Toñi Perales, una de las primeras propietarias del edificio, sellando su huella en el mural Alba Tenza

Vecinos de El Ejido llenan de color el interior de su edificio

Una actividad organizada por el presidente de la comunidad reúne a cuatro artistas que realizan un mural junto a todos los propietarios

Alba Tenza

Sábado, 22 de octubre 2022, 21:06

El gran patio interior del edificio Eduardo Ocón, en El Ejido, ha amanecido este sábado como cualquier otro día. Las paredes llamaban a un rescate para llenarse de color. Los recuerdos iban dando tumbos de una esquina a otra y a las 11 de la mañana empezó un cambio para la comunidad de vecinos que allí vive. Tanto para los que llevan más de 40 años residiendo en este edificio, como para los que han llegado hace meses, la actividad organizada por Mike, el nuevo presidente de vecinos, ha sido algo muy especial.

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En la parte superior del muro principal, las manos de todos los vecinos se fueron colocando con diferentes colores. Muchos tamaños y formas. Incluso la huella de Coco, un perro blanco y marrón que paseaba feliz por medio de los vecinos, estaba en color verde sobre la pared. De este mismo color, la huella de Dori Perales, quien lleva más de 40 años viviendo en el edificio, se ha sellado en el mural. «Cuando yo entré no había nadie aquí aún, no había ni puerta en la entrada, solo un tablón de madera», reconocía al recordar cómo ha sido toda su vida desde que llegó.

Evelyne Rigaud, Caroline Gunston, Sabine Geierhos y Eva Vázquez, las artistas del mural Alba Tenza

Entre las personas invitadas, además de todos los residentes, cuatro artistas se han encargado de hacer un mural que perdurará en esas paredes como un recuerdo de lo que puede ser un cambio significativo para esta comunidad. Evelyne Rigaud, Caroline Gunston, Sabine Geierhos y Eva Vázquez diseñaron a su estilo cuatro espacios conjuntos en las paredes blancas. Un paisaje del puerto de Málaga de tonos celestes y en calma, acompañados de unos niños que juegan en la arena y muchas caras sonrientes con spray esparcidas al otro lado son ahora la estampa que se observa en el patio.

En el resto de paredes, los vecinos se han encargado de coger sus rodillos con pintura blanca y cubrirlas, algunas ya marrones por los años y el paso de la calima. En la parte central del patio, los grandes protagonistas correteaban de un lado a otro. «Mamá, mamá, mira qué bien he coloreado el arcoíris», se escuchaba decir emocionada a una de las pequeñas que ayer vivía un sábado especial en su edificio. Eva Vázquez dibujó flores, un gran sol, y todo tipo de figuras para que los más pequeños tuvieran razón suficiente para sentirse los más artistas del lugar.

Vecinos de todas las edades decorando las paredes del patio del edificio Eduardo Ocón. Alba Tenza

Entre las conversaciones de estos pequeños especialistas en pincel, Elena comentaba cómo ese espacio es el lugar perfecto donde jugar a la pelota, pasear con la bicicleta o incluso con las palas, aunque al ver las paredes tan bonitas reconocía que, a partir de ahora, no tiraría la pelota contra la pared. «Ojalá esto todos los sábados», deseaba la pequeña Alexia, mientras el resto de los niños no dudaba en pedir ese mismo deseo.

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El patio que esta mañana se estaba llenando de color era, en el siglo XX, un rincón clave para ver el cine de verano 'Las Palmeras'. Algunos lo recordaban por ser una de las actividades más divertidas de la época y otros por ser sus primeras memorias. María Luisa Pérez es una de las que lleva ahí toda la vida. De jugar al escondite, a decorar el patio de su infancia. «A partir de ahora vamos a tener que hacer más fiestas aquí», sugería entre risas. Su madre María Luisa Caño no podía evitar sincerarse observando su alrededor: «Para mí esto es como una vuelta al pasado». Junto a ella, Luis Sánchez, quien lleva 45 años viviendo en el edificio, admitía que era imposible olvidar cuántos años hace de su inauguración porque su hijo fue el primer niño en nacer en la comunidad.

Los años transcurren en las comunidades de vecinos y la falta de recursos económicos afecta. Mike afirmaba cómo esto influye en que muchas veces «el estado de cada comunidad deje de ser bonito, funcional o simplemente la rutina no permita cambiar las cosas como son». Como presidente y un afán por convertir este edificio de los años 70 en algo más bonito y alegre vino a su cabeza la idea que este sábado se ha llevado a cabo. Un encuentro entre vecinos con una excusa perfecta: pintar las paredes del patio común y crear un espacio lleno de vida.

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