Vamos a poner dos ejemplos de dos campos de fútbol que están a un extremo y otro de la ciudad. En primer lugar, hablemos del de Ciudad Jardín, que se encuentra en Jacinto Benavente, al norte, y que desde hace años su imagen se ha visto monopolizada por las pintadas, el vandalismo y el cruce de mensajes que no hacen ningún bien a la formación de los cientos de niños que entrenan día a día en dicho espacio. Se ha contado ya en esta sección que los viandantes, vecinos y usuarios de las instalaciones deportivas explican que el parque infantil que hay justo a la espalda del complejo deportivo se encuentra en situación de abandono, pero que sobre todo los propios niños –los que van y vienen a hacer deporte a estas instalaciones o al propio campo de fútbol– tienen que convivir con la guerra de pintadas, algo que da un aspecto de decadencia a esta zona del barrio.
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Al otro lado de la ciudad, en Torre Atalaya, entre la Colonia Santa Inés y el comienzo de Teatinos, en el campo de El Romeral ocurre exactamente lo mismo. Toda la fachada está llena de pintadas y son muchos los vecinos que opinan que es un ejemplo nefasto para todos los pequeños de muchas categorías que hacen deporte en dicho campo. Lo mismo pasa por la zona del Tiro Pichón, que cuenta con muchas pintadas.
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En definitiva, da igual la zona o el barrio, muchos de los campos de fútbol de la ciudad están sucios y han dejado paso al vandalismo en sus fachadas, algo que muchos malagueños piden que se erradique, además de solicitar una batida de limpieza y pintura para los mismos. Lo importante, que no vuelva a suceder poco después.
Lo han comentado varios lectores de SUR en diferentes ocasiones. «Manifiesto la necesidad de arreglo del pasaje Compositor Lehmberg Ruiz que cada vez que llueve presenta este estado lamentable en un lugar tan céntrico de Málaga», comentaba uno de ellos. Y es que hay mucho desnivel en la acera que provoca grandes charcos de agua que permanecen durante mucho tiempo con poca cantidad de lluvia. «Debería hacerse una pequeña nivelación en todo el acerado para que no se produzcan estos grandes charcos y que los viandantes podamos resbalar» explicaba otra lectora en conversaciones con este redactor.
Lo explica María Gema Murcia, lectora habitual de SUR: «Como vecina de la calle Huerto de los Claveles, la cual está situada paralela al cauce del río Guadalmedina, les hago llegar esta queja porque el pequeño riachuelo es una ciénaga llena de larvas de mosquitos. No ha llegado el calor fuerte, pero cuando lo haga nos van a devorar. El arreglo del cauce está siendo un despropósito y creo que se debería invertir en que las circunstancias que nos afectan a los que vivimos alrededor no vayan cada día a más», comenta con cierta indignación en declaraciones a este periódico.
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