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¿Se ha parado alguna vez a pensar cuánto nos cuestan los actos vandálicos? Pues debería hacerlo, porque la gracia de quienes la toman con el mobiliario público acaba saliendo cara al resto de ciudadanos. A modo de referencia, la sustitución de cada contenedor quemado ronda los 800 euros, la reposición de una papelera arrancada unos 45 y la limpieza de una pared repleta de pintadas una media de mil euros. Con estos precios, la factura que la ciudad de Málaga pagó el año pasado por los destrozos en elementos públicos provocados por el vandalismo ascendió a 1,7 millones de euros, entre los trabajos acometidos directamente por el Ayuntamiento o a través de las empresas contratadas para la conservación y el mantenimiento de distintos servicios como pueden ser los parques infantiles, las zonas verdes, las bicis de alquiler o los propios contenedores de residuos.
Precisamente Limasa es una de las que más incidencias registra. Según su última memoria anual, la empresa de limpieza tuvo que destinar casi 150.000 euros (IVA incluido) a la sustitución total o parcial de contenedores de distintos tipos y tamaños, además de otros 62.500 en papeleras a pesar de que la inmensa mayoría de las de plástico (las más frágiles) vienen siendo sustituidas por metálicas que teóricamente son antivandálicas. Mayores aún fueron las cantidades aportadas en 2016, donde aquellos que aprovecharon la acumulación de basura durante los once días de huelga para incendiar contenedores por toda la ciudad dispararon el gasto total hasta los 545.000 euros.
En cuanto a los grafitis, el Área de Sostenibilidad Medioambiental contabilizó durante el pasado año un total de 1.032 actuaciones, incluyendo también intervenciones en fachadas y mobiliario que en su conjunto supusieron un coste de 974.923,52 euros, según los datos facilitados por el Ayuntamiento. No hace falta pasear demasiado para toparse con alguna pintada (el Consistorio sólo interviene directamente en equipamientos públicos), como tampoco es necesario dar demasiadas vueltas para encontrarse con alguna marca en las marquesinas de la EMT. Durante el pasado año el vandalismo obligó a sustituir 419 cristales, que entre materiales y mano de obra costaron 71.686,68 euros, según las cifras procedentes de JCDecaux, la empresa concesionaria de la publicidad de las marquesinas.
800 euros cuesta un contenedor de residuos de 3.200 litros (el habitual en la capital).
4.853 piezas del sistema público de bicicletas tuvieron que ser sustituidas en 2017 con un coste, incluida mano de obra, de 239.461 euros.
Esta misma compañía también da soporte al sistema público de préstamo de bicicletas, que desde su puesta en marcha en 2013 se ha convertido en un filón para el gamberrismo. En este tiempo, la práctica totalidad de las 400 bicis han tenido que ser reemplazadas debido a los continuos intentos de sustracciones o al deterioro premeditado. Aunque la robustez de los distintos componente del mecanismo de anclaje logra evitar la mayoría de los intentos de robo, tanto los postes como elementos de los vehículos tienen que ser sustituidos. En total, el año pasado se cambiaron 4.853 piezas con un coste de 198.957 euros que, sumado a las horas de trabajo, da un total de 239.461 euros que asume la concesionaria dentro de los 927.000 euros que se destinan anualmente al mantenimiento del sistema, que incluye desde la sustitución de bicis dañadas y robadas hasta el transporte a las distintas estaciones para que siempre haya disponibilidad, pasando por el personal que realiza la tarea. Un montante que, al igual que ocurrió con los cinco millones en los que se valoró su creación y entrada en servicio a mediados de 2013, se sufraga con el dinero que las arcas municipales dejan de ingresar del canon que esta empresa tendría que pagar por la explotación comercial de las marquesinas de autobuses hasta 2021.
La cuarta pata del vandalismo apunta a los parques infantiles y zonas verdes, donde el coste anual de la reparación de incidencias es de 200.000 euros, según el departamento municipal de Parques y Jardines. Especialmente significativos son los destrozos en las área infantiles. El problema que más se repite es el robo del suelo o incendio tanto del césped artificial como de los propios elementos (toboganes, columpios,...). «Hubo un caso en el que lo quemaban cada mes, así que al final lo pusimos de acero», comenta a modo de ejemplo el director del área, Javier Gutiérrez del Álamo.
La concesionaria que se encarga del mantenimiento tiene una franquicia de 500 euros, de forma que los destrozos valorados por menos de esa cifra los asume a través del propio contrato mientras todo lo que supere esa cuantía lo pone directamente el Ayuntamiento. En cuanto a las zonas verdes, los principales destrozos afectan a las plantas y también a los sistemas de riego y al vallado. En los más cercanos al Centro, como pueden ser los parques forestales del Morlaco o Monte Victoria, buena parte de las incidencias vienen motivadas por el botellón.
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