencias, modelos dirigidos a consumidores con etiquetas muy concretas y vehículos compactos, híbridos y eléctricos», explica.
El coche ha facilitado la movilidad moderna. Ha propiciado riqueza e industria, ha recortado distancias y ha unido a las personas. Y lo seguirá haciendo, aunque tendrá que reinventarse para adaptarse a las nuevas necesidades. Una industria entera se juega su futuro.
José Manuel Amo de los Ríos, trabajador en el aeropuerto
Tiene 24 años y reconoce que el coche es para él una herramienta imprescindible. Lo utiliza a diario para desplazarse al aeropuerto, donde trabaja después de finalizar un máster en la UMA. «Si tuviera el dinero me compraría un coche propio», detalla quien ahora no puede hacer frente a este gasto.
Marta Santos, estudiante
Marta Santos aprovechó el verano después de hacer la selectividad para sacarse el carnet. Ahora mismo conduce un Nissan Micra del 96. Va a diario de Benalmádena a Málaga. «El coche me da una libertad que no me da el tren o el bus», asegura la joven, a quien le gustaría tener un coche nuevo.
Germán Escudero, ingeniero químico
Germán Escudero tiene 23 de años y es de Ronda. Acaba de finalizar sus estudios en la UMA. El carné se lo sacó a los 18 años y ha recorrido en esta etapa la distancia que separa Ronda de Málaga en el coche de su madre. «Cuando te ofrecen 500 euros de nómina no tienes para un coche», afirma.
Candela Cardona
Tiene el carné, pero apenas utiliza el coche. Candela Cardona vive en el Puerto de la Torre y está satisfecha con el transporte público. Asegura que no tiene recursos para adquirir un coche propio, pero tampoco es una prioridad para ella. «Antes que un coche me compraría una moto», enfatiza la joven.
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